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Jimin se hizo bolita de nuevo en la enorme cama, intentando encontrar el olor de sus alfas en las sábanas, pero el aroma a polvo era demasiado fuerte en el cuarto. Probablemente había estado cerrado durante demasiado tiempo.

Sentía retorcijones en su barriga y un vacío en el pecho que le había provocado un leve lagrimeo. No sabía lo que estaba sucediendo, pero sus manos temblaban demasiado como para volver a tomar el teléfono de la mesita de noche y llamar a alguien que pudiera ayudarlo. Su cerebro estaba completamente en blanco, solo con los gemidos lastimeros de su lobo resonando contra sus oídos.

—Ah —jadeó cuando una punzada de dolor azotó sus sienes. Intentó masajearse con sus dedos, pero sus extremidades parecían no querer hacerle caso. Era casi como si no tuviera el control de su propio cuerpo—. M-mierda...

Intentó pensar en alguna explicación lógica. No podía ser un celo, jamás le habían dado de esa manera y estaba aún a varias semanas. Tampoco creía que fuera ansiedad acumulada, como había sugerido Yoongi, porque normalmente lidiaba con ello en todos sus sentidos, no con el malestar que le estaba dando en ese momento. Estaba seguro de que, si había ruido a su alrededor, no sería capaz de escucharlo debido al molesto dolor en su cabeza.

Era... imposible que se debiera a un embarazo. ¿Desde cuándo los síntomas incluían encontrarse así a los dos días de haberse formado el feto? ¡Habían usado condón! ¡Y habían pasado menos de 48 horas! Era absurdo, improbable, tenía que ser otra cosa, tenía que-

—¿Jimin?

El omega dejó escapar un lloriqueo extraño cuando la voz preocupada de Taehyung llegó a sus oídos. Parecía que era lo único que su lobo quería escuchar, a lo único que estaba dispuesto a reaccionar, pues el vacío en su pecho se fue llenando lentamente y lo tirones en su barriga disminuyeron. El dolor de cabeza no se fue, sin embargo.

—T-tae... —estiró su brazo, no sabía muy bien hacia dónde, porque veía todo borroso. Borroso como si hubiera una película blanca recubriendo sus pupilas—. Tae, ¿qué está pasando?

El alfa dejó las bolsas de la panadería en el suelo, importándole una mierda que los bollos que había comprado para desayunar se aplastaran. Corrió hacia la enorme cama de la habitación principal, tomando la mano que Jimin le ofrecía y observando con ojos grandes y preocupados como omega temblaba. Tenía sus pupilas dilatadas, ocupadas por el potente color plateado de sus iris.

—K-kook viene en un momento —murmuró—. Te hemos sentido, Jimin. Era como si tironearas de-

—¿Sentido? —el omega pareció asustado—. Pero nosotros no...

—Lo sé —Taehyung lo interrumpió. Acarició el pelo rubio de su chico, que estaba revuelto y algo húmedo por los escalofríos que había estado experimentado—. Dios, mi amor. Estaba tan preocupado...

—¿Qu-qué me pasa en los ojos? —murmuró el mayor—. No veo bien, no te distingo bien.

—Es tu lobo. Está demasiado exaltado, tienes que calmarte y tal vez vuelva a la normalidad.

—Está bien.

El alfa se acomodó a su lado como pudo, tomándolo entre sus brazos y recargándolo en su pecho. Jimin enterró la nariz en su camiseta, inhalando el aroma a canela y leve sudor por haber ido corriendo, pero importándole bien poco. Al contrario, su lobo parecía querer tomar la prenda y revolcarse contra ella para que el olor se marcara. Taehyung le acarició el muslo, que descansaba sobre su regazo.

El omega pareció calmarse con el paso de los minutos. Se mantuvieron en silencio hasta que el sonido de la puerta de entrada siendo abierta y posteriormente azotada llenó el apartamento. Cuando Jimin abrió los ojos para mirar hacia la puerta, ya podía enfocar mucho mejor y distinguía perfectamente las cosas a su alrededor.

Donde Caben Dos, Caben TresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora