Damían
El motor ruge.
Los cuatrocientos caballos de fuerza del Ferrari hacen potencia en las ruedas que rechinan en el asfalto de la autopista atravesando el enorme puente que lleva directo a la mansión de mi madre.
Manejo a toda velocidad.
Sé que el asunto no es tan grave, mamá, siempre exagera las cosas, pero no puedo dejar de percibir esa punzada en el pecho que siento cuando está en juego la vida de ella. Mi madre lo es todo y cualquier cosa por mínima que sea que la involucre a ella me afecta sobremanera.
Sacudo la cabeza como si con eso pudiera despejar mi mente, trato de no pensar en cosas absurdas. Me ayuda el olor de Lucía que llega a mis fosas nasales y me distrae por un segundo de mis pensamientos. Su perfume ha quedado impregnado en el asiento del copiloto.
Después de haberla ayudado a escoger los labiales, la traje hasta su apartamento. Dentro del carro no se quiso despedir de beso, sino que empezó por darme uno en la mejilla, luego otro en la comisura de mi boca. Dejó un par más en mi cuello y, por último, desabotonó mi camisa para dejar varios entre mi clavícula y mi torso. A la mujer le gustaba jugar en serio. La tomé por el cuello y estrellé mis labios en los suyos. Su juego me había dejado excitado y ella lo sabía. Salimos del auto en tropicales y subimos al ascensor sin separar nuestras bocas. Cuando nos detuvimos frente a la puerta de su apartamento, no me dejó pasar.
—Un paso a la vez, señor Connor —dijo besando mi mejilla y cerrando la puerta, antes de que pudiera entrar.
Definitivamente, le gusta jugar, le gusta sentirse el centro del mundo. Le gusta sentirse deseada, dominar y a mí me gusta todo de ella.
Estaciono en la entrada de la gran mansión y bajo de prisa del auto para subir las escaleras de dos en dos. Desde que madre llamó no he tenido tranquilidad. La encuentro en la sala de estar, sollozando, se limpia las lágrimas con un pañuelo que Samantha le tiende mientras la consuela y eso me angustia más.
—¿Qué ha ocurrido? —pregunto sentándome a su lado. Se gira hacia mí y me abraza soltando otro sollozo.
—No quiero que vuelvas a pasar por lo mismo —me acaricia las mejillas con sus suaves manos—. Me muero, hijo. No lo soportaría —suelta un sollozo más grande.
—No pienses esas cosas, Adela —Samantha frota sus hombros a modo de consuelo.
La relación de madre con Samantha es diferente a la nuestra. Madre ve en ella a la hija que no tuvo y Samantha está agradecida de que madre la trate como tal. A pesar de su diferencia de edad, son muy compatibles y se llevan bien. Por eso asimilo que han quedado a tomar el té como están acostumbradas.
—Mamá, si te tranquilizas y me dices de qué trata todo esto, el porqué me has llamado tan angustiada entendería qué está pasando —la agarro por los hombros para que me mire—. Estoy aquí, no me ha pasado nada, pero si me puede pasar, si tú me matas de angustia, madre.
ESTÁS LEYENDO
Jugando A Seducirte ©: (Libro 1 De La Duología: ¿JUGAMOS?)
RomanceEn este juego de seducción no habrá perdedores. Un viaje. Ella para olvidar a su ex. Él por compromiso. Ella buscaba divertirse. Él saciar su deseo. No fue un buen comienzo, pero ¿tendría un buen final? El destino les daría la oportunidad de reenco...