PREFACIO

337 38 24
                                    

Saying goodbye is death by a thousand cuts - Taylor Swift

25 de diciembre, 2016

Recuerdo que de pequeña no había ciudad más hermosa para mí que San Francisco, amaba caminar por las calles y saber que había nacido en un lugar tan espectacular. Ha pasado mucho tiempo desde entonces, las cosas son diferentes. Mamá ya no toma mi mano, tampoco repite que está orgullosa de mí... y no es suelo sanfranciscano el que estoy pisando ahora mismo.

La nieve se hunde bajo mis pies con cada pisada que doy y mis dedos afianzan el agarre en el brazo de mi novio. John Carter... joder, me lo decían hace un par de años y no lo creería.

—Lexie, estoy hablándote, cielo —alzo la vista a él que me sonríe de manera tierna.

—Perdona, estaba distraída.

—¿La nieve?

Asiento. Chicago se ve preciosa justo ahora, puede que su compañía esté influyendo en el hecho de que ame tanto esto.

Me atrae a su costado y no puedo evitar sentirme protegida en ese espacio. Mi John, mi ángel, llegó justo cuando creía que no podría más, cuando mi confianza empezaba a caer y mis muros empezaban a acorralarme.

Se detiene frente a una tienda de chocolates y me embeleso viéndolo pedir por mí. Me entrega el vasito del que bebo en la próxima media hora, solo escuchándolo hablar de todos los proyectos que tiene al frente. John es actor, como yo, pero cuenta con mucha más experiencia, apenas entré hace unos meses, y, si bien he tenido buen recibimiento, no se compara al que él posee.

Sus guardaespaldas caminan detrás de nosotros, resguardándonos todo el tiempo, evitando que alguna fan se acerque de más al que ahora consideran el nuevo Johnny Depp.

Lo adoro, y la admiración que siento por él es grandísima, nada hará que se esfume.

Nada.

Los medios viven criticándonos como si les debiéramos algo, yo soy feliz con él y sé que él me quiere también, que no soy una más del montón como todos ellos dicen. Nadie más que nosotros sabe lo que sucede cuando estamos solos, como me mira y venera mi cuerpo, como se hunde en mí con devoción sin dejar de repetirme lo hermosa que soy.

Suspiro cuando el chocolate se termina, John toma el vasito de cartón de mis manos y se lo entrega a uno de los chicos que viene acompañándonos.

El invernadero que se abre ante nosotros es espectacular, mi corazón palpita con fuerza dentro de mi caja torácica cuando me mira como solo él sabe. Le da un apretón a mi mano y nos adentra en el ambiente lleno de plantas.

La decoración navideña no se hace extrañar, me hace ilusión pasar navidad con él, es la primera navidad que pasamos juntos y resulta agradable estar con alguien que te quiere.

Mis ojos vagan por el lugar y quizá me pierdo demasiado viendo a las familias felices alrededor, es mi segunda navidad sin mamá y no comprendo del todo que es lo que tanto echo de menos. No éramos una familia con demasiado espíritu navideño, después de todo. Imagino que es la costumbre, no tengo idea.

Mi mano cae al ser soltada y una extraña sensación se adueña de mi pecho. Giro para ver a John que ha tomado más distancia de la suele haber entre nuestros cuerpos cuando salimos. Mira hacia arriba y noto el muérdago sobre nosotros, sonrío ignorando el mal presentimiento que no quiere irse.

Él se acerca y posa su mano en mi mejilla como suele hacer al besarme, cierro los ojos aguardando por el delicioso contacto que nunca llega.

—Ya no te amo, Alexandra —murmura contra mis labios—. Esto debe terminar.

Mi mirada vuelve a conectarse con la suya, esperando ver la burla, pero no, no es una broma. No cuento con la fuerza para alejarme y me dejo besar por él, un beso con el sabor salado de mis lágrimas que salen a borbotones por mis ojos.

Una breve caricia en mi pómulo es lo último que siento por su parte antes de que se aleje sin más, ni siquiera voltea a ver cómo me encuentro, nada. Camina con esa seguridad tan característica, esa seguridad que creía había compartido conmigo; esa misma que al parecer era prestada porque con cada metro que se instala entre nosotros siento como va desapareciendo de mi cuerpo.

Vuelvo a sentirme como un trapo sucio al que pueden desechar, vuelvo a sentir que no valgo lo suficiente como para que alguien luche por mí.

¿Qué hice mal?

¿En qué momento hice que dejara de quererme?

¿Cómo las cosas cambian tan drásticamente?

Oh, John, ¿por qué yo?

¿Por qué romperme más?

¿Por qué jurarme amor eterno cuando pensabas dejarme así?

Cuando recupero el control de mi cuerpo, camino sintiéndome pequeña. Hay quienes me miran, quienes se mueven para dejarme pasar, quienes sin discreción me apuntan con sus cámaras; no tengo fuerza para evitarlo. Me muevo por la ciudad, intentando hallar el camino a mi departamento, duele mirar alrededor porque hasta el más recóndito espacio lo he recorrido con él de mi lado; los recuerdos me invaden y el frío se cala como nunca antes, ansío el calor de su piel.

Percibo los cortes en mi dañado corazón, son miles de cortes perforándolo a la vez y cada filo son las palabras que se repiten en mi mente, esas palabras que había grabado con cariño pero que ahora no hacen más que destrozarme algo dentro.

Me pierdo entre memorias, entre las líneas de una historia de amor que prometía ser memorable.

Duele y no es un dolor que vaya a detenerse con la caída de mis lágrimas, lo sé porque he pasado horas derramándolas y las punzadas no dejan de lacerarme. Cada herida que creí haber cerrado vuelve a abrirse y es que le di tanto poder a John sobre mí, no tuve en cuenta un escenario como este, jamás lo consideré siquiera. Abrí mis miedos ante él, lo dejé ahondar en mi alma y ha enviado todo en mi contra; ha dejado una marca que no creo poder borrar... porque me metió en su retorcido juego y me hizo sentir un amor que luego me arrebató sin pensárselo dos veces.

No estaba lista, no lo estaba...

This Is Lexie © [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora