Los simios de nariz rosada

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En una selva muy lejana habitaba un grupo de simios

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En una selva muy lejana habitaba un grupo de simios. Dichos primates se encontraban divididos en dos grupos. Los monos de nariz negra, quienes mantenían el control de la manada. Y los de nariz rosada cuya única labor era acatar órdenes.

Al principio todo los simios eran iguales pero con el tiempo algunos adquirieron la costumbre de arrastrarse entre el fango y olfatear la suciedad. Este actuar provoco que su nariz se volviera oscura. Las circunstancias en que este grupo de primates obtuvo el control de la manada son desconocidas.

Al ser minoría tenían problemas para conservar el mando. Por lo cual idearon una peculiar manera de imponer su voluntad. En un claro de la selva se encontraba una enorme roca de superficie lisa. Los simios de nariz negra, siendo los únicos con la capacidad de usar herramientas, escribieron en el frente de dicha estructura las leyes que regían a la manada. Cuánta agua y alimento le correspondían a cada simio, cuando debían trabajar o descansar, a que arboles podían trepar y cuales debían evitar, entre muchas otras normas. Llamaron a este monumento «La piedra de la sabiduría»

Al principio todos los miembros de la manada acataron la orden. Veían en la piedra un símbolo de fuerza y estabilidad. Durante un tiempo este sistema resulto exitoso pero los simios de nariz negra no perdieron la oportunidad de beneficiarse de la situación. Las leyes comenzaron a volverse más estrictas e injustas para el resto. Una grave sequía, que acarreo la escasees de alimento, vino a ser el punto de quiebre.

Entonces los simios de nariz rosada decidieron sublevarse y esa noche marcharon rumbo a la piedra de la sabiduría. Una vez ahí comenzaron a empujarla con la intensión de hacerla colapsar. Mientras se llevaba a cabo este enfrentamiento gruesas nubes cubrieron el cielo y se desato una fuerte tormenta. Así, bajo una espesa capa de lluvia, el grupo de primates finalmente derribo la vetusta roca. Después la arrastraron hasta un acantilado donde fue arrojada para terminar hecha añicos en el fondo.

Los ánimos se calmaron y la lluvia cesó. Los simios, agotados marcharon de vuelta a su hogar con la seguridad de haber acabado con el viejo régimen.

A la mañana siguiente, al otro lado de la selva ocurrió un extraño suceso. La manada entera, inclusive los simios de nariz negra, se había reunido alrededor de un árbol. Se trataba de una ceiba de espeso follaje y fuerte complexión. Escrito en la corteza de tan magnifico espécimen se encontraba el siguiente mensaje:

«Aquellos miembros de la manada que hayan participado en la destrucción de La piedra de la sabiduría deberán entregar en castigo su ración diaria de alimentos al pie de esta ceiba»

Todos los simios de nariz rosada obedecieron la orden sin chistar. Pues a diferencia de la tiránica e inflexible roca que los había esclavizado antes en esta ocasión las ordenes provenían de una ceiba. Un árbol que conocían bien, que trepaban a diario y que de ninguna manera podría promover leyes que resultarán injustas. Le rindieron honores y le nombraron «El árbol de la benevolencia». De esta manera la revolución llego a su fin.

La sociedad de las mulas y otras fábulasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora