32

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Osvaldo nació el 31 de marzo, una pena que cargaría por el resto de su vida pues no había mes alguno que alcanzara los 32 días. A los 32 días de nacido Osvaldo sonrió, y dicen que su madre no volvió a verlo sonreír de la misma forma otra vez. Cuando alcanzó 32 meses de vida aprendió a decir 32.
Osvaldo no entendía muy bien ese mundo oscuro y confuso que sobrepasaba el 32, un mundo de treinta y tres y treinta y cuatros que quedaba fuera de los límites de su comprensión, para él, todo lo que englobaba el 32 era perfecto. Y así se enamoró, no supo su nombre hasta tres semanas después de conocerla, pero tardó solo dos días en captar sus proporciones: 32 kilogramos, dos veces 32 de cintura, dos veces 32 en ambos pechos. Hubieran sido felices, viviendo en el 32 de la calle A, en una casa de 32 metros cuadrados, pero desgraciadamente ella subió de peso, y aunque todos decían que se veía muy guapa, con su cintura ancha y su rostro lleno, Osvaldo nunca llegó a comprenderlo, pues solo es bueno aquello que se comprende, y Osvaldo nunca comprendió más allá del 32.
Y a su fiesta de cumpleaños no asistieron 32 invitados, y nadie lo atendía cuando caminaba por el piso 32 de la oficina de finanzas, y no tenía 32 gatos que le hicieran compañía en casa. Y cuando cumplió 32, se ató a una soga a 32 metros del suelo, y murió, un 31 de marzo, porque no habían meses con 32 días.
Ya nadie se acuerda de Osvaldo, pero los pocos que lo hicieron tardaron solo 32 días en olvidarlo.

Cuentos de buenas noches para búhos con insomnio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora