Ghost of You (Renga - SK8 The Infinity)

8 (CON TRIGGER WARNING)

Atención: Esto en sí es un SPOILER también, pero más importante que la trama es la comodidad del lector. Mencionado esto, doy aviso de que en este capítulo se verá una escena medianamente gráfica (o así la considero yo) en lo que respecta a trastornos alimenticios. Es una de las razones por las cuales había dejado de publicar, pues no sabía cómo ponerla sin que resultara muy brusca. Espero haberla manejado bien y, en caso de que no, pido disculpas de antemano por ello:(

Y, en caso de que no se los haya notificado la app, se editó el cap. 7. Es un poco diferente a la versión anterior, así que espero que alguien la lea;-; Ahora sí, espero que les guste/entretenga este cap:(

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Ambos comenzaron a recorrer las frías calles a toda velocidad e intentaban los nuevos trucos que habían aprendido durante esos meses. Langa, muy entusiasmado, le demostraba que ya no era un simple aprendiz y que era capaz de patinar con mucha más facilidad, mientras Reki aplaudía sin cesar. Aquello animaba aún más al canadiense, era como si el entusiasmo de su mejor amigo fuera su combustible.

Una hermosa sensación se apoderó de su pecho y no pudo evitar demostrarlo con su rostro, exponiéndose ante Reki.

– Has mejorado muchísimo –comenta el pelirrojo, en medio de uno de sus descansos–. Me has superado en todo, Langa.

Después de aproximadamente dos horas de diversión sobre sus patinetas, los dos adolescentes estaban sentados uno al lado del otro en un banco del parque en el que siempre solían practicar. No parecía haber nadie más cerca, solo ellos dos y la brillante luna eran los protagonistas.

– ¿Qué dices? Solo he practicado un poco. –responde el otro, intentando que el rubor de sus mejillas no sea tan obvio como su sonrisa.

– Creo que deberías comenzar a patinar con personas de mayor nivel –menciona Reki, volteando su cabeza hacia donde Langa no pueda verlo–. Conozco lugares en donde practican sujetos extraordinarios como tú.

– Bueno, si tú lo dices... –alzó los hombros en respuesta–. Podemos intentar practicar con ellos...

– Yo no podría, no estoy a su nivel –replica de inmediato el pelirrojo, sin siquiera voltear a verle la cara esta vez–. En cambio, tú... Eres el patinador más hábil que haya visto en años. Te recibirán en sus espacios con los brazos abiertos. Tienen lugares exclusivos en los que personas como yo no pueden entrar.

Extrañado, Langa acomoda sus celestes cabellos tras sus orejas y se inclina sobre la banca, buscando la mirada de su amigo para tratar de hacer un diagnóstico de su estado anímico. No es que Reki le hubiera sonado grosero, pero sí había percibido dolor en sus palabras.

– Yo no quiero patinar en un lugar en el que no estés tú. –contestó con sinceridad el canadiense.

– El mundo es tan amplio y te limitas a seguir a un perdedor como yo –suspiró el pelirrojo, aún evitando que su amigo pudiera observar su rostro–. Siento que te estoy arruinando la vida.

– ¡¿Por qué estás diciendo estas cosas?! –se quejó Langa.

Entonces, Reki volteó por fin su rostro para responderle de manera contundente.

– Porque, lo vea por donde lo vea, siempre llego a la conclusión de que te estoy arrastrando conmigo.

El corazón del canadiense se deshizo por completo en cuanto vio que su amigo estaba a punto de llorar. Por supuesto, él no tenía idea de qué hacer. Quería abrazarlo, acariciarlo, decirle que todo estaría bien, besarlo...