37

4.6K 319 84
                                    

TAMARA

1 minuto
Enviado

2 minutos
Enviado.

5 minutos
Enviado.

40 minutos
Enviado.

90 minutos
Enviado.

3 horas
Enviado.

3 horas y 14 minutos.
Leído.

Mi corazón se saltó un latido cuando vi que Mateo había visto el mensaje. ¿Respondería?

Pasaron tan solo unos segundos pero mi corazón bombeaba sangre a mil por hora, la tensión era insoportable.

1 minuto
Leído.

2 minutos
Leído.

5 minutos
Leído.

40 minutos
Leído.

90 minutos
Leído.

3 horas
Leído.

24 horas
Leído.

Bueno, estaba claro que no iba a contestar. Y ahora venía el siguiente paso, lo más difícil; aceptarlo, olvidar y seguir adelante.

La gente suele decir que olvidar es difícil, ya sea a una pareja, a un amigo o a un familiar, es lo más doloroso que hay. Hay otros que opinan que esperar también es difícil, incluso más que olvidar. Pero, en mi opinión, no saber por cuál de las dos opciones optar, es la peor clase de sufrimiento.

Y yo ahora ya sabía que tenía que hacer. La segunda. Olvidar.

Olvidar a alguien que me había provocado miles de emociones distintas con tan solo haberlo visto unos pocos días. Olvidar a alguien con el que nunca pasó nada. Olvidar a un amigo, porque eso es lo que fuimos. Y, aun así, sabía que iba a ser doloroso.

Pasé toda la noche en vela, pensando en todo lo que habíamos hablado en ese viaje a Paris. Intenté encontrar alguna pista, lo que fuera, que me indicase que podía haber pasado, pero por más vueltas que le daba, no encontraba respuestas. Lo único que había ido mal había sido esa discusión pero ni si quiera se enfadó conmigo, así que si era por eso... ¿por qué me ignoraba a mí que no había tenido nada que ver?

A la mañana siguiente parecía un zombie. Tenía unas ojeras horribles y me dolía demasiado la cabeza. Pero a las 12 de la mañana recibí un mensaje de Alex invitándome a comer. Al principio dudé pero si quería pasar página tenía que salir de casa, así que acepté su invitación.

La comida fue espectacular. Fuimos a un italiano en el centro y todo estaba riquísimo. Alex era una persona con la que siempre se tenía tema de conversación, desde luego no te aburrías, pero, a pesar de eso, había algo que me faltaba y no podía saber qué era.

"Pues que no es Mateo".

No, no es eso. Olvídate de Mateo.

"Pero como lo voy a olvidar, su sonrisa es perfecta"

Era perfecta, en pasado.

"Y no me hagas hablar de esos perfectísimos ojos azules"

Madre mía, así no hay quien pase página.

"Bueno, y porque no hemos comentado nada de su perfecto culo, pero vamos..."

Vale, ya está bien Támara, céntrate en comer.

"Pero como vas a centrarte si lo que quieres es comerte a Mateo, no ese plato de espaguetis".

-¿Tami? ¿Me has oído?- Alex me hizo volver de golpe a la conversación y menos mal porque me estaba empezando a cansar de discrepar conmigo misma.

Le dediqué una mirada confusa, a la par que ladeé la cabeza y él me repitió lo que había dicho, sonriendo con ternura.

-Decía que, si no quieres más, podemos pedir que nos lo pongan para llevar- estaba señalando mi plato, casi intacto.

-Eh, sí vale, gracias- asentí sonriendo, un poco avergonzada- Lo siento, es que hoy no tengo mucha hambre.

-No te preocupes.

Continuaba sonriendo con la mayor dulzura que había visto jamás.

Mierda, ¿por qué me complicaba tanto las cosas?, ¿por qué me tenía que gustar Mateo y no Alex?

"Ajá. Te gusta Mateo".

Eh, no, no.

"Lo has dicho. Bueno, pensado. Ya no hay marcha atrás"

Vale sí. A quién quería engañar. Me había enamorado completamente de un capullo creído al que había visto un total de 6 días, que vivía en otro país, con el que estaban obsesionadas miles de personas y, por si fuera poco, que me ignoraba como si no hubiera un mañana.

Al bajar del coche delante de mi casa, me di cuenta de que Alex también lo hizo y se dirigió hacia mí con esa misma sonrisa que no había dejado de mostrar en toda la comida.

-Me lo he pasado muy bien- dijo con una sonrisa preciosa.

"Sí, preciosa, pero no perfecta. Ese tipo de sonrisa solo la tiene un señorito".

-Yo también- conseguí decir- Gracias, por todo.

Yo también le dediqué mi mejor sonrisa y el me la devolvió de nuevo, mientras acortaba la distancia entre nosotros. Yo no reaccioné, o no quise hacerlo, cuando sus labios chocaron con los míos, con suavidad. Se separó un poco, mirándome con cautela.

-¿Nos vemos mañana?- me preguntó, con el ceño un poco fruncido, pero todavía a escasos centímetros de mí.

Yo agité la cabeza de arriba abajo, no podía articular palabra.

Alex volvió a sonreírme bastante contento, se subió al coche y se marchó.

Al entrar en casa estaba desorientada. Había besado a Alex pero no tenía esa sensación de mariposas en el estómago que se supone que debería sentir. No tenía esa sensación que solo Mateo lograba causarme con simplemente rozar mi mano.

"Vale, esta misión tuya de olvidar, creo que va a ser imposible".

Pegué un grito contra la almohada mientras me hacía un ovillo en mi cama.

¿Cómo es posible que te guste tanto una persona con la que no ha ocurrido nunca nada?

Maldito Mateo.

"Maldito Mateo".

Y justo cuando en ese momento de desesperación, la pantalla de mi móvil se iluminó.

Supuse que sería un mensaje de Alex y lo desbloqueé sin más para leerlo, pero no fue su nombre el que apareció en pantalla.

Mensaje de: Capullo creído.

Creo que decir que mi corazón se paró, es poco. Me quedé sin respiración, sin habla, sin poder moverme o reaccionar. Tan solo me quedé ahí, parada, mirando con los ojos bien abiertos el nombre de la persona que me acaba de escribir y a la que yo, hacía tan solo un segundo, acababa de insultar.

No podía ser.

Imposible.

Estaba alucinando.

O soñando.

Pero no podía ser.

Cuando por fin reaccioné y abrí el mensaje, lo leí tan deprisa que tuve que releerlo otra vez, para asimilarlo.

De: Capullo creído
Para: Tamara
No lo hagas. No me dejes de escribir, por favor.

Solo nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora