Ser superado

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Trabajo y más trabajo, eso es lo que he visto en todo el día, ayer fue el hecho conmemorativo de presentación de mi puesto. De ahora en adelante era la que me ocuparía de varios asuntos respecto a la seguridad del país creciente, aparte de una amplia carga de responsabilidades que llevar a cabo sobre los hombros con temáticas comerciales, pero contrario a lo que pensaba estaba resultando ser simple de administrar y manejar. Unos cuantos números que contabilizar, entre otros pequeños detalles que debía tener en cuenta.

Analizo las tablas de madera delante de mí y no hago más que resoplar por la nariz. Todas ellas están apiladas en una sinuosa columna desplolija de color castaño claro. Sin embargo no puedo verle muchas desventajas a mi actual estado laboral, he ganado que me admiren o eso es lo que creo pensar.

Al menos ya no tratan de desconfiar de mi, sobre todo los poderosos e imponentes Kijins.

Cuando la ceremonia y la fiesta que dieron los goblins como modo de celebración terminó. Rimuru me escoltó hasta la herrería de Kurobe e hizo un encargo. Supongo que era para el arma que utilizaría como mi otra extensión de mi misma, no se lo que encargó pues no me lo dijo, en cambio recibí de su parte una sonrisa extensa con un dedo entre ella y más tarde de sus labios salió.

- Secreto

Y así finalizó su visita al taller donde se crean las armas, sacandome apresuradamente de aquel sofocante lugar envuelto en un extremo calor insoportable. No tenía ni idea de cómo el corpulento kurobe llegaba a soportarlo.

La puerta de entrada del despacho se abrió de forma repentina, exaltandome, haciendo que diera un ligero brinco en el cómodo asiento y sin querer la tabla que inspeccionaba con suma concentración cayo de mis manos. Ocasionando un eco que retumbo por las cuatro paredes de la oficina, un silencio sepulcral inundo la estancia al darme cuenta de quienes estaban en el marco.

Benimaru y Shion.

Paralizada por ambas miradas un poco perturbadoras, decidí recoger lo que estaba en el piso.

Recuerda, ahora ellos deben respetarte pues tu eres su superior..

Eso es lo que pensaba, aun así todavía podía sentir sus amenazantes miradas sobre mi figura. Con calma tome la pieza rugosa de madera para luego dejarla sobre el escritorio pulcramente barnizado con un pum.

Muy clara resultaba ser su indiscreción de que les caía mal.

Suspire

No tengo idea de que les hice para que su actitud fuera de esta manera.

Cuando estaba decidida a hablar, el rojizo me lo impidió, colocando una tabla en el pupitre. Yo solo lo mire, cabeceando con curiosidad.

- ¿Que es esto? - Pregunte sin temor, llevando la madera hasta la distancia más cercana de mi rostro y leyendo su contenido.

- Rimuru-sama nos encargó que le dieramos esto  - Profirió realizando un gesto extraño -  También comentó que fuéramos más comprensibles con usted. -  Alce una ceja, sin creer lo que acababa de escuchar de la boca del contrario.

Espero que lo cumplan

De ahora en adelante, llevemonos bien ¿si?  -  Comente dandoles una sonrisa a ambos kijins.

Los dos quedaron tipo "Que bicho le pico" mirandose entre ellos con asombro.

Con gusto Ina-sama - Respondió el de pelo rojo alboratado, cambiando su postura intimidante a una más relajada.

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