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Cuando abrió los ojos, seguía en el sofá sobre él. Se habían quedado dormidos allí y dio gracias a Dios de que aquel sillón fuera enorme y muy ancho. Taehyung tenía una expresión angelical en el rostro. Las horas de tranquilidad en la casa le habían suavizado los rasgos. Gia levantó la cabeza y se movió un poco apretándola contra él. Escuchaba el trinar de los pájaros en el exterior y el sol empezaba a dar sus primeros coletazos.

Sintió la puerta del sótano. Oyó sus pisadas. Por un momento pensó solo en la sensación de estar allí con él. Era imposible que Taehyung se durmiera en el sofá de madrugada. En otro momento se habría ido a la cama.

-Hola.

Ana estaba de pie delante de la puerta y hablaba muy suave. Parecía cansada, abatida. Gia intentó soltarse de su abrazo, pero Taehyung pesaba mucho.

–Haré yo el desayuno –dijo Ana–. No hace falta que te levantes.

–¡Espera! —susurró–. Le gusta el zumo de naranja natural, y hace… tostadas y café…

Ana asintió con la boca tensa y se fue hacia la cocina.

Taehyung seguía como un tronco cuando Ana trabajaba con una bandeja enorme y la colocó en la mesa de centro. Ni siquiera el olor del café y las tostadas con mantequilla le devolvió la vida.

–Debe ser la primera vez que duerme tantas horas sin que el despertador lo active. Tiene que estar muy cansado…–murmuró Gia.

Tenía el pantalón algo bajado y se le veía la pelvis. Su pecho se levantaba y bajaba lentamente. Ana bebió un poco de café.

–Hoy me iré. Mi semana ha terminado aquí. Supongo que mi madre me recogerá antes de la comida. Aún no lo sé…

Gia se escurrió lentamente, levantó su brazo y se liberó como pudo. Se sentó muy despacio y cogió un poco de zumo.

–Entiendo…

–Ya tengo la bolsa hecha y… Quiero irme de aquí –dijo con un mohín.

Alzó la vista hacia Taehyung y bebió.

–Lo…siento…

–Sigo pensando que no tienes nada especial. Nada diferente a lo que cualquier mujer puede tener… Simplemente parece que eres—dijo con rabia—, compatible con este tipo…

–Yo… Es duro…

Ana chasqueó la lengua.

–Espero que lo sea. No te deseo lo mejor, pero… Da igual.

Taehyung se desesperó, se giró en el sofá y abrió los ojos.

–Mierda… –dijo. Se movió un poco, hizo un gesto extraño y trató de incorporarse.—Mi espalda…

–Te haces viejo… –soltó Ana.

«Es domingo. Su castigo terminó y hasta ellos mantienen ese control y se tratan de nuevo como familia…».

Eso era fascinante.

Taehyung se sentó como si tuviera un alambre en la espalda y movió la cabeza haciendo crujir el cuello.

–No hagas eso. Me pone de los nervios…–dijo Ana.

–¿Qué hora es?

–Las diez de la mañana.

Gia le ofreció una taza de café y él la cogió y se levantó. Se fue hacia la ventana y se estiró. Algo le llamó la atención en el exterior y abrió la ventana.

Miró hacia el jardín, visualizó a Jungkook con sus hombres y sus rostros eran preocupantes.

Cerró la ventana y se giró hacia ellas. Fue directo a la mesa y cogió una tostada.

OBEDECE [KTH+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora