2Ho

1.8K 80 5
                                    

Jongho miraba su reloj con molestia y golpeteaba el piso con su pie. Tenía mucha hambre. Hacía dos horas que estaba parado en la fila bajo la nieve para entrar en ese restaurante al que tanto quería venir. En eso, su teléfono vibra con un mensaje.

Jongho perdona que te avise tan tarde pero no podré ir. Mi madre se enfermo y debo cuidarla—leyó mentalmente.

Bufó molesto por ser plantado otra vez por Mingi. Ese maldito poste nunca tenía tiempo para él. Su novio siempre buscaba la forma de no ir a sus citas y eso ya estaba molestando al pelinegro. Debió hacerle caso a San y terminar con él. Además siempre su pobre madre era la excusa y Jongho comenzaba a creer que ya eran más mentiras que otra cosa.

—¿Alguien vino solo?—preguntó uno de los meseros del lugar.

—¡Yo!—dijo Choi levantando su mano.

—Acompañeme por favor. Lo sentaré aqui, junto al señor que también está solo—comentó el mesero.

A Jongho no le importo mucho y se sentó. Ordenó lo más caro del menú y lo cargo a la tarjeta que Mingi le dio en casos de emergencia. Que se joda.

Y traigame una cerveza con soju.

—En un momento.

Seis, siete botellas...

El pelinegro ya había perdido la cuenta de cuanto había tomado. Y ya nada importaba. Estaba demasiado molesto para recordar tal cosa. Quería olvidarse del alto castaño. Tanto fue lo que bebió que ni cuenta se dió de cuando comenzó a hablar con el chico a su lado. Era lindo y tenía una bonita sonrisa.

—Eres muy...hip...lindo—comento Jongho entre hipidos.

—Tu también lo eres—dijo el peliverde, sonriéndole.

De un momento a otro, Jongho se encontró a si mismo besando al lindo chico alto en el estacionamiento. No sabía en qué momento fueron hasta allí pero no importó. Ese chico besaba muy bien.

—Vayamos a mi apartamento—dijo el peliverde sobre los labios hinchados del más bajo.

—Claro—jadeo Jongho cuando el alto le dio una mordida a su labio inferior.

Durante el trayecto, el menor no dejaba de besar el cuello del peliverde y acariciar la creciente erección. Cuando estuvieron en el estacionamiento del edificio donde vivía el mayor, Jongho se trepó sobre el alto chico, quedando sentado sobre la erección de este.

Besos. Mordidas. Jadeos.

Gracias a Dios, era demasiado tarde para que alguien pasará por allí y los viera. Pero nada era seguro.

—S-subamos...—gimoteo el peliverde.

Ninguno quería salir de esa posición. Jongho disfrutaba gemir junto con el mayor cuando al mover su cadera, la erección del alto se metía entre el pantalón y sus glúteos. Era demasiado excitante.

Conteniendose de no arrancarle los pantalones al menor y penetrarlo hasta morir, el peliverde convenció a Choi de subir para estar más cómodos.

Los minutos en el elevador fueron los más tortuosos para el mayor. Jongho no dejaba de gimotear por atención. No podían hacer nada sino querían ser grabados por la cámara del ascensor.

Una vez en el piso indicado, corrieron hasta el apartamento y cerraron la puerta de un golpe. Dentro del lujoso departamento, continuaron con los besos húmedos y caricias en la entrepierna.

El mayor estaba volviéndose loco por como actuaba Jongho. Nunca se había acostado con alguien que sabía cómo darle placer. El menor hacia delicioso todo toque que le daba.

Como pudieron entraron en la habitación. Ya estaban en ropa interior cuando se tiraron a la mullida cama.

Sin apartar la vista lujuriosa del menor, el peliverde bajo hasta la desatendida erección del más bajo. Le quito los boxers y se metió el miembro a la boca. Su excitación se duplicó al hacer gemir tan deliciosamente al pelinegro. Jongho derramaba lágrimas y gemía del placer sonoramente. Pero antes de que se corriera, el alto se detuvo.

—No...—se quejó el menor.

El peliverde le tendió su mano y Jongho la tomo sin saber que quería el mayor. El alto se agachó y enrrollo las piernas del más bajo en su cuello para así levantarse con el pelinegro. Nuevamente, el mayor se metió a la boca el pene de Jongho. De esa manera este se corrió gimiendo fuerte por el éxtasis.

Bajando a Choi lentamente, el peliverde se sentó en la cama con el menor frente a él. Giró a Jongho y le pidió que se quedara ahí. Se estiró hasta la mesita de noche y saco vaselina y un par de condones. Sumergió los dedos en el lubricante y los introdujo lentamente en la entrada del pelinegro.

—Ah... Ah...

Cuando Jongho se acostumbro a los dedos largos del mayor, este los saco de golpe y metió su palpitante miembro. Sentó al más bajo de espaldas sobre él y se acercó a su oído.

—Vamos cariño, salta—pidio de manera seductora.

El menor acató el pedido y empezó a saltar. Rápidamente llegó al orgasmo a causa de que el alto era tan grande que golpeaba en su punto dulce. El mayor se levantó junto con Jongho y lo arrojó de espaldas a la cama. Se trepó sobre él y separando sus piernas, introdujo denuevo su pene.

—Ay.. ay... Si... Justo ahí—gemia Jongho.

—Me alegra que te guste bebé—sonrio el alto.

Un par de estocadas después, ambos se corrieron. El peliverde se desplomó sobre el cuerpo sudoroso del menor. Para está altura a Choi ya no le quedaba rastro de alcohol en su sistema. No podía creer que había engañado a Mingi. Aish, ya que si no le interesa dejarme plantado.

Soy Yunho por cierto—comento el mayor apoyando su mentón en el pecho de Choi.

—Jongho—le sonrió.

Mañana se encargaría del estúpido mango podrido.

—¿Tienes planes mañana?—hablo Yunho mientras depositaba caricias en el pecho tonificado de Choi.

—Debo terminar con mi novio. Ese idiota me dejó plantado. Siempre lo hace de hecho—comento el menor.

—Vaya idiota—afirmó el peliverde haciendo reír a Jongho—. Es cierto. Eres un imbecil si no te das cuenta de lo que te pierdes, además cojes como los dioses, que más podría pedir.

—¿Quieres venir conmigo?—dijo el pelinegro. No podía negar que se enternecio por las palabras de un desconocido.

—Por supuesto que iré—acepto Yun—. Quiero verle la cara cuando sepa que yo me voy a quedar con su novio, claro si tú quieres.

—Entonces, ¿estás invitándome a salir?

—Si.

—Genial.

Y volvieron a besarse entre risas.

+18 ATEEZ SHIPS (One Shots)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora