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Jimin observó desde la distancia cómo Taehyung y Jungkook montaban su pequeño set de fotografía, que en realidad solo consistió en varios trípodes con diferentes cámaras —todas cargadas con los carretes que habían tomado del piso del alfa menor— que habían tardado un poco en desempolvar y probar. Se encontraban en una de las zonas turísticas de río Han, que por aquellas épocas calurosas estaba abarrotado de gente paseando, pequeños botes con parejas y amigos dentro y ciclistas recorriendo los alrededores.

La gente se paraba al ver a los dos alfas trabajar, curiosos por lo que estaba sucediendo. Jimin estaba algo nervioso, no iba a mentir. Nunca había posado para nadie y el hecho de que fuera en público no lo tranquilizaba, temía salir mal o no ser capaz de llenar las expectativas de Taehyung.

—Jimin-ah, podemos empezar cuando quieras —comunicó Taehyung un poco después, acercándose a él con una sonrisa y una cámara en mano—. ¿Has traído algo cómodo o quieres hacerlo así?

—¿Uh?

—La ropa —el alfa señaló su atuendo, que consistía en unos pantalones de pinzas color hueso y una camiseta gráfica de color azul—. ¿Quieres posar así o...?

—Ah, no, no —Jimin se acercó a las múltiples pertenencias que habían dejado a un lado de los trípodes, entre las cuales se encontraba su mochila de clase. De allí sacó sus zapatillas de baile y una de las fajas que solía ponerse para evitar el resentimiento en sus lumbares—. En un momento estoy.

El alfa asintió, dejándole su espacio. Se acercó a Jungkook y se aseguró de que todo estuviera a punto, mirando de reojo como el omega se quitaba los pantalones —llevaba unas mallas deportivas debajo—, se ponía la faja en su cintura y las zapatillas de tela para evitar rasguños en sus pies. Tuvo que codear al otro alfa a su lado, que estaba ocupado bebiendo agua a grandes sorbos, provocando que casi se ahogara.

—¿Qué mierda te-?

Taehyung señaló con su cabeza hacia Jimin. Jungkook se quedó completamente callado. El omega era como un maldito sueño húmedo andante. Su cuerpo era esbelto, estaba sutilmente tonificado y tenía músculos alargados, claramente flexibles. Los dos alfas se quedaron mirando como el chico hacía unos leves estiramientos, inclinando su espalda, tocando sus pies con sus palmas, su cabeza con sus rodillas y, finalmente, abriéndose de piernas en el césped como si estuviera hecho de goma.

—Ay, madre —susurró el pelinegro, jugueteando con su labio inferior.

—Diez mil wons a que te pones cachondo —burló Tae, sin apartar su mirada del omega rubio.

—Veinte mil a que te pones tú.

—Bien, veinticinco mil el que lo haga antes —Taehyung selló la apuesta, tendiéndole la mano al alfa menor, quien no dudó en tomarla—. Suerte, cachorrito.

Jungkook bufó. Jimin parecía haber terminado con su espectáculo —del cual no solo disfrutaban sus dos amigos, al contrario. Era una grata visión para todos a su alrededor—. Antes de que el omega se acercara a ellos, tomó a Taehyung del brazo y le susurró con malicia en el oído:

—Te recuerdo que eres tú el fotógrafo, no yo. Suerte mirándolo así vestido durante dos horas.

El castaño le quiso gruñir, pero al contrario sonrió cuando el omega estuvo a su lado.

—¿Crees que sea demasiado? —preguntó el rubio, señalando su pecho completamente desnudo. Así es como solían ensayar en su clase—. Puedo ponerme la camiseta si prefieres.

Donde Caben Dos, Caben TresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora