BELOVED LADY

08

Kaira caminaba por los pasillos sintiendo las miradas de la mayoría de los estudiantes sobre ella, a ella realmente no le importaba sabía que era la única estudiante femenina y que iba a ser el centro de atención por un corto tiempo hasta que el alumnado se acostumbrara a su presencia, pero no creyó que llegaran a ser tan obvios, una cosa era hablar de alguien y otra era empezar a murmurar frente a ella apenas la vez.

No pudo evitar pensar en su vida pasada, ella era una chica muy penosa siempre que caminaba por algún sitio lo hacía encorvada con la cabeza baja y evitaba establecer contacto visual, pero ahora en su nueva vida con ayuda de Igris y con su nueva educación de etiqueta corrigió todos aquellos hábitos y ahora se comportaba completamente diferente a como era antes, ese era uno de los mejores cambios que pudo experimentar; aunque no fue de la mejor forma literalmente tuvo un borrón y cuenta nueva, aún extrañaba su antiguo mundo y muchas cosas de su vida diaria allí, pero en pequeños pasos empezaba a aceptarlo, después de todo, Igris hizo varios arreglos para que así fuera.

Verificó que estuviera en la sala correcta, una vez lo hizo abrió la puerta de la sala de maestros con la total intención de entrar si no se hubiese chocado con otra persona que intentaba salir. Ambos retrocedieron un paso ante el accidente.

— perdón — fue la rápida respuesta de la  pelirroja antes de pasar a un lado del chico y seguir su camino

Aclarando su garganta con una suave tos la pelirroja se acercó al profesor dirigente de su clase. Divus Crewel, un hombre bastante fácil de diferenciar además de su apariencia monocromática orgullosa y destacable de super modelo  era porque no era una figura desconocida para ella, su madre muchas veces participó en los mismos proyectos que él así que mencionó su nombre en un par de ocasiones, fue una sorpresa para ambas enterarse de que no sólo estaba en el mundo de la moda sino que también era profesor de alquimia en la academia.

— buen día profesor Crewel — saludo formalmente con una mano en su pecho y dando una reverencia de cortesía, y pensar que ahora se presenta así y cuando recién aprendía esos modales se le hacia la ridiculez más grande de la vida — recibí indicaciones de buscarlo para recibir mis útiles escolares.

— señorita Pheriom, bienvenida a la academia, el director me informo de su ausencia el día de ayer, no se preocupe, las clases de ayer fueron solo presentaciones e indicaciones generales. — habló sin siquiera voltear a verla, su atención se centraba principalmente en los papeles en su mano — estos son sus horarios y me tome la molestia de redactar toda la información que se dio ayer para usted, su número de casillero es el 34 sus libros y materiales ya están allí, esta es la llave solo tiene dos, cuide de ellas.

Kaira parpadeo como búho ante la rápida y concisa explicación del profesor, definitivamente fue mucho más eficiente que cierto adulto con disfraz de pájaro que pasaba cantando que era muy amable.

— gracias. — dijo con una suave reverencia mientras se daba media vuelta y caminaba sin mirar atrás, de alguna forma sentía que su mera existencia fastidiaba a aquel hombre y lo que menos quería era estar del lado malo de alguno de sus profesores el primer día.

El adulto la observó por unos instantes mientras daba su reverencia, una figura esbelta de una estatura promedio, su cabello fluía suavemente hasta su cintura, asemejándose a las hojas de un arce en otoño, sus pupilas brillaban con un gris azulado profundo que parecía propio de una joya recién pulida. Su apariencia contenía un aspecto encantador que nadie podía negar, no tenía duda de que por su apariencia era la hija de Roxanna, sin embargo su actitud era muy diferente a la de la misma.

Aquellos que habían tenido la oportunidad de convivir con algún miembro de la familia Pheriom podían coincidir con una cosa, eran personas asquerosamente agradables y suaves; la pareja matrimonial era apacible y tranquila, el hombre jamás había mostrado signo de molestia o fastidio en su vida y la mujer tenía la actitud de una liebre mansa, siempre cortes y amable, el hijo mayor era conocido por su actitud caballerosa y de siempre tener una sonrisa suave plasmada en su rostro, por eso la mayoría esperaba que la adorada hija menor tuviera una actitud similar algo totalmente errado y que Divus Crewel acababa de comprobar de cierta forma.