Capitulo 7

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"Sus amigos" Se encontraba tan hundido en su dolor y el propio infierno que creo y no se dio cuenta de que no estaba solo, al menos, no como el creía.

Habían transcurrido ya unos meses en los que, como prometieron el par de soles, estuvieron apoyando incondicionalmente a su depresivo amigo.

Los días pasaban y las pláticas continuas en las que intentaban motivarlo nunca faltaron, incluso lograron un gran avance a su parecer, ya que de vez en cuando el pilar los acompañaba a comer o incluso se quedaba a compartir la mesa después de las reuniones con sus demás camaradas, hablando más que de costumbre, aclopandose al ambiente.

Desde el punto de vista del pelirojo y el rubio todo marchaba de acuerdo al plan, ya que Giyyu era más sociable, se distraía con los demás y tenía bastante tiempo que no había mencionado el nombre de su ex amante.

Si bien, todo estaba aparentemente tranquilo, ambos entusiastas no tenían algo en cuenta, y era que, lastimablemente ellos no acompañaban al pelinegro en las noches o en aquellas tardes frías, era algo comprensible ya que no les podía pedir que no lo descuidara ni un segundo, como si de un bebé se tratara, pero a veces, si le gustaría que las cosas fueran así.

Cuando su finca se encontraba sola, sin ninguna presencia más que la suya y el helado viento se apoderaba de cada habitación, el azabcahe se encontraba recostado en su futón, por más colchas que tuviera, no eran suficientes para abastecerlo del calor que necesitaba, algo le hacía falta, o más bien, alguien.

Podían desirle masoquista, o demente, pero esto no quitaba el hecho de que extrañará al albino, acción que lo hacía sentir pésimamente mal, devido a qué sus dos amigos se han estado esforzando demasiado por ayudarlo, sin embargo, nada de esto lo saca de su tristeza, solo finge por ellos, por dentro sigue estando ese vacío y dolor.

Y todos estos sentimientos eran algo razonables, al final de todo, fueron poco más de dos años en los que el ojiazul se tuvo que acostumbrar al olor del menor, sus caricias, sus labios, su calor, todo esto le hacía tanta falta, se odiaba como siempre por estos pensamientos, pero no podía evitarlo, lo extrañaba con todo su ser.

Lo extrañaba a pesar de las hirientes palabras que le dijo la última vez que se encontraron a solas, lo extrañaba a pesar de que fue tan duro y grocero con el, tan indiferente, lo extrañaba a pesar... De que siempre fue el, el único que llegó a sentir algo.

Cuando lo veía, no podía evitar esas ganas de correr a sus brazos y sentir sus cuerpos nuevamente unidos, quería gritarle a los cuatros vientos que lo quería, que lo perdonaba y que podían empezar de cero, pero esto jamás sucedería, porque después del incidente, el más alto no se digno a dirigirle palabra alguna, ni si quiera un vistazo, o señales de remordimiento, nada.

Todo esto solo le confirmaba que aquellos momentos juntos no fueron nada más que satisfacción, y no lo puede culpar, el fue el que estuvo mal, había prometido que solo se usarían para saciar aquella necesidad, pero, sin darse cuenta se había dejado llevar por sus estúpidos sentimientos, pero esto tampoco era su culpa, durante muchos años estuvo completamente solo, en un mundo gris y sin felicidad, a pesar de esto, tuvo la oportunidad de sentir el calor de alguien más, lo más cercano que tuvo a una pareja después de la muerte de Sabito.

Luego de mucho tiempo pensándolo, llegó a una decisión, tal vez no fue la mejor, pero pudo haber pensado algo peor. Le abrirá su corazón a sus compañeros y fingir a una aparente confianza, les daría la impresión a sus dos mejores amigos que el estaba bien y que su ayuda no fue en vano, sin embargo, el sabe bien que nada de esto es más que una actuación, que el está roto y no importa lo que pase, nada cambiara esto, seguiría lastimado y aquellas hiridas no sanaran, jamás terminarán por desaparecer, al igual que el amor por aquel chico de cabellos blancos.

𝕆𝕕𝕚𝕠 (sᴀɴᴇɢɪʏʏᴜ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora