Las apariencias engañan

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Suave y felpudo, que cómodo. Dormiré a menudo en este exquisito yacer, acomodo con delicadeza mi cuerpo sobre la yerba del claro.

¡Espera!

!Esto no es césped, es pelo!

Entonces recuerdo lo que paso antes de desmayarme, las fauces sobre mi rostro y una fila de dientes en aquella boca lobuna, yo sobre las flores del hermoso claro con un gigantesco lobo encima.

Abro de forma abrupta los ojos, esperando al increíble animal que se lance una segunda vez a por mi cuello pero estoy equivocada y nada pasa.

Con confusión busco con la mirada por todo el amplio lugar, claro no lo veo por ningún lado. Aunque cuando giro mi cabeza, allí esta, detrás de mi, acostado sobre la espesa capa verde.

Ya veo así que el lobo era mi cuidador todo este tiempo. Eso me deja una simple pregunta, ¿Por que no me mató?

Supongo que nadie responderá, bueno..otra duda más que debo resolver por mi misma.

Al sentir los movimientos que provocan las hojas dispersas sobre mi cuerpo, el ser vivo de pelaje blanco se despierta. Estirando su voluminoso cuerpo y agitando la cola para sacudir algunas de las diminutas ramitas impregnadas en ella, luego me atraviesa con su mirada de intensos ojos amarillos. Los vivos iris del lobo me hacen entender que posee inteligencia, muchísima más que cuando me atacó.

Trago duro, pues me espero lo peor.

Una voz femenina inunda cada uno de los rincones de mi cerebro y sin saber que hacer espero a que formule enteramente sus palabras. Notando que en ningún momento el ser blanco a despegado su vista de mi.

- Denka, agradezco el que me otorgará un nombre con un significado precioso - Mientras las palabras aparecen en mi mente, el lobo o bueno loba se acerca lentamente al espacio que hay entre las dos - Mis más sinceras disculpas por haberla atacado de repente, debe comprender que nosostros somos muy territoriales con lo que es nuestro. Para pagar mi descortesía ofrezco que me deje servirla. - Eso es lo último que dice antes de inclinar su cabeza en señal de respeto y reclinar un poco su cuerpo, debido a la altura inmensa que sobrepasa.

Debo haberme vuelto loca, ahora estoy imaginando que los animales hablan. Que será lo siguiente, árboles parlanchines. Carcajeo sarcásticamente, al ver que la loba aún me mira fijamente finjo aclararme la voz, tratando de disimular mi risa.

Cuando estoy por hablarle a la de ojos amarillos, un brillo empieza a formarse delante nuestra y la de patas gruesas se pone automáticamente delante de mí. Protegiendo en gran medida a mi diminuta persona con su descomunal tamaño. Un gutural sonido sale desde lo más profundo de sus cuerdas vocales y enseña los colmillos hacia la masa que se está formando enfrente.

En cambio mi estupor es tanto que no se que hacer, en este día ya han habido muchos sustos, demasiados a mi parecer y indudablemente no quiero otro. Pero contrario a lo que pido la silueta se hace cada vez más presente, junto con ello los gruñidos de Nix más agudos y amenazantes.

La gran loba de un momento a otro deja de gruñir y se sienta tranquila en sus cuartos traseros. Me quedó sin habla, pues la perfecta figura de una mujer se alza majestuosa en mitad del prado, tiene un aura divina que la cubre por completo y su cabello es verde como el césped debajo de mi, su confianza es admirable pues camina de los más elegante hasta donde estoy con una sonrisa en su rostro. Aunque antes de acercarse mucho más a mi, Nix se levanta y se mete en el medio advirtiendo que no de un paso.

- Se que eres una dryade y no se que puede traerte por aquí, pero no te acerques más - Ruge con un desprecio palpable el gran ser blanco, hacia la chica de hermosos cabellos cual color de montañas encapotadas de el más verde vivo .

- Tranquila WinterWolf, es sorprendente ver que aún quedan los de tu tipo por este lugar - mientras habla con la mejor calma del mundo dirige su mirada a mi persona. - Y también es alucinante encontrar a alguien como tu por estos lares, jamás debiste venir a este mundo pero por capricho de un ser melancólico el suceso ocurrió - Y de un movimiento de manos varias lianas salen de la tierra, apresando a la blanca loba. Mientras ella sólo se acerca mucho más al lugar donde me encuentro sentada.

Aquellas últimas frases que mencionó me dejo pensando en que quiso decir con todo eso.

¿Que no debí estar en este mundo?

¿Solo soy un capricho de un ser melancólico?

Es decir que soy un ¿error?

De que estaba hablando, no entiendo ni la más remotas de sus palabrerías.

¿Acaso esto tiene algo que ver con mi pérdida de memoria?

Ese...ser que comentó . Fue el que me trajo hasta aquí simplemente porque así lo deseo. ¿Por su egoísta actitud?

No quiero escuchar, no quiero. Ella hace que me duela terriblemente la cabeza.

Dejame en paz

Mi mentón sube hasta encontrarme con su mirada escarlata y en ese momento siento una horrible punzada en mi corazón. Gimo de dolor, pero ella no me permite apartar los ojos de los suyos.

- Por cierto, mi nombre es Tairyana. Recuerdalo porque vendré de nuevo hasta ti. - Como vino desapareció, aunque ahora sólo tengo más incertidumbre y dudas existenciales que replantearme.

¡Ya basta de estas repentinas apariciones!

El incesante dolor en el pecho aún persiste y yo solo puedo sujetarlo con fuerza, mientras mi respiración es agitada, pesada como un tronco de árbol. A mi lado se sienta la de pelaje suave y posa su hocico sobre mis piernas, mirandome con un brillo de preocupación en sus ámbar iris.

- Quizás no debas viajar en solitario, ¡Te seguiré, Denka! - Afirma la fémina de patas anchas, solo asiento ante su orden, aceptando que ahora no iba a viajar nuevamente sola.

Las punzadas mitigan y me dispongo a acariciar el hocico de Nix, tratando de calmar aún mi agotada respiración.

Pero aún pensando en las palabras de esa misteriosa mujer.

Quizás no deba confiar en ella, pues es sabido que las apariencias engañan.

Otra Vida, Otro Nombre... Donde viven las historias. Descúbrelo ahora