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Kaira acariciaba la espalda robusta y deslizaba sus dedos entre las hebras del cabello de Deuce, entonando lo mejor que pudo tarareaba una suave melodía en un intento de calmar el llanto del chico.

La mente humana era frágil, más de lo que uno quisiera aceptar, unas cuantas acciones o palabras pueden ser un detonante decisivo para una persona que luchaba por reprimir lo que atormenta su vida. Y en este caso las burlas de un par de matones lograron derrumbar la fachada de Deuce.

A Kaira aún le costaba creer que aquel chico enloquecido de ira que derribó a ambos acosadores a puño limpio fuese el mismo que ahora se refugiaba en sus brazos llorando desconsolado. Sabía que todos tenían un lado que resguardaban celosamente del resto del mundo, ella también lo tenía, pero jamás espero ver a su confiable compañero de curso demostrarlo tan abiertamente tras un desafortunado incidente.

— ¡maldición! ¡Lo eché a perder! —

La pelirroja escuchó con pena el sollozo de su compañero, le costaba creer que Deuce en algún momento fue un rebelde sin causa, pero notaba el dolor de su compañero y su profunda pena.

— no tengo derecho alguno a juzgar a alguien más, ni su pasado, ni su presente. Pero si quieres escuchar el consejo de alguien tan inexperta como yo estaré dispuesta a compartirlo. — la pelirroja se separo ligeramente del chico quien aun con sus ojos inundados en lágrimas dio un suave asentimiento — empieza por lo más difícil, perdonarte a tí mismo. — acunó el rostro del peliazul en una de sus manos mientras mantenía su mirada fija en los ojos aquamarina del contrario — La vida a veces da giros y vueltas de formas que jamás habrías imaginado y nuestro peor enemigo está en nosotros en forma de miedo, dudas y desesperación, pero a pesar de eso solo nos queda seguir avanzando, incluso en los días que todo parece irse al carajo debemos continuar con el camino que elegimos. Deuce, nunca es tarde para cambiar pero solo tu decides si es para bien o para mal.

Deuce trago en seco tras escuchar las palabras que le dedico la pelirroja, se separó suavemente de ella y limpió sus lágrimas con su chaqueta del uniforme mientras intentaba regular su respiración sintiendo las reconfortantes palmadas que seguía recibiendo de la fémina. Una vez se sintió más calmado respiro profundamente y sin pensarlo una sonrisa se dibujo en sus labios.

— jeje ya veo — susurro mientras miraba sus manos para poco después cerrarlas en un puño firme. — seguir mi camino.

Kaira observó a Deuce, sabía que ocultaba algo desde el momento que tuvo en la mina de los enanos, por unos momentos incluso llegó a considerarlo peligroso por sus arrebatos de ira pues según ella la forma de hablar y actuar errática era de alguien violento al cual sería mejor evitar, no estaba del todo equivocada pero al menos ahora sabía que debajo de esas fachadas que demostraba al mundo había un corazón de oro.

— ahora esos pollitos podrán descansar en paz —

— ¿eh? ¿Hablas de los que se rompieron? — pregunto la chica confusa viendo la funda en cuyo interior se veían los cascarones rotos — Deuce, esos huevos son para consumo debido a que no están fertilizados, nada iba a nacer de allí.

— ¡¿EHHHHHH?! —

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— ¡terminamos! —

Exclamó con júbilo el pelirrojo cuando terminó de rociar el azúcar glass sobre la tarta. La pelirroja tuvo que mantener a Grim fuertemente sujetado de su lazo para que no se lanzara sobre la tarta recién terminada mientras miraba con algo de pena al desanimado Deuce.

— ¿qué le pasó a ese tipo cuando salieron a comprar? —

Kaira río nerviosa cuando escucho la pregunta de Ace, no podía decirle lo que pasó, el pelirrojo molestaría a Deuce hasta su graduación si se llegaba a enterar de su situación.

BELOVED LADY Donde viven las historias. Descúbrelo ahora