𝐭𝐡𝐢𝐫𝐭𝐞𝐞𝐧

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Las calles estaban frías, algo que Iván agradecía. Ya no había verano, todo era otoño casi invierno. Su cumpleaños se acercaba, y le hacía ilusión celebrarlo, su vínculo de amigos había crecido. Tenía ganas de ir a la pista de hielo en verdad, desde el año pasado que no salía a eventos como estos con nadie. Por lo general, Nicolás se iba a celebrar las navidades con su familia, y en ese entonces todavía no conocía a Alejandro u alguna otra persona. Él no sabía patinar. Cuando era pequeño, su madre no le dejaba siquiera entrar debido a su conocida ceguera. Mucho menos montó en las atracciones de las ferias de primavera, su diversión era limitada. Consideraba que Alejandro iba a acompañarlo toda la tarde y ayudarlo un poco.

Alejandro no invitó a Nicolás, y eso de primeras le pareció bastante extraño; sumando el hecho del otro día en su baño. Había escuchado toda la conversación, ellos no eran discretos. Alejandro usó un tono dominante hacia Nicolás, algo que nunca planeó oír. A pesar de que sus ojos no eran capaces de ver, podría hasta jurar que Nicolás disfrutó del comportamiento de Alejandro. Él lo acompañó durante toda su niñez y adolescencia, lo conocía como la palma de su mano.
Después de ese "pequeño incidente" Nicolás se marchó con la cara como un tomate de su casa, dando un portazo. Alejandro por su parte se había quedado rígido, al igual que Iván. Tantas cosas en pocos minutos eran difíciles de procesar.

Iván quería preguntarle a Alejandro si Nicolás mantuvo contacto con él estos días en los que los tres no tuvieron oportunidad de juntarse. Ahora solo eran Iván y Alejandro. Iván no quería que su grupo se dispersara después de todo, tenía suficiente con lo ocurrido con Rodrigo. Martin tampoco había mostrado señales de querer quedar un día y hablar como los viejos tiempos. No eran muy cercanos con Angie y Tomás, pero las veces que salían con ellos era bastante divertido.

Extrañaba eso.

Pero más extrañaba a Rodrigo, y estaba cansado de repetírselo una y otra vez.

—Iván, decídete. ¿Agua o fanta? —preguntó Alejandro viendo el menú de bebidas que tenían en el mini bar.

Se habían parado un momento. Alejandro decía que estaba cansado de estar de pie todo el rato, así que aprovecharon para sentarse y tomar algo mientras hablaban de temas triviales. Iván, sin embargo, estaba en otro planeta. Su mente no prestaba atención a lo que Alejandro le contaba. De todas formas, no era como si sus anécdotas fueran de gran importancia.

—Whisky.

Alejandro lo miró con las cejas alzadas. Iván lo había dicho decidido. No acostumbraba a pedir bebidas de esa clase.

—No creo que sea buena idea, Iván, vas a patinar y puedes hacerte daño. —explicó Alejandro dejando la carta encima de la mesa— Y ya sabes lo que pasó la última vez que tomaste.

—Eso fue hace casi dos meses, Alejandro. —intentó excusarse Iván.

Iván suspiró por el silencio repentino de su amigo. Sabía que no estaba de acuerdo. Iván era un adulto que podía decidir por sí mismo, pero patinar borracho no era una idea muy segura que digamos. Iván sólo quería perder el sentido común por unos instantes, tener esa cantidad de pensamientos en su cabeza segundo tras segundo era irritante.

—Un agua tibia estaría bien. —dijo olvidando lo anterior.

Oyó a Alejandro chasquear la lengua y llamar a uno de los muchos camareros. Pidió sus bebidas y miró a todos los rincones, como si estuviera esperando la presencia de alguien más. Iván, en cambio, movía sus dedos con la mirada fija en la pared. Pensaba y pensaba, lo hacía tanto que bajó la cabeza y soltó un quejido. Era devastador. Sólo podía formular el nombre de Rodrigo. Rodrigo, Rodrigo y Rodrigo por todas partes. Eso era hasta irreal. Pensar tantas veces en una sola persona daba miedo. Si alguien entrara en su cabeza y viera el panorama lo tomaría por loco o peor.

𝘀𝘄𝗲𝗲𝘁 𝗯𝗼𝘆 [pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora