Treinta Y Uno 💖

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ÉL HABÍA cambiado de opinión. Eso era. Sakura estaba acurrucada en el sofá de su apartamento, repasando por enésima vez lo que había sucedido durante los dos días anteriores. ¿Qué podía haber contestado?

Había sido ella la que había tratado de convencerlo acerca de que podría criar a su hijo a sola, desesperada por
encontrar la manera de no tener que pasar el resto de su vida junto a un hombre que no la quería. Así que no podía suplicarle que se casara con ella, cuando él ya
había decidido no hacerlo.

Sin embargo, después de comunicarle su decisión, Sasuke se había comportado como un caballero. La había llevado a casa y la había llamado al día siguiente para comprobar que se encontraba bien. Pero ella no podía evitar desear que no fuera
tan cortés.

Al menos, durante el tiempo que había sido su amante se había sentido deseada, aunque sólo fuera físicamente. Sin embargo, después sentía que él se preocupaba por ella únicamente por el hecho de ser el padre del hijo que llevaba en el vientre.

De no haber estado tan aturdida después de lo que había sucedido aquel día, ella habría pensado que él estaba tratando de prepararle el terreno un poco antes
de comenzar la batalla legal por la custodia de la criatura después del nacimiento. Pero él se había ocupado de aclarar que ésa no era su intención.

–Hablaremos del futuro en otro momento –le había dicho antes de marcharse – Pero estoy seguro de que podremos llegar a un acuerdo entre los dos.

Y, aunque sabía que él era un hombre despiadado, también sabía que no se
caracterizaba por ser deshonesto. ¿Y eso qué significaba?

Que su relación con Sasuke a partir de ese momento consistiría en conversaciones forzadas llenas de detalles interminables que ella
marcaría en su calendario, empezando por las fechas de las ecografías y terminando con los días en que debía entregarle a su hijo a Sasuke y los días en que Sasuke se lo devolvería a ella.

Sakura continuaría amándolo mientras él continuaba con su vida y, ella, que había tratado de enterrar los recuerdos más de una vez, no
conseguiría hacerlo jamás. Porque cada vez que mirara a su bebé, lo vería a él. De algún modo, sentía que quizá hubiera sido más fácil enfrentarse a él por la custodia y no tener que enfrentarse a toda una vida afectada por su indiferencia.

Sakura dejó los lápices y miró el cuaderno que tenía sobre las rodillas. No estaba acostumbrada a estar en reposo y se había propuesto ocupar su tiempo tratando de
diseñar la habitación que utilizaría para el bebé.

Sin embargo, había terminando dibujando una puesta de sol en un campo de frutales. El cuadro perfecto para la
pared del dormitorio de una casa de campo. Demasiado grande y vívido para el poco espacio que tenía allí.

Cerró los ojos y sintió un nudo en la garganta. Ni siquiera podía ocupar su tiempo en Harunoson’s, porque aunque Sasuke le permitiera regresar, ella sabía que con el tiempo el restaurantenecesitaría cada vez menos su presencia, ya que ella
podría realizar el trabajo desde casa y dejarlo todo en manos del nuevo encargado.

Suponía que debía de sentirse como si le hubiera quitado un gran peso de encima, pero no era así. Por supuesto, se alegraba de ver que las mesas del restaurante volvían a estar llenas de clientes sonrientes, y que los empleados mostraban entusiasmo y ya no temían por sus trabajos. Y sobre todo, de ver que el negocio familiar había salido a flote.

Pero los eventos de los últimos días la habían
obligado a enfrentarse al hecho de que había algo más importante para ella. Porque desde el momento en que pensó que estaba perdiendo el bebé, había experimentado un sentimiento de pavor y de claridad que no conocía. Había temido por la vida de la criatura que llevaba en el vientre y por la pérdida de la
persona que más le importaba en el mundo.

Amante Mía  ~SasuSaku ~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora