Ya se acercaban las diez con treinta, la hora en la que supuestamente debía disponerme a dormir, nunca tenía ganas de dormir a esa hora. Y muchos menos hoy. Había muchas cosas en las que podía pensar y divagar. Iría a mi habitación desde luego antes de las 10, por un momento tuve el impulso de encender la televisión y echar un vistazo si es que había algo interesante pero luego recordé que es un mal hábito y que debería preferir hacer cualquier otra cosa, además de por si cansa mis ojos . Ni lo pensé, mi madre ya se había retirado a su cuarto, probablemente ella si vería televisión para despejar la vista. Lo que más me interesaba en ese momento era estar sola. Sola, si, sola, las mejores ideas vienen cuando se está solo, decía un famoso científico serbio que conocerás si es que eres aficionado a la física, sólo necesitaba un poco de concentración, nada más. Me esforzaba al punto de intentar encontrar algún sentido pero nada, en vista de lo indescifrable, me convencí que lo mejor sería dejar de darle vueltas al asunto y continuar con mi cotidianidad. No había tareas que hacer para el día siguiente, era el último día de la semana laboral, claro, luego venían mis dos días "favoritos" en los que como es de esperarse a menudo no encontraba nada por hacer y me sumía en el aburrimiento. Antes de dormir, tenía la mala costumbre de leer con la luz de la lamparilla, abrí un libro, de pasta compacta que parecía ser entre púrpura y bermejo, en efecto debió ser ese color, porque de momento mis ojos se cruzaron con el primer libro en el que me inicié en el mundo de los detectives y novelas policíacas. "Un estudio en escarlata" se titulaba.
"Lo malo de los crímenes — pensé — es que no siempre los finales son tan emocionantes e insólitos, el asesino muere sin confesar"
Si alguna vez pudiera escribir mis propias historias de misterio, sería el día más dichoso de mi vida, me pregunto como Arthur Conan Doyle, logró ocurrírsele un sinfín de casos, cada uno con sus propias peculiaridades, en efecto, los periódicos ingleses de ese entonces debieron publicar en sus titulares crímenes tan inusuales que daban lugar a dejar ir la imaginación y basar uno de esos casos a manos de Holmes. Algo que debo mencionar, es que antes de dormir, es el momento donde puedo estar sola a pesar de que mi madre esté en la habitación contigua, por fortuna no se cerciora si estoy dormida como otras madres, lo que si sería un gran tormento, acabaría con mis dudas, reflexiones, mis lecturas de contrabando y lo peor que habría dejado incumplir varias tareas, inclusive hubiera perdido muchas conversaciones interesantes, aunque eso era antes, cuando buscaba hallarme en mi entorno social, más ahora poco o muy poco me importa. No hay ningún problema con ser introvertida, pensé, uno pierde hablando tiempo con la gente sobre cosas absurdas pese a que no puedo negar que permanecer sola la mayor parte del tiempo también puede ser agobiante, pero así es el ser humano, ¿quien puede entenderlo?. Me sentía cansada, mis párpados se cerraban con más frecuencia de la normal, desconecté la lámpara, no me di cuenta en el momento que me quedé dormida hasta que amanecí con el libro entre las manos.
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Un camino sin retorno
Misteri / ThrillerUn relato narrado en primera persona por una estudiante de escuela secundaria sobre una compañera de clases quien a parte de ser muy introvertida, solitaria y arisca guarda un insólito secreto que está próximo a develarse. Una espectadora de un su...