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MATEO

No tenía ni idea de cómo lo haría, después de tanto tiempo no sabía cómo arreglaría las cosas con ella, pero lo iba a intentar, y no solo con mi madre, con Luke y Jacob también. Ellos tres siempre fueron las personas más importantes en mi vida y estaba dispuesto a recuperarlas. Con Luke sería lo más sencillo de todos, él era demasiado bueno, al igual que Mara, siempre me dejaba pasar todo. Con mi madre sería un poquito más complicado pero no imposible, pero con Jacob... él era sin duda el que más me preocupaba pero tendría que intentarlo.

Seguimos subiendo cuestas, rodeados por gente que iba y venía de un lado a otro, algunos turistas, otros se notaba que habían estado viviendo allí toda su vida... pero todos distraídos, admirando las calles, o con la vista clavada en el suelo concentrados en sus asuntos.

-Gracias por traerme- me comentó de pronto, aferrándose a mi mano.

-No me las des. Me habría encantado poder quedarnos más tiempo pero mañana tengo esa fiesta, o cena o lo que sea y... ¡oye!- reaccioné como loco, ¿cómo no se me había ocurrido antes?- ¿Querrías venir conmigo?

Su reacción no fue desde luego la que me esperaba. Empezó a toser como si se hubiera atragantado pero no estaba comiendo nada. Me miró alarmada y entreabrió los labios para decir algo pero no le salieron las palabras.

-¿No quieres?- pregunté agobiado. Tal vez me había precipitado, tal vez era demasiado pronto.

-Eh... yo... no, bueno... no es eso... es que...- vale a mí me encantaba cuando Mara tartamudeaba pero en ese momento tan solo quería que terminase alguna frase de una vez porque me estaba desquiciando.

-Ey, vamos, no pasa nada, si es demasiado pronto... o si no quieres, no te preocupes, yo...

-No es eso Mateo- me interrumpió cogiendo aire con fuerza de nuevo.

La miré, esperando una explicación pero no pareció muy por la labor de darla.

-Otro día tal vez- dije un poco apenado, ¿qué le había pasado? Yo pensaba que le iba a hacer ilusión.

Nunca había querido llevar a nadie antes a una de esas celebraciones, de hecho, nunca antes me había gustado ir, y la primera vez que me apetece, la persona por la que me moría por llevar, no quería. Qué ironía la vida.

Ella asintió, sonriendo y no volvimos a hablar del tema. Yo odiaba cuando hacía eso, Mara era como un libro abierto para la mayoría de las cosas pero cuando se ponía en 'modo enigmático' era como si el libro se cerrase con doble candado y de pronto se volviese imposible de leer y a mí me sacaba de mis casillas.

Cuando llegamos nos dimos una buena ducha que empezamos por separado pero irremediablemente la terminamos juntos y, al poco rato, nos cambiamos y nos tumbamos en el sofá, agotados, a descansar.

-¿Te ha gustado entonces?- me dirigió una mirada cansada y frunció el ceño, estaba exhausta y se le notaba a la perfección- El atardecer- aclaré sonriendo.

-Ah- suspiró, tapándose un poco más con la manta y acomodando su cabeza sobre el respaldo- Sí claro, ha sido increíble. Y el pueblo también...- un bostezo- y la casa y...- otro bostezo- y todo... Gracias, en serio- último bostezo.

Yo reí para mí al ver aquel espectáculo.

-Aunque- interrumpió mi alegría momentánea- me gustan más los amaneceres.

¿Espera qué?

"Amaneceres, ha dicho amaneceres".

Sí, lo he oído, gracias.

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