Jungkook estaba delante del espejo colocándose milimétricamente su elegante corbata de seda. Estiró los brazos hacia adelante, giro dos de sus anillos con precisión y se puso la chaqueta con el movimiento diestro de un figurín para luego girarse hacia la puerta.–He quedado con mi mujer para comer –le dijo a Marc con sorna.
–¿Con cuál de ellas, señor?
Jungkook se volvió.
–¿Eres tonto? Estoy siendo irónico. He quedado con Jimin en su empresa. Me apetece dar una vuelta por allí y joderlo un poco.
Se fue hacia la mesa de una de las secretarias.
–¿Tenemos algún pleito pendiente? ¿Denuncia? ¿Amenaza? ¿Algo?
La mujer negó taxativamente con aire petulante y él asintió.
–Qué pena. Quería darle más trabajo a Taehyung, pero no va a poder ser.
Se estiró como un pavo real y avanzó hacia el pasillo. Jungkook se movía por la vida como una hoja mecida por el viento; todo le daba igual. Otro de sus hombres, al verlo pasar, se unió a la procesión y bajaron al parking bajo una melodía que salía de un hilo musical de lo más extravagante. El ascensor iba a su ritmo y Jungkook resopló.
–¿Cómo van mis amigos los chinos? –preguntó al tipo de la cicatriz.
–Sobre ruedas, en un carromato sin frenos y cuesta abajo. Ellos van dentro.
Jungkook rió entre dientes.
–Te voy a subir el sueldo. Tus metáforas me la ponen dura.
El hombre se rió.
–Somos los amos del chiringuito…–dijo con un tono siniestro–. El topo está haciendo su trabajo, pero no bajamos la guardia con él.
Salieron del ascensor y se encaminaron hacia el vehículo. Marc se fue por él y Jungkook se giró hacia su hombre.
Media hora después estaban frente a las oficinas de Jimin y Taehyung. Se topó con Taehyung nada más salir del ascensor.
–Ey, bombón… ¿Sabes que con ese traje pareces un mercenario en vez de un abogado?
Taehyung se acercó a él y Jungkook se inclinó un poco como si fuera a contarle un secreto.
–Si algún día te pasas al lado oscuro, te dejaré darle duro contra el muro a Divania. Ella es una dominante muy buena.
–¿Y a la mujer que trabajaba en contabilidad cómo ayer? Ese dúo no me apetece…
Jungkook tensó la boca. Su guardaespaldas lo miró raro y agarró por el brazo a Taehyung y se lo llevó un poco más lejos.
–Ah…, qué chispa tienes… –carraspeó–. Divania empieza a desarrollar un comportamiento un poco perturbador. Que a ver… No me molesta –dijo con un ademán mirando al techo–, pero tengo la ligera sensación de que esto se va a convertir en algo habitual y… No es idea mía.
Taehyung le dió una palmadita en la espalda.
–Entonces no hay problema porque tú de por sí ya eres perturbador… Creo que hacen una bonita pareja. Si quieres te tramito los papeles para la boda. Hay unos trajes de novia espectaculares que te irían bien.
–Siento que te quiero tanto…–dijo con la cara tensa.
Taehyung lo miró con malicia.
–Mira… Jimin está en el sector de contabilidad.
Se giró, saludó al guardaespaldas y subió al ascensor. Jungkook lo observó hasta que las puertas se cerraron.
–Su abogado sería una buena baza para sacar información. Tiene una expresión de lo más intimidante –dijo el hombre.
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OBEDECE [KTH+18]
FanfictionDesata mis demonios con tus actos para que no tenga que justificar mi locura.