Diescisiete 💖

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Sakura tenía razón. En cuanto posó la mirada sobre los ojos negros de Sasuke, se sintió perdida. Pero si creía que él aceptaría sus palabras como prueba de su
inocencia, la expresión imperdonable de su rostro le indicó que no.

No había duda acerca de lo que sucedería después. Y Sakura anhelaba que
sucediera aunque sabía que no contendría ni una pizca de cariño. No sabía cuánto tiempo estuvieron allí, acariciados por la brisa de la noche,desafiándose el uno al otro, sin moverse.

Pero el momento en que se rompieron sus
barreras fue repentino, y mutuo. Hambriento de deseo, él posó los labios sobre los de Sakura, y ella presionó el cuerpo contra el de él. Sasuke la besó con furia, como si
tratara de borrar todo excepto el deseo que se apoderaba de ambos.

Durante un instante, Sakura temió que se vengara de ella rechazándola otra vez. Pero si ésa era su intención, su autocontrol lo había traicionado.

–A casa. Ahora –dijo él, con voz entrecortada. No esperó a que ella aceptara con palabras, sino que leyó la respuesta en su cara. Salieron del edificio por un pasillo lateral, evitando atravesar la pista de baile. Tomaron un taxi y se sentaron cada uno en un extremo del asiento trasero, sin atreverse a acercarse el uno al otro.

«A casa», pensó ella, mientras el deseo la invadía por dentro. Pero cuando se volvió para mirar la luna por la ventana, se percató de que no se dirigían al hotel, y que sólo había otra casa a la que pudieran ir. La casa de Sasuke.

La idea de conocer su casa hizo que se le encogiera el corazón, a pesar de que sabía que sólo la llevaba allí porque era la opción más discreta y sensata. Cuando llegaron, él pagó al taxista y la guió hasta el bloque de apartamentos de
lujo que estaba situado en una calle tranquila, a las afueras del centro de la ciudad.

Una vez en la casa, que ocupaba las dos últimas plantas del edificio, él la guió entre las habitaciones, sin encender la luz y con la mano sobre la base de su espalda. Los rayos de luna entraban por la ventana y proyectaban las sombras de sus cuerpos sobre la pared.

¿A cuántas mujeres habría llevado allí? ¿Y habrían tenido mucho más talento que ella a la hora de darle placer? ¿Era posible que él la
deseara? ¿A ella? ¿La que lo había disgustado tanto? Pero nada había cambiado.

Porque, por mucho que él supusiera, después de entregarse a él, ella había vuelto a refugiarse como si se hubiera metido en un caparazón. Un caparazón que nadie había podido abrir desde entonces. Entonces, ¿por qué parecía que iba a abrirse para él?

–¿Dudas, señorita Haruno? –preguntó él arqueando las cejas mientras ella se
mostraba indecisa al pie de la escalera–¿No será verdad?
Había llegado el momento de detenerse. El momento de marcharse y terminar
con aquella locura. Pero Sakura no habría podido hacerlo aunque hubiese querido.

Era como si su destino, aunque fuera cruel, estuviera decidido hace tiempo. Sakura negó con la cabeza.
–Entonces, tócame –le ordenó él.

Y ella comprendió lo que le pedía, y supo que aquello trataba de que él la poseyera bajo sus condiciones. Pero por una vez en la vida, a ella no le importó que
estuviera bien o mal.

Porque sabía que, si no actuaba en ese mismo instante, se estaría negando la única cosa que haría que se sintiese viva de verdad. Levantó los brazos y rodeó a Sasuke por el cuello, acariciándole el cabello
mientras le inclinaba la cabeza para besarlo. Él deslizó los labios hasta su cuello, bajo la oreja.

Le quitó la chaqueta de los hombros y la acarició mientras se sentaban
en los escalones. Despacio, le retiró el vestido para dejar sus senos turgentes al descubierto. Sakura suspiró de deseo y él le acarició el pezón erecto con la lengua.

–No es justo –dijo ella con la respiración entrecortada mientras le quitaba la corbata y la dejaba caer al suelo. Comenzó a desabrocharle los botones, pero él le
sujetó las manos y se las colocó detrás de la cabeza.

–¿No es justo? –preguntó él arqueando una ceja–. Estoy completamente de acuerdo.
Sakura esperaba que él se quitara la camisa, pero lo que hizo fue descubrirle el otro pecho y acariciárselo también. Ella nunca había estado tan excitada en su vida,
y con el vestido bajado hasta la cintura, deseaba con locura al hombre que la había cautivado.

–¡Sasuke! –le agarró una mano para que la deslizara hacia abajo por su cuerpo.
–Paciencia, señorita Haruno –dijo él, con una mirada pícara, y colocó la mano sobre su hombro– Ponte de pie –le ordenó, y se echó hacia atrás para observarla.

Ella obedeció y su vestido cayó hasta el suelo, dejándola desnuda, excepto por la
ropa interior de encaje y los zapatos de tacón.
Sasuke murmuró algo y se colocó a su lado para tomarla en brazos.

–Si no te llevo ahora mismo al dormitorio, la alfombra te hará quemaduras en
ese cuerpo maravilloso.
Al instante estaban en lo alto de la escalera, y él la llevó hasta la habitación principal, donde había una cama enorme con sábanas de algodón de color blanco.

Sasuke la tumbó con cuidado, posando la mirada sobre su cuerpo. A ella le gustaba su manera de mirarla, como si no pudiera controlar el deseo que sentía por ella.

Quizá no era la manera en que un hombre mira a la mujer que ama, la manera en que ella lo miraba a él, pero sabía que en ese momento él la deseaba y eso era
suficiente para ella.

Porque era Sasuke, el hombre que había ocupado sus sueños
desde hacía mucho tiempo. Lo miró y se arrodilló en la cama de forma provocativa.

–Ahora, deje que termine lo que he empezado, señor Uchiha –ladeó la cabeza y continuó desabrochándole la camisa.
–Eso es lo mismo que pienso yo, bella.

Ella se detuvo un instante y se percató de que había insinuado más de lo que era su intención. Terminó de quitarle la camisa y se arrodilló, mirándolo de arriba abajo de manera seductora.
–No sabes cómo me excita que me mires de esa manera –murmuró él.

Amante Mía  ~SasuSaku ~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora