El marinero y la mujer de bronce

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Aquel marinero acostumbraba pasear por la playa en sus tiempos libres

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Aquel marinero acostumbraba pasear por la playa en sus tiempos libres. Se trataba de un hombre joven y entusiasta que apenas unos años atrás se había incorporado a la vida marítima. Un día, cerca del atardecer, durante unos de sus acostumbrados paseos alcanzo a percibir un extraño destello en el mar. El muchacho, quien era valiente y se dejaba seducir fácilmente por la curiosidad, se lanzo al océano. No cesó la búsqueda hasta que pudo dar con el origen de tan peculiar fenómeno.

El misterioso brillo provenía de una estatua en el lecho marino. Era la escultura de una hermosa mujer. De rostro sereno casi melancólico. El joven acaricio su mejilla y pudo percatarse que debajo de una gruesa capa de barro había bronce. Mayor fue su sorpresa cuando a la altura del pecho encontró una pequeña ventana. En el interior pudo observar un corazón de oro incrustado de diamantes.

El marinero no se lo pensó dos veces, era su deber rescatar a aquella mujer de bronce y corazón de oro. Así que decidió llevar la estatua de vuelta consigo. Pero el muchacho era demasiado joven y de complexión delgada. Algunos dirían que incluso era un tanto enclenque. Sus esfuerzos apenas eran suficientes para que la estatua se meciera un poco. En ese momento cerca del lugar cruzo un viejo hombre de mar, capitán de un barco pesquero y amigo del joven en aprietos. Pronto se percato de todo lo que estaba sucediendo.

- ¡¿Qué es lo que estas haciendo muchacho?! - Grito el viejo hombre de mar - Déjalo ya, es solo una estatua

¿Solo una estatua? - Pensó el joven marinero - Acaso el viejo capitán no puede apreciar lo valioso de esta reliquia. No hay escultura en este mundo capaz de igualar su belleza. Es única en su tipo.

El muchacho ignoro el consejo del viejo hombre de mar y continuo con su labor. Ensimismado en su tarea no se percato de que la escultura se encontraba al pie de una profunda fosa marina. Fue entonces que la estatua resbalo y arrastro al joven consigo hacia las profundidades del océano. Al ver esto, el capitán se lanzo a su rescate pero ya era demasiado tarde.

Aquel muchacho debió escuchar el consejo de su viejo amigo, pues para quien es joven y no ha tenido tiempo de fortalecer su cuerpo y su espíritu el amor resulta un implacable océano que fácilmente puede arrastrarte hacia la muerte.

La sociedad de las mulas y otras fábulasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora