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Cuando Namjoon llegó al apartamento que compartían Jungkook y Hoseok, todo estaba en completo silencio. Las cortinas estaban en su mayoría bajadas, pero el material transparentoso dejaba pasar los rayos de luz de la media tarde.

Al alfa le preocupó la ausencia de olor a eucalipto en el piso. Solo notaba la leve presencia del olor fuerte a café, pero era casi como si Hoseok no viviera allí. No sabía si llevaba así desde el sábado, pero si su lobo llevaba sin manifestarse tantos días no era buena señal.

—¿Hobi?

Namjoon dejó su mochila en el sofá que había en la sala de estar y se dirigió por inercia a la habitación del mayor. Abrió la puerta sin pedir permiso, pero sorprendentemente no lo encontró allí.

Tan solo quedaba otra habitación en la que revisar y se dirigió a ella. Abrió la puerta del cuarto de Jungkook, encontrándolo vacío, pero con la cama deshecha, y la puerta del baño privado ajustada, dejando entrever la imagen de Hoseok agazapado, vomitando en el váter.

Namjoon corrió hasta el alfa mayor y se arrodilló a su lado, acariciando su espalda y apartándole el pelo de la cara. Hoseok se veía demacrado, con su cuerpo temblando por las arcadas y algunas lágrimas escapándose de sus ojos debido al esfuerzo.

Había notado la presencia de Namjoon nada más pisó el departamento. Había provocado un revoltijo en su pecho que lo hizo marearse y sintió la poca comida que había ingerido subirle por el esófago. Sabía que era una reacción de su lobo, que llevaba desaparecido desde el domingo por la mañana. Era normal que los lobos se mantuvieran durmiendo la mayoría del tiempo, pero nunca dejarlos de sentir por completo. Era la primera vez que se sentía vacío, como si no hubiera nadie haciéndole compañía en el fondo de su pecho.

Cuando pudo controlarse y las arcadas desaparecieron, Hoseok levantó la mirada y se quedó observando el semblante preocupado de su amigo. Namjoon seguía acariciándole el pelo, revisando absolutamente todo su cuerpo con los ojos.

—¿Estás bien?

—¿Qué haces aquí? —Hoseok se levantó, siendo ayudado por el menor e ignorando su pregunta—. ¿Y Jungkook?

—Le he pedido que se vaya. Voy a quedarme contigo hasta que te recuperes —Namjoon lo acompañó hasta la cama, notando lo flojo que estaba el mayor y lo mucho que le costaba dar pasos certeros. Aun así, lo vio con intenciones de quejarse—. Y me da igual lo que digas, no me voy a mover de aquí.

Hoseok suspiró. Se dejó ayudar en silencio, volviendo a la cama de Jungkook y rodeándose con las mantas. Tenía frío, a pesar de estar a las puertas del verano, y se había refugiado allí con la esperanza de que el olor a café del alfa azabache lo ayudara.

—Tienes fiebre —afirmó el menor, tocándole la frente con los labios. Hoseok suspiró por el tacto, volviendo a sentir un vuelco en su pecho, solo que menos violento—. Voy a prepararte una sopa, te hará bien.

—No tienes por qué-

—Hoseok, basta —susurró Namjoon, frunciendo el ceño—. Voy a quedarme contigo y vamos a recuperar a tu lobo, me da igual cuánto te resistas.

Hoseok puchereó y le dio la espalda, intentando ignorar las mariposas en su barriga. Namjoon besó su cabeza y se marchó del cuarto durante unos minutos que fueron suficientes como para que se durmiera.

El menor ideó todo tipo de escenarios en la cocina, mientras juntaba todos los vegetales que encontró en la nevera y preparaba una sopa con caldo de pescado. No tardó más de media hora en terminar y llevarle el plato al mayor, encontrándoselo completamente dormido.

Donde Caben Dos, Caben TresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora