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Soñó con un campo de flores repleto de margaritas. Se mecían por la brisa y el sol le azotaba sus rayos en la cara y le provocaban una sensación de modorra. Bostezó; se sentía bien. Oyó una voz a lo lejos que decía su nombre y sonrió. Ladeó la cara y abrió los ojos.

—¿Te importaría quitarte de encima?

La voz de Taehyung provocó en ella una descarga de dolor en la boca del estómago y recordó dónde estaba; se había quedado dormida encima de él con la mano entre sus piernas –como pudo comprobar—y la camisa abierta.

—Dios mío… ¡Perdón!

Tenía las rodillas entumecidas de todo el tiempo que había pasado en el suelo y al tratar de ponerse en pie le fallaron; se fue hacia atrás y luego hacia adelante para acabar cayendo encima de él. Taehyung la cogió por los hombros, pero ella no era capaz de incorporarse allí encastrada.

—Qué torpe eres.

Se incorporó y, al sentarse, la cara de Gia se quedó pegada a su pecho y parecía que la estaba abrazando. Su olor volvió a golpearle y no se contuvo. Lo abrazo por la cintura y se aferró a él con desesperación.

Taehyung la tenía encima, así que no se podía mover a menos que se levantara con ella a horcajadas, pero no era su estilo; eso pensó ella en un instante. Como también pensó que merecía la pena que después la castigase si con ello podía seguir un poco más así; “metida” en sus brazos.

—Qué estás haciendo…—No fue ni siquiera una pregunta y lo dijo muy bajo y bastante tenso.

—Quédese conmigo, por favor…

Su padre la abrazaba así cuando era pequeña. Trepaba por sus piernas y él la rodeaba con los brazos y la apretaba muy fuerte contra él. Apretó la mejilla en su pecho y sintió todo aquel calor, todo aquel candor…

Taehyung la miraba con los ojos muy abiertos cuando alguien carraspeó junto a la puerta.

—Kim Taehyung se deja tocar —la voz de Yoongi los hizo mirar hacia la puerta.

Estaba de pie allí como un figurín; el cigarro en los labios y una expresión cómica en la cara.

Taehyung se fue hacia adelante y Gia cayó de espaldas sobre la alfombra cuando él se puso en pie.

—No, por Dios…—dijo Yoongi zarandeando la mano derecha—. No me expliques nada que lo vi todo. Aun así…

—Cállate, Yoongi. Supongo que vienes a por los papeles que me pediste –Se abrochó la camisa velozmente, miró de reojo a Gia y echó a andar hacía la entrada—. Vengo ahora mismo.

Ella se volvió hacia Yoongi. Se colocó de rodillas y bajo la cabeza.

—Tienes agallas –le dijo de repente con los ojos como dos rendijas. Dio una calada al cigarro y soltó el humo—. Ayer tuve una conversación muy agradable con tu señor. Te manda recuerdos.

Al oír aquello, Gia levantó la cabeza y lo miró.

—Él ya no es mi señor…

—¿Ah no?

—No lo siento así…

Yoongi asintió muy despacio y caminó hacia ella.

—¿Cuántos hombres como él han pasado por tu vida?

—Solo Romano.

Yoongi volvió a asentir. Se oyó una puerta cerrarse a lo lejos y, al cabo de un instante Tae entraba en el salón.

—Tus papeles –dijo estampándole una carpeta en el pecho—. Y tú; sube y espérame en tu habitación.

Yoongi se volvió hacia Gia. Intentaba ponerse en pie, pero las rodillas le fallaban. Cuando logró estirarse, camino digna y salió del salón. Se quedó un instante junto a las escaleras con la espalda pegada a la pared y el corazón a dos mil revoluciones por minuto.

OBEDECE [KTH+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora