A pesar de que Hanako ya sabía caminar seguían llevándola en el carrito, o al menos algunos trozos, ya que la pequeña se cansaba.
Estaban felices, sentían que podrían ser unos buenos padres y que la llegada de Hanako sería alguno bueno.
Había a veces algunas peleas, es normal, todos querían estar con ella, y más cuando ya comenzaba a caminar y hablar, pero quitando esas peleas, todo era maravilloso hasta que llegó aquel 6 de abril.
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Rindou junto a Sanzu fueron de paseo con Hanako, aunque sintieran que los miraban y los seguían le quitaron importancia, asumieron que era por el porro que se fumaron antes de salir.
El Haitani se fue un momento para comprar alguna chuchería para Hanako y alguna bebida para los mayores, pero cuando llegó vio como Sanzu estaba tirado en el suelo con una herida en la cabeza.
Se acerco a él, comprobó que estaba bien, aunque sangraba mucho no era una herida grave.
—Hanako...¿d-dónde está...?—aturdido preguntó el de cicatrices. —N-no la veo... —¿Q-qué...? —¡Que no la veo Sanzu! ¡No está! ¡No está ni el puto carrito! —Rindou tranquilízate —¡¿Qué me tranquilize?! Han secuestrado a Hanako —Rindou, volvamos a casa, ahí podemos hablar con todos —Vale...
Con ayuda del más alto, Sanzu pudo incorporarse y apoyándose en los hombros del chico y se fueron del lugar.
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Una vez llegaron a la mansión, todos se preocuparon por el de pelo rosa al verlo sangrando, claro, antes de darse cuenta de que ninguno de los dos llevaba el carrito o a la niña.
—¿Dónde está Hanako? —Bueno... —Curemos primero a Sanzu, luego si eso los matamos
De los nervios, ambos tragaron fuerte y se miraron. Una vez curaron al de cicatrices, nerviosos explicaron la situación y el resto se calmó, ahora sabían que no la perdieron por un despiste, sino que fue algo planeado.
—Koko, reúne información–ordenó el líder. —Voy—rápidamente subió a su habitación. —Hermanos Haitani, vosotros buscar en los territorios de otras pandillas, matad si es necesario —Genial~ —Takeomi y Kakucho, id a casa de Takemicchi, posiblemente si es en contra nuestro, puedan dañarlos —S-sí —Mikey, ¿y yo?—preguntó un poco emocionado el de pelo rosa —Ve a descansar —Mikey, ¿tú que harás?—preguntó el de la cicatriz en el ojo. —Me quedaré aquí hasta que Koko tenga algo —Está bien
Dicho todo aquello, todos los nombrados se fueron a realizar las tareas que el jefe les dijo.
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