TENTÁCULOS

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Sentado en mi escritorio, con esa cara pensante mirando al cielo, intentando descifrar el siguiente cuento. Mi hijo de 9 años apareció por la puerta, se sentó a mi lado y sin decir nada se quedó ahí por unos segundos, sin decir nada.

Lo mire extrañado y le pregunte, primero si le pasaba algo, dijo que no y después pregunte por su rostro, y dijo.

—Yo sé que escribes cosas de terror y me da un poco de miedo. Mamá dice que es solo un pasatiempo, pero aun así no me gustan.

—¿Y que podemos hacer al respecto? —pregunte medio sonriente.

—Quiero que me digas porque escribes, lees e investigas cosas de terror.

—Creo hijo que fue la única manera que tuve, desde pequeño, a no temerle al monstruo del closet o a la mano que aparecía bajo mi cama. A los sonidos del viento que rechinaban en las planchas de zinc del techo. Todo lo que me deba miedo por las noches lo fui absorbiendo para ser intolerante al miedo y así todo comenzó a fluir en mi cabeza, los miedos se trasformaron en cuentos y las pesadillas en historias que ahora son libros.

Me miro con cierta incredulidad, se puso la mano en la barbilla y me dijo.

—Yo también tengo miedo en las noches y mis pesadillas son muy recurrentes. Te puedo contar la última que soñé—propuso.

—Claro. Te escucho.

TENTACULOS

Hace una vez, en hermoso paraje sin fin, donde vivían dos pequeños amigos que se conocían hace mucho tiempo. Habían sido despojados de sus demás amigos en el último ataque de los seres con tentáculos.

Vivian en el bosque sin fin de golosinas caminantes donde cada dulce, cada galleta o cada bocadillo podía caminar sin que nadie los pudiera molestar.

Vivian en comunidad junto con los animales, se apoyaban y se ayudaban en cualquier cosa que quisieran hacer. Pero lamentablemente no todo era color de rosa. Por qué en el fondo del bosque vivían unos seres que todo lo querían, y cuando les daban permiso, todos los animales y sobre todo las golosinas tenían que esconderse.

El día de la ansiedad llegó y todos se escondieron menos Tritón y Tritona quienes por andar de enamorados no se dieron cuenta de las advertencias en el cielo que anunciaba la hora del escondite.

Estos seres, que devoraban todo a su paso, notaron que las dos galletitas deambulaban por el bosque, y por suerte para Tritón y Tritona, los devoradores no median su ímpetu y alcanzaron a escucharlos.

Corrieron y corrieron hasta llegar a su cabaña de galletas, pero estos seres no se quedarían así, y tratarían de entrar.

Tritón intentaba calmar a Tritona y Tritona buscaba una salida, pero no tenían más escapatoria que la de la única salida y entrada.

La cabaña retumbaba, se podía escuchar la respiración agitada de los seres que querían devorarlos. Pero por más que intentaban entrar a la cabaña, los seres no podían.

Así que como no podían entrar entonces comenzaron a destrozarla. Aplastaron la casa como si fuera una bolsa con aire hasta que se escuchó un bombazo que dejo aturdido a Tritón y media tambaleante a Tritona.

La puerta se había abierto y unos tentáculos gigantes entraron por el portal. Tritón tomó a Tritona entre sus brazos y la llevo al fondo de la cabaña para que estos tentáculos no los alcanzaran. Pero sabían que no había nada que los pudiera ayudar, más que pedirle al Dios de las golosinas que se apiadara de ellos.

—!Niños!—dijo una voz femenina en el cielo—!No pueden abrir el cajón de las golosinas. Ahora vamos a cenar!—concluyó

De pronto, la cabaña dejo de tronar, y poco a poco comenzó a volver a su estado natural. Las demás golosinas salieron de su guarida y las galletas de animalitos llegaron para ayudar a Tritón y Tritona a levantar su cabaña nuevamente.

Un día mas, las golosinas habían sobrevivido y podían seguir viviendo en comunidad hasta que a los seres les dieran permiso o un ataque de ansiedad llegara.

Tritón y Tritona, prometieron nunca más estar desprevenidos ante el peligro y estar atentos a los consejos de las golosinas más viejas, que sabían mucho más de este tipo de cosas.

PD: Esta es la historia de mi hijo Máximo Damián. Y me dio su venia para contárselas y entender que las pesadillas son sueños que para algunos puede sonar muy infantil, pero para los infantes son totalmente paralizantes del terror. 

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