9. Sentimientos.

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—No se olviden que los queremos un montón —Rose le dio un beso en la mejilla a sus dos hijos—. Los echaremos mucho de menos.

—En un par de meses ya no te librarás de mí, ¿eh, mamá? —comentó Jordan, haciéndola reír entre lágrimas.

—No puede ser, parece que fue ayer cuando les llegaron las cartas —se giró para limpiarse una lágrima se que se le había desbordado.

—Todo está bien, mamá —Danna le tomó el brazo—. También te queremos.

La mujer los abrazó a ambos y luego le hizo lugar a su marido para que también lo hiciera.

—No me den problemas —pidió éste—. Jordan, esfuérzate en los EXTÁSIS.

—Sí, papá.

—Danna, deja a ese chico... Urquhart. No creo que te convenga.

Danna se encogió de hombros. —Quizá lo intente.

John reprimió una sonrisa. —Cuídense, chicos —les dio un corto abrazo a ambos.

Danna y Jordan se fueron por turnos mediante la red flu, el colegio había decidido implementarla para asegurarse de que los alumnos llegaran bien al colegio, en tiempos de guerra, cosas como esta solo le recordaban a Danna que lo peor se acercaba.

Por suerte aparecieron en una de las chimeneas de su sala común, por lo que solo tuvieron que arrastrar su equipaje hasta los dormitorios. Cuando Danna entró al suyo para dejar su baúl, encontró a Pansy, acomodando sus cosas junto a su cama, ésta le dirigió una mirada fría y siguió en lo suyo.

Con el ritmo agitado que Danna había mantenido los últimos meses Pansy ni siquiera ocupaba el lugar de una preocupación en su cabeza, lo cual hacía que resultara ridículo que ella siguiese teniéndole remordimiento.

—¿Todo bien contigo, Parkinson?

Pansy la miró por el rabillo del ojo. —¿Por qué te importa?

—No me importa, pero me parece ridículo que sigas actuando así después de tanto tiempo.

—Por mí puedes quedarte siendo prefecta todo año, y el siguiente —respondió, doblando su ropa con más fuerza de la que se consideraría normal—, no me molesta —aclaró, aunque su voz se había vuelto un poco más aguda.

—No solo por el cargo, desde que Daphne y yo dejamos el grupo,  solo te dedicabas a molestarnos, ¿recuerdas? —Pansy no dijo nada y continuó en lo suyo—. Entonces a eso se resume tu vida, ¿no? —inquirió Danna, después de un momento de silencio—, me molestabas a mí, a Daphne, y no has podido dejar en paz a los pobres Gryffindor tampoco, a Granger la odias, a los Weasley también, y lo tuyo con Martin es personal.

Parkinson se giró en redondo hacia Danna. —¿Qué dices?

—Por favor, Pansy, todos sabemos que estás enamorada de Draco todavía.

Pansy no se molestó en negarlo, solo apretó los labios. —¿Y cómo entraría Martin aquí, eh?

Danna se dio cuenta que no podía revelar nada de lo que sabía en torno a Draco sobre Sophie porque eso implicaría desvelarse a sí misma escuchando conversaciones ajenas.

—Tienes razón, quizá solo la odias porque es perfecta —se encogió de hombros, y salió de la habitación.

—Jódete, Danna —escuchó cuando iba de salida.

Bufó, no estaba en sus planes discutir con nadie el primer día, pero a Pansy le bastó con picarla un poco para que Danna intentara descargar todo el estrés que había acumulado durante semanas.

Only For You, Pretty | Theodore NottDonde viven las historias. Descúbrelo ahora