Veintiocho 💖

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Ella no podía soportar más.
–Me temo que no será posible, Sasuke.
–¿Y por qué será, si todo tu cuerpo está deseando que te acaricie, aquí mismo, ahora, incluso en este restaurante público?
–Porque estoy embarazada.

Sasuke se quedó de piedra, mirándola con incredulidad.
–¿Cómo es posible? ¿No funcionó la píldora?
Samura respiró hondo.
–No podía... No.
–¿No podías?
–No deseaba hacerlo.
–¿Igual que tampoco deseabas decírmelo? –preguntó en tono irónico – ¿Desde
cuándo lo sabes?

– Desde hace una semana. Iba a decírtelo.
–¿Cuándo? –preguntó con tono acusador mientras golpeaba la mesa con dos
dedos – ¿Más adelante, cuando te viniera bien pedirme dinero por mi paternidad? ¿Te reservabas para conseguirlo todo de una vez?

–No quiero nada de ti, Sasuke. Puedo criar a mi hijo yo sola.
Él se puso en pie.
–¿Sola? ¿Estás diciendo que criarías a esa criatura sin siquiera decirle quién es su
padre? – gritó, de forma que varios clientes se volvieron, para continuar comiendo
como si nada hubiera pasado – Si lo intentas, pelearé cada movimiento que hagas.

Sakura sintió que le temblaban las piernas. No se le había ocurrido esa terrible posibilidad. Él tenía poder para apartarla de la vida de su hijo para siempre. O al menos eso creía ella.
–Éste no es buen sitio para hablar de legalidades –continuó con brusquedad,
mientras una camarera dudó un instante antes de servirle la comida en la mesa– Esperaré a que termines aquí.

Sakura apenas registró sus palabras y aprovechó la indirecta para marcharse.
–Parece que has visto un fantasma –le dijo su madre cuando ella llegó a la cocina.
Sakura respiró hondo y vio cómo miraba hacia las mesas con preocupación. Estaba segura de que la noticia de que en la mejor mesa del restaurante se había sentado un habitante de Konoha espectacular ya había corrido por el local.

–¿El señor Uchiha ha venido porque quizá se arrepiente de no continuar con su
implicación? –preguntósu madre.
Sakura negó con la cabeza.

–Los beneficios multimillonarios que le dan sus propios restaurantes provocan
que el arrepentimiento no sea un sentimiento que pueda tener, mamá. Su madre la agarró del brazo al ver su fragilidad y la guió hasta un lugar más tranquilo.

–No me refería al restaurante.
Sakura levantó la cabeza y pestañeó para contener las lágrimas que se agolpaban en sus ojos. Su madre le retiró un mechón de pelo de la cara.
–Es lo mismo –Sakura se encogió de hombros. Harunoson’s, ella, el bebé.

–Sin embargo, él está aquí, mirándote como yo sólo he visto a otro hombre mirar a una mujer...
–No –protestó Sakura.
–Tal y como tu padre solía mirarme –continuó.
–Él no se parece a papá.

–Tu padre habría estado muy orgulloso de ti esta noche, Sakura. Yo estoy muy orgullosa.
–Sólo he hecho lo que había que hacer.
–Y no es poco –dijo, con el tono de una madre que sabía que a veces su hija podía ser su peor enemigo– ¿Pero qué hay de lo que necesitas hacer para ti, Sakura?

Sakura frunció el ceño, temiendo haber hablado como si hubiera hecho todo aquello sólo porque era su deber como hija.
–No me refería...

–Sé que no, y sé que adoras este negocio, pero Hqrunoson’s era el sueño de tu padre. Por eso él nunca quiso que abandonaras los estudios. Él deseaba que encontraras algo que te hiciera tan feliz como fuiste el día que te ofrecieron el trabajo en Konoha –sonrió despacio y besó la mejilla de Sakura – Es hora de vivir tus propios sueños.

«Si fuera así de fácil», pensó Sakura, recordando lo que Sasuke había dicho cuando le contó que estaba embarazada.

«Pelearé cada movimiento que hagas».
Eso era lo que le quedaba por delante, la única imagen que ocupaba su cabeza
mientras ponía una sonrisa forzada que ocultaba la angustia de su corazón.

Confiaba en que, si se quedaba allí hasta muy tarde, él terminaría cansándose de esperar y quizá ella no tuviera que enfrentarse a lo que más temía de aquella noche.
Ella negó con la cabeza cuando el resto del personal le suplicó que se fuera a casa. Buscó miles de trabajos para ocupar su tiempo. Y cuando cerró el restaurante y se puso el pañuelo al cuello para protegerse del frío de octubre, vio un coche
parado al otro lado de la calle.

–¿No me digas que a estas horas sueles desplazarte a pie? –la voz de Sasuke penetró en la oscuridad.
Sakura se detuvo en la calle.

–Vivo a pocas calles de aquí.
–Eso no es una buena razón. Eres una mujer. No deberías caminar sola en mitad de la noche.
–Sí, bueno, no todos somos millonarios.
–Y tampoco todos estamos embarazados –dijo él – Sube.

Sakura se acercó al coche, molesta porque en el fondo agradecía no tener que caminar.
–Voy a tener un bebé. No estoy enferma terminal – dijo, mientras él le sujetaba la puerta para que subiera.
–Por eso deberías cuidarte todo lo posible –dijo con tono de rabia y preocupación.

–Tengo que doblar mis beneficios, ¿recuerdas?
Sasuke la ignoró. Subió al coche y siguió las instrucciones que ella le daba. Era curioso que hubiera tantos detalles de la vida cotidiana que no conocieran el uno
del otro. Por ejemplo, dónde vivía ella.

Sin duda, eso era precisamente lo que a
Sasuke le gustaba de las aventuras amorosas: tenía todos los beneficios de una relación pero no perdía tiempo en banalidades.

–No será necesario que dobles beneficios, o mejor dicho, que intentes hacerlo.
–¿Necesario para quién? –preguntó ella– Lo creas o no, mi prioridad siempre ha sido que Harunoson’s vaya bien, aunque a ti no te importe.

–¿No estarás sugiriendo que seguirás trabajando tantas horas ahora que vas a tener un hijo?
–¿Por qué no? Ya sabes que una mujer puede compaginar su carrera familiar con el cuidado de una familia.
–¿Compaginar? –se pasó la mano por el cabello–. ¿Llevar a mi hijo de cabeza mientras tú te centras en tu carrera profesional, como si mi hijo fuera una muñeca
de trapo? No tendrás que compaginar nada. Yo me ocuparé de ello.

–¿Y qué pasa si yo quiero seguir trabajando?
–Ningún hijo mío se convertirá en una segunda prioridad para su madre.
Al ver la expresión de su rostro, Sakura vio a un niño pequeño que nunca había sido la prioridad de su madre. Por un momento, deseó acercarse y borrarle aquella expresión del rostro con un beso.

Pero cuando Sasuke se detuvo frente a su bloque de apartamentos y apagó el motor, ella sintió un escalofrío.
–Gracias por traerme –dijo ella, llevando la mano hacia la manija de la puerta –¿Aquí es donde piensas criar a mi hijo?

Sakura miró hacia su casa.
–Es mejor de lo que parece –soltó a la defensiva – Y en cualquier caso, creo que mientras una criatura se sienta querida, no importa dónde se críe.

–¿No? ¿Crees que ser hijo ilegítimo, criado por una madre que trabaja a tiempo completo para pagar las facturas, es una forma ideal de empezar a vivir?

Sakura se percató de que sasuke había palidecido al pronunciar la palabra «ilegítimo». Ella siempre había imaginado que, si alguna vez tenía hijos, estaría casada.

–No, no es lo ideal. Pero es mejor que criarse con dos padres que libran una terrible batalla legal.

–Eso es lo que pienso yo, querida –dijo él, con brillo en la mirada.
Sakura lo miró perpleja, tanto por la expresión de su rostro como por el contenido de sus palabras.

–Entonces, ¿qué propones, Sasuke?
–Que te cases conmigo. 

Amante Mía  ~SasuSaku ~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora