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Gia estaba segura de que se iba a desmayar. Cualquiera que mirase para ella, no vería nada fuera de lo normal; eso sí, no era capaz de ponerse recta del todo y daba la sensación de ser una chica extremadamente cohibida y avergonzada. Pero en el fondo, el problema residía en lo que le había puesto Taehyung. El aparato no dejaba de moverse y su clítoris estaba atormentado de continuó con aquel maldito botón plano que se clavaba en él y se agitaba como loco llevándola al orgasmo cada vez que se relajaba un poco. No obstante, ahí estaba él. Sentado tan tranquilo en el otro lado de la mesa, charlando con unos u otros; muchos de ellos conocidos o clientes, mientras ella trataba de no perder la calma, sonreía, o incluso fingía escuchar la conversación y, cuando se precipitaba al placer más absoluto, apretaba los dientes y se ocultaba tras la servilleta, bajaba la cabeza y se concentraba en algún hilo del mantel para no gritar.

—¿Ya sabes lo que vas a pedir?

Tenía la cara hirviendo y le temblaban las piernas. Su sexo se contrajo en un espasmo y abrió la boca para hablar, pero luego la cerró.

—Señor, lo que…quiera…

—¿Sabes? –dijo sirviendo vino en ambas copas—. Es todo una revelación ver tu cara cuando te corres. Al final vas a tener razón. Ahora entiendo por qué tienes tanta curiosidad por ver la mía.

Arañó el mantel con las uñas de la mano derecha y se quedó sujeta al borde de la mesa cuando la vibración se disparó y su clítoris respondió con una contracción despiadada.

—Mira la carta y escoge la cena –dijo con autoridad mirándola fijamente.

Ella asintió ansiosa y se puso a leer los platos. Veía doble.

—Comeré… Solomillo…a la pimienta… Sí…

Volteó la cara hacia una de las paredes y se vio a través del espejo algo acalorada. Trató de mantener la calma y se colocó más recta en la silla; la vibración descendió y ella soltó todo el aire que tenía en los pulmones.

—¿Algo más?

—No, señor…

—Bien. –Metió la mano en el bolsillo interior de la chaqueta del traje y la vibración paro de golpe—. Te daré un margen mientras cenas. No sea que la liemos en la mesa.

Gia le dio la gracias con un resuello y se arregló el pelo.

—Señor, quería…Quería darle las gracias por lo de antes también.

Taehyung chistó.

—¿Me das las gracias por follarte? Eso es nuevo.

Ella bajó la cabeza.

—Por el modo de tratarme… Sé que lo hizo por mí y….

Taehyung levantó la vista de la copa y clavó sus ojos oscuros en ella como si fueran púas afiladas. Ella se quedó sin voz.

—¿Crees que lo que hice fue por…compasión?

—No… No, señor.  En absoluto, pero fue muy amable y me permitió un poco…

Iba a decir “calor”, pero no se atrevió; la estaba taladrando con la mirada.

—Te dije que lo que pedías tendría un precio. Yo no doy nada por compasión, Gia.

Ella asintió y dio un tragó a su vino.

—No vi…—dijo—. No vi su rostro bien cuando…

Necesitaba decirle que no había visto su cara cuando se corrió con claridad porque le daba la sensación de que aquel juguete era una venganza hacia ella y así se lo soltó.

OBEDECE [KTH+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora