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TAMARA

-¡Oh no! ¡De eso nada! Lo siento, cariño, pero hoy le toca a otro el mapa.- Blair le quitó de las manos el mapa a su novio, mientras le daba un beso en la mejilla, pero a él no le hizo mucha gracia porque vi como fruncía el ceño enfadado.

-Eso es Blair, hoy mandamos las chicas- la animó Leyre.

-Pero si siempre mandáis vosotras- dijo Jacob con una mueca, dándole un golpecito a Leyre en el brazo.

Ella aprovechó el empujón como excusa para abalanzarse encima de él y empezar a pelear.

-Sois ridículamente adorables- les dije, sin poder contener una sonrisa divertida por el espectáculo.

-O ridículamente molestos- corrigió Nerea.- Vamos.

-No, otro bar de ambiente no- Jacob había dejado de pelear para volver a centrar toda su atención en la otra discusión.- Vamos al Louvre.

Inmediatamente todos sus amigos se giraron extrañados.

-¿Qué?- preguntó molesto- Yo también tengo cultura, ¿sabéis?

Pasamos toda la mañana de visita en el Louvre. No nos dio tiempo a ver muchas obras pero sí las principales. 'La Venus de Milo', 'Las Bodas de Caná', 'La coronación de Napoleón'... incluso 'La Gioconda', aunque la cola para verla fue eterna, para los dos escasos segundos de admiración.

Acabamos comiendo en una terraza al sol, cerca del museo.

Y cuando estábamos terminando los postres, de pronto, una gran multitud se empezó a formar justo en nuestra calle.

Todo el mundo miraba hacia la misma dirección, era una entrada de un hotel bastante lujoso.

A los pocos segundos la calle ya estaba llena y varias personas habían chocado contra nuestra mesita a su paso.

-¡Ey, ten más cuidado, imbécil!- gritó Nerea cuando una adolescente pasó corriendo por su lado y casi le tira la cerveza.

Intente no reírme. Nerea realmente tenía muy poca paciencia, casi tan poca como mi madre.

-Nerea, no te entienden, son franceses- le recordé sonriendo.

Vi que ponía los ojos en blanco y se levantó para ver a qué venía tanto alboroto.

Los demás la imitamos, pero era tal la cantidad de personas que era imposible entrever nada.

-Jacob, ven, cógeme- ordenó Leyre, obligando a Jacob a agacharse hasta casi tocar el suelo.

-Cariño...- oí a Blair suplicarle a Luke, con cara de niña buena.

Y, en seguida, ambas estaban subidas a los hombros de los chicos, mientras ellos, por su parte, luchaban por mantener el equilibrio.

-Es en momentos como estos en los que desearía tener novio- me quejé mientras daba saltitos en vano.

Nerea me miró con una mueca pero cambió la cara al instante y empezó a sonreír malévolamente.

-¿Qué pasa?- pregunté, levantando una ceja.

-Si quieres verlo, súbete a la farola- me dijo desafiante, señalando la farola gigante que estaba al lado de nuestra mesa.

-Sí, ya...

Seguía mirándome de la misma manera.

-Ah, que lo dices en serio.

-Claro, venga, Tamara- hizo énfasis en el nombre- no seas aburrida.

Otra vez me estaban llamando aburrida. Yo no era aburrida. Mi madre no paraba de repetírmelo y me desesperaba.

-Vale- dije sin pensarlo.

"¿Vale?, ¿has dicho vale?"

Efectivamente, lo había dicho.

"Pero ¿tú eres tonta? Que nos vas a matar".

Pero ya era demasiado tarde. No sé cómo, pero ya había subido el primer pie a la farola, y me encontré a mí misma escalando.

Tampoco fue muy complicado. La farola, por suerte, tenía varios lugares en los que apoyarse. Y lo conseguí. Creo que pocas veces he estado más orgullosa de mí misma. Había llegado arriba del todo, y sin matarme.

Me senté en un barrote, suplicando mentalmente que fuese lo suficientemente fuerte como para mantener mi peso.

Realmente no había mucha altura, si me caía, tal vez me torcería un tobillo, como mucho, pero prefería no tentar a la suerte, y vivir sin averiguarlo.

Fue entonces cuando levanté la mirada y la dirigí a la entrada del hotel.

Mis ojos se deslizaron primero por una chica rubia, guapísima y con un cuerpo espectacular. Era altísima, me debía de sacar al menos una cabeza.

Luego me fijé en otro chico, también rubio, más bajito que ella, que sonreía alegremente a la multitud.

Y entonces lo vi. Ahí estaba. Era él.

¿Era él, no?

No, no, no podía ser. Seguro que me lo estaba imaginando, o mis dioptrías habían aumentado muchísimo, porque no podía estar viendo a Mateo, saludando, son su maldita sonrisa perfecta, a todos sus fans.

Y cuando pensé que no podía ser peor y que estaba al borde de sufrir un ataque de pánico, me vio.

Clavó sus ojos en los míos, dejó de sonreír y puso una mueca, pero volvió a sonreír a los pocos segundos, todavía mirándome.

No sabía qué hacer y... saludé.

"¿Estás saludando?"

Sí, estoy saludando, como una idiota, desde lo alto de una farola.

"¡Dios mío, que vergüenza! ¡Para ya, o me cambio de cabeza!".

Pero no podía, ni si quiera sabía lo que estaba haciendo.

Y él... ¿me devolvió el saludo?

Volví a la realidad de golpe. Fui consciente de que estaba a más de dos metros y medio de altura y me entró vértigo. Tenía que bajar ya de ahí.

Me di la vuelta como pude y empecé a deslizar mis pies por la farola, de la misma forma que lo había hecho a la subida, pero claro, antes tenía la adrenalina por el reto que me había lanzado Nerea, y, ahora, me temblaban las piernas.

Era predecible, muy predecible y... me caí.

Varias personas se giraron asustadas tras escuchar el ruido tan fuerte que hice cuando choqué contra el suelo, y me encontré con un montón de miradas posabas sobre mí.

Por suerte no me hice daño, así que me pude levantar rápido del suelo, limpiándome el pantalón y con las mejillas ardiendo por el bochorno, seguramente ya tenía la cara roja por la escena que acababa de montar.

Leyre y Blair se bajaron veloces de los hombros de los chicos para asegurarse de que estaba bien. Mientras tanto, Nerea y Jacob se reían a carcajada limpia a mi costa. Les eché una mirada asesina pero solo conseguí que se rieran más.

-¿Mara?

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