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Yoongi observó la inmensidad de la estancia frente a él con cierto nerviosismo. Los olores de las personas a su alrededor se mezclaban, y no habría problema de no ser por la fijación —o el pánico, mejor dicho— que tenía su lobo con los aromas alfas. Puede que tal vez no hubiera alguno de ellos particularmente fuerte, pero para él se sentía como si lo estuvieran acorralando.
Cálmate, se dijo a sí mismo, a su lobo. Ningún alfa va a hacernos daño.
Y era cierto, pero siguió sintiendo el pequeño amasijo de cristal en la boca de su estómago mientras avanzaba por los enormes pasillos del aeropuerto. Incheon estaba abarrotado, gente corriendo de un lado a otro, haciendo colas de facturación y recibiendo o despidiendo a sus familiares.
—Uh, este sitio es enorme —el omega sujetó su maleta con más fuerza. La continuó empujando, buscando con sus ojos rasgados la señal de salida—. Venga, venga...
—¡Yoongi hyung!
El omega pelinegro abrió sus ojos y viró a la izquierda, buscando el origen de la conocida voz aguda y dulce. Durante tres segundos solo vio a desconocidos, hasta que la cara roja y emocionada de su mejor amigo apareció en su campo de visión.
Jimin saltó encima de él, enredando los brazos en su cuello y las piernas en su cintura. El equilibrio de Yoongi no era especialmente bueno y su fuerza no muy notable, por lo que lo siguiente que sintió fue su culo rebotar en el suelo mientras su maleta salía rodando y su mochila se caía de sus hombros.
—¡J-jimin! —quiso reñirlo, pero su tono salió más bien emocionado y los besos infinitos que le comenzó a dar el omega menor en la cara lo hicieron reír—. Ay, ay, basta-
—Te he echado de menos, hyung —el rubio se sorbió la nariz con dramatismo, aprovechando para llenarse del suave olor a vainilla que desprendía Yoongi.
—M-me estás aplastando...
—Oh —el rubio se alejó un poco, pudiendo mirar al hyung de frente. Estaba sentado sobre él, aplastándole las caderas con todo su peso y apretándolo tan fuerte en el abrazo que a Yoongi le costaba respirar—. Perdón, hyung.
El omega menor se puso de pie sin problema alguno, tendiéndole su mano al pelinegro para que se levantara. Yoongi observó con una pequeña sonrisa la cara llorosa de su mejor amigo y lo volvió a abrazar.
—Hum, yo también te he echado de menos —murmuró. El olor del pequeño omega se filtró en su nariz cuando aspiró sobre la mata de pelo rubio. El dulce de leche empalagoso y cremoso le llenó el pecho, su omega sintiéndose automáticamente calmado por el aroma conocido y seguro. Sin embargo, tan solo le tomó unos segundos percibir dos olores desconocidos en su amigo. Se separó de él con los ojos abiertos, alertas—. Chim, ¿qué son esos aro-?
—La maleta había salido disparada —una tercera voz interrumpió el momento. Era profunda, ronca y amigable. Llegó acompañada de un potente olor a canela, uno de los que tenía Jimin impregnados—, un niño se tropezó con ella.
Yoongi se apartó de Jimin y se giró completamente. Su respiración se cortó al ver a dos chicos, alfas, acercándose a ellos con toda naturalidad. El de pelo ondulado y castaño, piel morena y sonrisa geométrica sostenía su maleta a un costado, mientras el otro, más musculoso y lleno de tatuajes, tenía la tez pálida y el pelo azabache liso, se agachó y recogió la mochila olvidada del omega recién llegado en el suelo, colgándola de su hombro.
—H-hyung —Jimin habló con cuidado, como si tuviera miedo de asustarlo. Yoongi lo observó en completo silencio—. Ellos son Taehyung y Jungkook-
—Los alfas problemáticos —susurró el mayor por lo bajo, con su corazón bombeando rápidamente—. ¿Has traído a dos alfas contigo? Jimin-
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Donde Caben Dos, Caben Tres
FanfictionKim Taehyung y Jeon Jungkook son los reyes del campus universitario. Hijos de familias cercanas, ambos alfas se conocen de toda la vida y se odian a muerte. Al menos, eso es lo que le cuentan a Jimin, un omega transferido que se sorprende por el des...