Los hombres de la organización estaban felices, su hija volvió a casa. Aparentemente la niña estaba bien físicamente, alguna que otra herida pequeña, pero nada serio, o eso pensaban. La primera noche les sorprendió que Hanako se pusiera a llorar, pero en parte lo entendía, podría ser porqué estaba durmiendo en otro lugar, tenía hambre o quería amor por parte de sus padres.
-Shh...tranquila, papi está aquí-susurró Ran cargando a la pequeña. -¿Tampoco puedes dormir?-preguntó su hermano entrando por la puerta. -Mucho café-respondió Koko detrás de él, haciendo referencia a la cantidad de café que bebieron en la búsqueda de la menor. -Joder Koko, que susto -Rin, no hables mal frente a Hanako, burro -Sí~ papá del año~ -¿Tendrá hambre?-preguntó el de pelo blanco. -Comió hace poco... -Podría tener pesadillas -¿Jefe?-preguntaron a la vez girando hacia Mikey. -Pensaba que Sanzu le dio pastillas para dormir-susurró Ran a Koko. -Yo también... -¿Cómo lo sabes Mikey? -Sólo lo sé-respondió cargando con cuidado a Hanako.
Esa noche, la pequeña se quedó durmiendo con el jefe, este cuanto notaba que iba a llorar la pequeña, prevenía las acciones dándole cariño o jugando con ella.
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Los días pasaban, y Hanako seguía con las pesadillas, los adultos ya estaban desesperados, no sabían que hacer, solo podían dormir con ella y calmarla cuando lloraba.
Ran junto a Koko, pensaron hacer algún plan para que Hanako pudiera despistarse en lo que todos buscaban una solución para las pesadillas de la pequeña.
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