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Gia no podía creer lo que estaba viendo, pero por la cara de susto de Ana, ella tampoco se esperaba la imagen. Taehyung estaba en la cocina, con las mangas de la camisa por los codos.

—¿Está…cocinando…?

Se miraron las dos y luego volvieron a fijar la atención en él.

Cortaba algo encima de una tabla como si fuera un chef. Se giró, cogió una copa de vino que tenía a la derecha y bebió un trago. Al verlas allí plantadas a las dos como dos estatuas de mármol, las apuntó con el cuchillo.

—Tú, al rincón y tú, pon la mesa.

Hizo un movimiento grácil con la mano y siguió triturando un montón de ingredientes que volcó en una olla. Tomó el mando de un televisor que estaba anclado en la pared y puso las noticias. Soltó un gruñido al oír la bolsa y cambió de canal. Un grupo de debate habló de la situación política y el cambio climático. Ana se arrodilló en la esquina más alejada de la cocina y Gia se fue hacia un armario de puertas batientes. No podía quitarle la vista; jamás desde que lo había conocido… ¿Hacía cosas normales como el resto de los humanos? Su teléfono móvil sonó y lo cogió apoyándolo en el hombro.

—Lo he visto, Yoongi. Han subido, pero no lo que Jimin esperaba, pero las otras han dado beneficios así que me siento compensado. Ya me enteré de eso, sí.

Gia dejó todo listo y miró a Ana. Seguía muy concentrada cada movimiento de Taehyung. Cuando lo vio sacar un bote de especias, le levantó las cejas y se ruborizó.

Taehyung se giró hacia ellas.

—Sí, algo así… O me entretengo con algo o las cuelgo en el jardín por los tobillos. Así que he decidido entretenerme… Vete a la mierda.

Lanzó el teléfono sobre la encimera y siguió hasta lo suyo. Al cabo de unos minutos, se apoyó en el borde de la encimera y cogió la copa de vino.

—Gia, vigila esto mientras me ducho. Quince minutos. Luego apártalo del fuego.

—Claro, señor…

Se acercó a él y sintió cómo la observaba atentamente. Cuando salieron de la cocina, ambas volvieron a mirarse.

—Parece que no está muy enfadado…—susurró Gia.

—Sí, lo está. Está demasiado enfadado, por eso está cocinando. ¿Lo hizo alguna vez desde que estás aquí? Siempre le gustó desde crío.

—No… Suele trabajar la mayor parte del día. Pero ahora tiene más tiempo, por ti… así que…

Ana asintió y bajó la cabeza.

—Es otra manera de castigarme… —dijo con un suspiro.

Gia no comprendió lo que acababa de decir, pero tampoco se atrevió a profundizar en el tema. Se sentó en una silla y miró la hora. Al cabo de un rato, apartó la olla del fuego y la apagó. Olía de muerte y estaba hambrienta. Taehyung no tardó en bajar y volvieron a quedar inmóviles. Jamás lo habían visto vestido con algo que no fuera uno de sus trajes impecables. En aquel momento llevaba un pantalón flojo y una camiseta de media manga negra algo ajustada. Tenía el pelo mojado, desprolijo y eso lo hacía ver no tan estructurado como de costumbre.

Ana y Gia no podían apartar la mirada.

—¿Qué? —les preguntó a ambas.

—Nada —respondieron a coro.

Cogió un periódico de la mesa y se sentó en la cabecera. Gia no necesita que él le diga nada. Fue hacia la encimera y se puso a servir la comida. El guiso olía de maravilla.

OBEDECE [KTH+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora