Un grupo de marineros se embarcó en un largo viaje alrededor del mundo. Se trataba de tres hombres de temperamento rígido y actitud obstinada. Buscaban enriquecerse a través de las rutas comerciales del Pacifico. Sin embargo ninguno de ellos podía costearse su propia embarcación. Por lo cual decidieron emprender juntos el viaje.
La personalidad enérgica de los marineros dificultaba su convivencia. Por lo que para evitar disputas llegaron a un acuerdo sobre sus responsabilidades a bordo del navío. Uno de ellos se ocupaba de la navegación y el mando del timón. Otro del despliegue de las velas y su cuidado. El último se encargaba del anclaje. Así como del acomodo y mantenimiento de las mercancías u otros suministros.
Manteniendo este esquema recorrieron grandes distancias exitosamente y sus negocios prosperaron. Sin embargo durante su último viaje terminaron atrapados en una fuerte tormenta. Grandes olas golpearon el casco y sacudieron bruscamente la embarcación. Pese a todo pronóstico la estructura sobrevivió casi intacta. Después de una inspección meticulosa el único desperfecto visible era una pequeña grieta al costado derecho de la proa.
El agua comenzaba a inundar el interior muy lentamente. De una manera casi imperceptible. En ese momento habría sido fácil solucionar el problema pero ninguno de los tres marineros estuvo dispuesto a hacerlo.
- ¡Esto sucedió porque nos salimos de la ruta establecida! - Increpo uno de los hombres
- Eso es mentira. Durante la tormenta el barco se balanceaba porque las mercancías no estaban bien distribuidas - Reclamo otro de los marineros - Además Las reparaciones en el casco rebasan las funciones de navegación a las que estoy asignado.
- Bueno, la grieta en el casco tampoco tiene relación directa con el transporte de mercancías - Respondió el último de ellos - Por otro lado, el viento indicaba claramente la presencia de una tormenta. Si las velas no hubiesen estado desplegadas en ese momento ni si quiera nos habríamos adentrado en ella
- Terminar dentro de la tormenta era inevitable - Repitió dejando de manifiesto su cólera - ¡Mi única responsabilidad es el cuidado de las velas! Si el agujero se encontrara en alguna de ellas me encargaría de inmediato. Pero ese no es el caso.
Continuaron discutiendo durante horas sin llegar a ningún acuerdo. Al atardecer, agotados por la disputa los tres marineros se retiraron a sus camarotes. Dejando la resolución del problema para otro día. Sin embargo la situación había empeorado. La grieta paulatinamente se había hecho más grande y durante la noche el frente de la embarcación se inundó por completo. El peso excesivo en la proa causo la fractura del casco y el pequeño navío se hundió por completo antes de que cualquiera de sus tripulantes se percatara de ello.
Ninguno de los marineros fue realmente culpable de la grieta en el casco. Pero los tres pagaron las consecuencias de no sellarla a tiempo.
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La sociedad de las mulas y otras fábulas
Short StoryBreve compendio de fábulas y otras historias cortas que exploran diversos aspectos de la sociedad.