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El siguiente suceso se dió durante la primera semana de convivencia de Erin y Levi.

—¿Cómo te sientes aquí?

—Me esta costando acostumbrarme, todavía no confío. —comento y recibo una mirada dudosa. —Lo sé, el sexo es algo que pasa entre él y yo, pero eso no significa nada, solo satisfacemos nuestras necesidades... Sigue ocultándome muchas cosas de su pasado y del presente también.

—No entiendo la razón por la que sigues acercándote a él, es peligroso.

—No tengo muchas opciones, Jean...

—Podrías vivir conmigo o con alguna de tus amigas.

Levi se ha marchado esta mañana así que decidí que una visita me vendría bien.

—Es complicado, cariño. —digo pasando cera al escritorio. Quiero dejar reluciente la biblioteca ya que es el lugar en el que paso la mayoría del tiempo y no me gusta como limpia la señora que se encarga de ello. —Mi padre es... él consigue todo lo que quiere, cuando quiere y de la forma que más le conviene. Siempre fue así en casa, junto con mi madre siempre hicieron todo a su manera. Sin embargo, cuando lo vi frente a Levi pude darme cuenta de que se estaba reprimiendo.

— ¿De qué hablas? ¿Ese enano le puso un párate a tu gran y poderoso padre? —cuestiona Jean apoyando su trasero por donde acabo de pasar el trapo.

—Si y le dijo que éste no es "su territorio" o algo así. No pude escuchar mucho más, no estaba en las mejores condiciones.

—Entonces, el plan es que vivas con este tipo hasta... ¿cuando?

Yo también quisiera saber, aún no tengo trabajo nuevo, ni apartamento propio. Estoy en la nada, sin Levi, estoy obligada a volver a casa. Obligada a volver a todo lo que me prometí dejar atrás. Desearía que mi hermano estuviera aquí, todo sería más fácil, podría vivir con él y ya no tendría miedo de tener que volver a ese espantoso lugar.

—Oye, Erin, ¿hasta cuando piensas quedarte aquí?

—Perdona, estaba pensando que si consigo un trabajo, aunque sea de medio tiempo... mi padre podría cambiar de opinión.

La verdad es que lo dudo, fue él quien me consiguió la pasantía con la señora Leonhart y si no hubiese intervenido yo no habría conseguido nada. Tiene razón de tantas maneras, quizá debería haberme quedado en Boston.

—De acuerdo, vamos a encontrar algo, bombón— afirma Jean revolviendo mi cabello.

—Ya, no me trates como a una hermana, es desagradable.— Hago una mueca y continúo limpiando los estantes.

La tarde se pasa lenta, los rayos del sol siguen entrando por los ventanales de la habitación y nosotros seguimos hablando, intentando distraernos de nuestras tristes realidades. Jean me ha comentado que las cosas con Nanaba se pusieron difíciles debido a que ella no quiere divorciarse, aunque su esposo se haya enterado del amorío que tiene con mi apuesto amigo. ¿La razón? No la hay, ella ganaría un dineral si se divorciara, eso sumado a la herencia que tiene en manos, la convertirían en una de las mujeres más ricas de Manhattan. Parece que le gusta tener a su esposo y a Jean a su disposición, y no tengo dudas de que hayan más hombres con los que se acueste. No la juzgo por ello, yo hago lo mismo, la diferencia está en que yo no involucro mis sentimientos como Nanaba hizo con Jean.

—No estoy seguro de si estoy haciendo lo mejor o si estoy haciendo lo que ella quiere.— comenta dejándose caer en el sofá frente a la fogata— Ella no me ama lo suficiente, pero lo hará. Estoy seguro, solo tengo que darle tiempo.

—Oh cariño, esa mujer horrenda te utiliza...—digo con cuidado arrimándome a uno de los apoyabrazos. —Mereces algo mejor, a alguien que te dé el mismo amor que tú entregas. —acaricio su frente con ternura.

Ay, amor 🔞 •// Levi Ackerman//•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora