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MATEO

-¡Mason! ¡Para! ¡Suelta eso joder!

Le perseguí por toda la habitación intentando recuperar mi cazadora de cuero, pero no había forma. Era mi cazadora favorita y odiaba cuando alguien la cogía.

-¡Tío! Venga, estate quieto y devuélvemela ¡Ya!- Me lancé sobre el haciéndole un placaje- De verdad, cuando vas colocado eres un puto insoportable.

-Y si tú no tuvieras miedo a probarlo, estarías más relajado- dijo riéndose, levantándose del suelo.

-No tengo miedo, pero sabes perfectamente que ni de coña me meto esa mierda. Simplemente soy más inteligente que tú- recalqué.

-Eso no lo duda nadie.

Se había vuelto a tirar a la cama, y tal cual se tiró, se volvió a incorporar de un salto y se fue al baño a meterse otra raya.

-Listo- apareció con una sonrisa enorme y limpiándose los restos de debajo de la nariz.

-Estupendo, pues vamos.

Salimos de la habitación de hotel en la que se estaba alojando ese mes. Mason no era alguien que permaneciese mucho tiempo en un sitio, y creo que por eso me llevaba tan bien con él. Coincidíamos el tiempo justo y necesario para salir de fiesta, pasarlo bien y cuando me empezaba a cansar de su forma de ser, se iba durante unos meses a vete tú a saber dónde, y volvía siempre a aparecer cuando se gastaba todo el dinero que le habían dado sus padres.

Recorrimos el hall de lujo del hotel, dónde ya nos esperaban los guardaespaldas. Fuera había varios fotógrafos y periodistas, algo a lo que ya estaba totalmente acostumbrado y no solía molestarme.

Nos subimos a la limusina y nos dirigimos a la discoteca de la noche anterior. No le había querido dar explicaciones cuando Mason me preguntó 'por qué coño quería volver a esa discoteca de mierda', según él, pero, lo cierto era que, tenía la esperanza de que, por algún casual, Mara estuviera allí, y eso nunca se lo diría a él.

Al llegar, había más chicas de lo normal esperando fuera, seguramente porque, al haber estado yo el día anterior, tenían la esperanza de que repitiese de sitio, por eso nunca solía hacerlo, pero esa noche me dio igual.

Elegí la mesa de la zona vip que daba a la barandilla, allí podía ver a la perfección toda la pista de baile desde las alturas.

Estuvimos una o dos horas bebiendo y bailando con unos amigos y unas chicas a las que no conocía de nada.

Al principio, me estuve fijando en todas las morenas bajitas que iban de un lado para otro del local, pero no encontré a ninguna que se pareciera a ella. Al final me rendí, o iba tan borracho que me olvidé de seguir buscando y me centré en la rubia que tenía a mi lado.

Esa era mi última noche de fiesta en una discoteca, o por lo menos de esa temporada, ya que el lunes volvía a trabajar.

Acababa de firmar un nuevo contrato para grabar una trilogía. Lo cierto es que estaba emocionado, grabar con gente nueva, que no me conocía de nada, siempre me gustaba. Además, se me daba bien hacer amigos rápido, es decir, la gente me ha parecido siempre muy fácil de leer, así que contentarles no era complicado.

Volví de golpe a la realidad cuando la rubia me plantó un beso repentino. Reaccioné y la subí a mi regazo con un brazo, sin mucho esfuerzo.

Estuvimos unos minutos así, hasta que me propuso ir a su casa y, claramente, no me iba a negar.

Al salir, le hice un gesto a Mason con la cabeza en señal de despido, pero ni se percató, iba demasiado colocado, así que me fui.

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