Capítulo 6 ❁ Quiero Saber Lo Que Es El Amor ❁

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Siempre creí que era muy difícil lidiar con los sentimientos. No necesariamente con los de las otras personas, sino con los míos también, tener que convivir con todas las sensaciones que me incomodaban en el pecho era aterrador, casi todo el tiempo. Lo peor de todo es que parecía que todos los que me rodeaban sabían lo que estaba sucediendo conmigo.
Existe algo llamado representación social. Básicamente consiste en grupos que representan a un individuo;—en cuestión de principios, religión, comportamiento, pensamientos, etc—un adolescente de diecisiete años, viciado a Game of Thrones y las obras de J. R. R. Tolkien, tiende a incluirse en un grupo con personas con gustos similares; mi vecino y compañero de clase, un completo idiota, prepotente, estúpido y brabucón, tiende a envolverse con otras criaturas como él. Popularmente hablando, son las famosas “camarillas”.

Todo el mundo pertenece a una y eso no es, necesariamente, malo. Es la ley de la socialización humana, siempre queremos estar cerca de aquellos con los que tenemos más afinidad. Creo que lo anormal realmente sería no tener una camarilla a la cual pertenecer.

Lo cual era mi caso.

Sí, tenía amigos,—más de lo que era normal en estos casos—pero no puedo decir que pertenecía a un grupo específico. Me gustaba pensar que esa era una más de mis elecciones, que realmente elegía y prefería estar solo, intentaba convencer a mi propia mente que no necesitaba de compañía en la escuela o que no me sentía mal cuando Namjoon, o cualquiera de los chicos no me podían dar atención.

Pero, sí, esa era mi realidad; era un recién, legalmente, adulto, reprobado en el último año de la escuela, siempre con amigos mayores y sin tiempo para mí, cero objetivos para mi propio futuro. Poco a poco, notaba que no tenía nada que aportar en la vida de las personas; al principio eso no me importaba, ahora era diferente.

Realmente quería mucho tener algo que ofrecer y aportar en la vida de las personas que eran importantes para mí, quería ser más inteligente, una mejor compañía, tener cosas interesantes para contar y más confianza. Seguía siendo un misterio para mí el motivo de que Namjoon, Yoongi, Taehyung, Seokjin y Hoseok no me hayan abandonado, el motivo por el que me continuaban incluyendo en sus vidas e preocupándose porque estuviera bien, yo no demostraba la misma preocupación—aunque realmente la tuviera.

Y mi anhelo de tener todo eso era porque, además de los chicos, ahora también tenía a Park Jimin.

La única cosa que pasaba por mi cabeza, mientras estaba sentado en el suelo al lado de Jimin, intentando hacerlo concentrarse en su tarea y, horas después del acontecimiento en la heladería—que también no quería salir de mis pensamientos—era que nunca sería suficiente en la vida de alguien. Y la confusión por estar demasiado preocupado en ser suficiente en la vida de Park, no vencía mi melancolía en saber que eso era verdad.

A Jimin le gustaban mucho los colores, era innegable; no podía desviar mi mirada de él, cuando volvía y lo encontraba reorganizando sus colores con base a sus tonos—del más claro al más oscuro—y tenía que repetir su nombre varias veces, o incluso moverlo para llamar su atención.

—Jimin, realmente necesitamos hacer esto. ¿Está bien?—pregunté recibiendo un suspiro cansado como respuesta; estaba tan frustrado como él—Es muy aburrido, lo sé.

Estábamos haciendo algunos ejercicios de lectura hace más de cuarenta minutos, pero siempre que Jimin tartamudeaba en más de dos palabras dejaba de hablar, se quejaba, se inquietaba por algunos minutos y volvía a organizar los colores en un orden diferente, que únicamente tenía sentido en su mente.

—N-No me g-gusta la forma en q-que hablo, Kookie…—murmuró.

Noté lo lento que empezó a hablar los últimos minutos, pareciendo que intentaba forzar que las palabras salieran correctamente de sus labios.

Diecisiete Mil Sentidos Para Park JiminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora