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-Eh.

Cuando abrió los ojos tenía la cara de Kim Taehyung a dos palmos de ella. Gia pegó un brinco y se puso de rodillas.

-Buenos días, señor. Son...-tenía que salir del atolladero-. Son las seis y media.

Taehyung se tumbó de lado y apoyó la cabeza en su mano.

-Son las cinco de la mañana, niña. Y estás durmiendo en mi alfombra. ¿Me puedes explicar esto?

A ella le tembló el labio inferior.

-Habla.

-¡Tengo miedo a la oscuridad, señor y no tengo una lamparita para encender una luz por la noche!

Taehyung se llevó la mano a la frente y dejó caer la cabeza en la almohada.

-No me lo puedo creer.

Por un instante, creyó que la echaría por mentirosa, pero Taehyung cogió una de sus almohadas, se la lanzó a la cara y luego le tiró la manta a la cara también.

-Duerme un poco, anda. Mañana arreglaremos lo de tu lámpara.


***

Gia pasó toda la mañana leyendo en una enorme biblioteca que Taehyung tenía en la planta de abajo después de regresar de su casa con dos maletas llenas de cosas.

La casa era como un palacio dónde todo estaba ordenado a la perfección, demasiado grande y espaciosa para él solo.

Se quedó dormida con un enorme libro de poemas encima del pecho. Las butacas reclinables de la biblioteca eran mullidas y muy cómodas y había dormido fatal aquella noche. Abrió los ojos cuando oyó su nombre. Taehyung estaba delante de la puerta vestido con un traje azul marengo y una camisa blanca un poco abierta.

Durante unos segundos no supo dónde estaba ni quién era él hasta que reaccionó.

Salto de la butaca y el libro salió volando. Tropezó con la alfombra y fué dando tumbos hasta llegar a él. Hizo una reverencia y como no se podía poner de rodillas, no supo qué hacer y se llevó las manos a la espalda. Había decidido ponerse una falda corta y una camiseta.

Por supuesto estaba descalza y se había pintado las uñas de los pies de color rosa palo. Tae la repasó de arriba abajo, se quedó mirando sus pies y luego la miró fijamente.

-¿Por qué estás vestida como una adolescente de quince años? No me gusta.

Ella bajó la cabeza. Se quería morir.

-No sabía qué podía gustarle...

Él se giró y dijo:

-Que parezcas mi hermanita, no. Vamos. Enséñame lo que has traído.

Subió detrás de él como alma que lleva el diablo y abrió el armario dónde había colocado pulcramente todas sus cosas.

Él comenzó a sacar ropa.

-No. No... No...-Miró un vestido azul corto y se quedó pensativo -. Sí... No. No. Sí. Sí.

Más de la mitad de sus cosas estaban en la montaña del "no". Ella suspiró.

-¿Pantalones?

No supo qué responder.

-No te quiero con pantalones. Esto es un desastre.

Sacó el teléfono móvil y se fue hacia el pasillo dejándola rodeada de ropa y el armario casi vacío. Cuando regresó diez minutos después le entregó el teléfono móvil. Había alguien al otro lado de la línea.

OBEDECE [KTH+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora