Veintiuno 💖

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Ella se estremeció al sujetar la ropa y compararla con la suya propia, que estaba
colgada a un lado del armario. Sí, era fácil pensar que todo iba en contra de sus principios, pero ¿por qué diablos le gustaba tanto?

–¿De veras es necesario? –Sakura entró en la cocina tratando de ignorar el agradable tacto de la tela de la falda. Él se volvió para mirarla, con una sartén en la mano.
–Bella –dijo él, pronunciándolo con la suavidad de una caricia.

La expresión de su rostro lo complació. Se sentía frustrado porque ella no hubiera protestado ni una sola vez por el hecho de que la hubiera llevado allí mientras él se había quedado en Konoha, luchando contra su libido. Por fin, su
perplejidad le parecía una victoria.

–La fortuna que habrá costado esa ropa habría sido bien aprovechada en la reforma de Harunoson´s –dijo ella.
–Ahh, Sakura, sigues infravalorando la gravedad de tus problemas económicos.

–No, sólo digo que podría habérmelas arreglado con las cosas que tenía.
–¿No estarás sugiriendo que durante este mes la ropa no es un requisito, querida mía? Porque si es así, quizá tenga que hacer que me lo demuestres – puso una
amplia sonrisa y Sakura supo que había perdido – No sería justo que esperara que sobrevivieras con las cosas que trajiste para un viaje corto – dijo él, volviéndose hacia los fogones – Y te prometí que te daría todo lo que necesitaras mientras
estuvieras aquí.

«Mientras esté aquí», pensó Sakura percatándose de lo fácil que era olvidar que
pronto regresaría a su hogar y que, aparte del dinero y del ridículo objetivo que tenía que cumplir, todo sería como si nunca hubiese estado allí. Al menos para él.

«Disfruta el momento», pensó, mirando cómo Sasuke echaba la verdura en la sartén.
–¿Cocinas a menudo? –preguntó ella, mientras sacaba los cubiertos y los ponía en la mesa, que ya tenía un mantel puesto y unas velas encendidas a cada extremo.

–Cuando estoy aquí, siempre.
–¿Te inspira la vida rural? –preguntó Sakura.
–La forma de vida de mis abuelos.
Sakura se detuvo un instante y lo miró, incapaz de disimular su curiosidad.

–¿Vivían aquí?
–Sí, en esta casa. Yo crecí aquí.
–No lo sabía –dijo asombrada. Eso explicaba muchas cosas pero, a la vez, provocaba que le surgieran más preguntas.

–Sandra y yo nos mudamos aquí después de que falleciera mi madre. Yo tenía
once años...
–Eso no debió de ser fácil.

–Más de lo que uno pensaría –dijo él– Todos los que conocían a mi madre sabían que moriría joven. Ella era... ¿Cómo se dice? Como una polilla alrededor de la luz. Se dirigió desde
el campo a la ciudad en busca de hombres adinerados – frunció el labio con cara de
disgusto – Los niños le gustaban tan poco como envejecer.

Sakura frunció el ceño, incapaz de comprender cómo una mujer podía carecer del instinto maternal.
–¿Y tu padre?
–¿Quién sabe? –Sasuke se encogió de hombros– Quizá no lo sepa ni él.
Sakura sintió que era el momento de cambiar de tema.

–¿Así que aquí es donde están tus comienzos? –preguntó ella, girando sobre sus pies para mirar la cocina.
–Antes de vivir aquí, sentarse a la mesa para comer era algo que sólo había visto a través de las ventanas de los restaurantes. Y respecto a preparar comida, sabía mucho menos.

–¿Tus abuelos te enseñaron a cocinar?
Él asintió.
–Me enseñaron lo importante que era. Yo me aseguré de no olvidarme jamás – se
encogió de hombros otra vez.
–Debes de echar mucho de menos a tus abuelos –dijo ella.

–Lo que me enseñaron acerca del significado de sentarse a comer buena comida, permanece conmigo.

Sakura no sabía si alguna vez se había sentido tan unida y tan distante a él al mismo tiempo. Sasuke le había resumido en un frase todo lo que ella sentía sobre Harunoson’s, y le había explicado el origen de su motivación por la cocina.

–¿Y qué hay de comer conmigo? ¿Qué significa para ti? –preguntó ella.
Sasuke la miró extrañado.

Sus palabras le sonaron sospechosamente familiares, como aquéllas que usan las mujeres que se equivocan al pensar que cuando él cuenta algún detalle de su vida es porque la relación adquiere un nivel más
profundo que el puramente sexual.

Pero aquélla era Sakura Haruno.
–Significa que somos dos personas adultas disfrutando mutuamente de los placeres de la vida.

–Una vez me hiciste pensar que ya habíamos probado todo lo que merecía la pena saborear –Sakura inclinó la cabeza.

–Quieres oírme decir que todavía muero por ti, bella. ¿Es eso? ¿Estás cansada de oírme hablar del pasado y te gustaría que te dijera que a tu lado siento que mi
apetito es insaciable?

Sakura negó con la cabeza.
–No, sólo me preguntaba dónde encajaba la palabra «mutuamente» en todo esto.

–¿Intentas fingir que tú no estás loca de deseo, bella? – se mofó – ¿Después de lo que ha pasado antes? no te molestes. Incluso con tu amplia experiencia debes admitir que la química sexual que hay entre nosotros es extraña.

–No me refería a eso. Me refería al hecho de que yo no tenga nada que decir en todo esto.

–¿Y no es eso precisamente lo que te excita, Sakura? – la miró de manera despiadada– ¿Y precisamente por lo que firmaste el trato? Porque a pesar de tus
protestas, ¿no es la idea de que pueda poseerte aquí mismo lo que te vuelve loca?

Sakura trató de mirar a otro lado, pero él la sujetó por la barbilla para que lo mirara a los ojos.
–Y cuando lo haga, me suplicarás que lo haga otra vez –murmuró él– ¿eres lo bastante idiota como para decir que estoy equivocado?

Sakura no pudo contestar. Su cuerpo había llegado a su propia conclusión.
–Entonces, te sugiero que dejes el cuchillo y el tenedor en la mesa.

Amante Mía  ~SasuSaku ~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora