𝐟𝐢𝐟𝐭𝐞𝐞𝐧

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Rodrigo no sabía en qué momento.

Iván se movía frenéticamente encima de Rodrigo. Sus labios estaban rojos y desgastados por las heridas de Angelica, aunque a Rodrigo le encantó saborear el escaso líquido rojizo mientras Iván jadeaba y suspiraba en su oído. Era la cosa más caliente que nunca antes había hecho con alguna otra persona. Él tenía mucha experiencia, pero ninguna se asemejaba a la pequeña obsesión sexual que tenía hacia el chico de pestañas largas. Iván era sexy y cautivante, su cuerpo delgado pero aún así tonificado, sus mejillas, sus manos, todo de él. Rodrigo lo quería.

Ese cuerpo era suyo.

Rodrigo ya había decidido a Iván de su propiedad. Y eso no estaba bien, Rodrigo no había sentido tal necesidad de proclamar a alguien como suyo, pero Iván... a Iván no podía dejarlo ir. Quería ser el único y afortunado en poder verlo desnudo, en sentirlo tan cerca hasta que su pene doliera por el ambiente. Iba a quedarse con ese deseo cueste lo que cueste. Rodrigo era un hombre de palabra, y cuando tenía un objetivo siempre trataba de cumplirlo.

Maldición, ¿qué le estaba pasando estos meses?

Hace un mes se estaba quejando de que Tomás trataba a Iván como si fuera un juguete, pero él hacía exactamente lo mismo. No podía evitarlo, algo le decía que lo mantuviera vigilado a toda costa, alejarlo de todo aquel que quisiera ponerle las manos encima, incluso Nicolás. Rodrigo sentía simple atracción, no podría amarlo de otra forma.

Sin embargo no pudo vencer al salvajismo y besó a Iván con todas sus fuerzas. Sus manos estaban en las caderas del otro chico, dando apretones de vez en cuando.

—Rodrigo. —gimió Iván pasando sus dedos entre las castañas hebras de Rodrigo.

La piel de Rodrigo se achinó con tan solo escuchar a Iván decir su nombre de esa manera tan lasciva.

—¿Y la chica? —preguntó Rodrigo sin apartarse en lo absoluto.

Iván quedó en silencio por unos instantes, mas parecía convencido de lo que iba a decir. Rodrigo agarró sus nalgas y dio unas cuantas palmadas, asegurándose de que no se fuera a caer de su regazo. Quería repetir esa clase de cosas con Iván, nunca tendría suficiente.

—¿Qué chica?

Iván se había olvidado. Se había olvidado de lo ocurrido con Angelica, se había olvidado de todo. Rodrigo era el causante. Él lo distraía, le hacía decir y hacer cosas raras.

Por ejemplo, no debería haberse lanzado de esa manera.

Prometió no darle muchas vueltas al asunto, aunque llevaba unas semanas sin quitarse a Rodrigo de la cabeza. Oh, diablos, le acababa de llamar "Rodri" con un gemido. Realmente no estaba siendo coherente. Iván nunca llegó a imaginarse que su vida diera un giro inesperado a causa de Rodrigo. Nunca esperó hacerse su amigo, nunca esperó emborracharse con él estando presente, nunca esperó caer en la desgracia del amor no correspondido.

—Me acabas de decir que-

—Cállate y tócame.

Iván sonaba desesperado. Rodrigo cedió sin quejarse, esperaba ese permiso con ansias. Pasó sus frías manos por el desnudo torso de Iván, dando caricias circulares.

—Esta es la mejor mierda que he podido presenciar.

Tomás rió a través de la puerta. Iván paró en seco y tragó saliva, escondiendo su cara en la nuca de Rodrigo. Rodrigo frunció el ceño y alzó la vista para acto seguido encontrarse con Angie, Tomás, Martin, Alejandro y otra chica que no conocía de nada mirándolos especulantes. Joder, pues no eran pocos. Habían sido pillados en un acto tan sensual como lo era el mismísimo sexo.

Eso sin duda demostraba la falta de sentido en Rodrigo, pues él negaba rotundamente algún tipo de predilección hacia Iván.

—Les recuerdo que es un baño público. —dijo Angie entrando en el lugar con la mano entrelazada a la otra chica— Por cierto, ella es Brisa.

—No hip tenemos tiempo para hip presentaciones.

—Este imbécil ha estado insoportable todo el camino. Nos lo hemos encontrado por la calle y llevaba una señal de tráfico encima, decía que se la quería llevar a su casa para decorar. —Martin soltó una risa y miró a Alejandro, quien también rió aunque no logró entender del todo bien las palabras de su amigo.

—Hace unos minutos lo llamé y me contestó bien.

Rodrigo posicionó a Iván a un lado con sumo cuidado y se levantó del pequeño banquillo.

—Hola, Brisa, soy Rodrigo y él es Iván. —Rodrigo señaló al nombrado y saludó amablemente.

—¡Hola! Angie me ha hablado mucho de ustedes, dice que son ambos unos gays de mier-

—No sabe lo que dice. —interrumpió Angie tapándole la boca con la mano.

—¿No vamos a hablar del hecho de que Rodrigo e Iván estaban a punto de follar? —habló Tomás.

—¿Y a ti qué más te da? —murmuró Iván un poco molesto.

Iván se puso de pie y puso sus manos en los hombros de Alejandro. Él estaba notoriamente sonrojado e ido de sí. Por lo que sus amigos contaban, había hecho cosas estúpidas, y Alejandro no era de hacer cosas estúpidas. Su plan funcionó a la perfección, gracias a él, Iván casi deja de ser virgen en una forma literal. ¿Lo agradecía o lo repudiaba?

—¿Dónde fuiste después de irte de la pista, Ale?

Alejandro movió la cabeza hacia un lado.

—¿Hoy es miércoles? —respondió desviando el tema, intentando ver algo aparentemente invisible en su muñeca izquierda— Mi reloj dice que son las tres.

—Como se nota que se droga por el culo. —soltó Tomás poniéndose las manos en la frente.

—Martin debería saberlo, se fueron juntos. —Inquirió Rodrigo buscándolo con la mirada—¿Dónde está?

—Genial, se nos desapareció un teletubbie. —Tomás abrió la puerta y caminó hacia afuera una vez más, esperando encontrar al ya conocido entusiasta chico de lentes.

—Deja de ser un tarado. —se quejó Angie siguiéndole mientras arrastraba a Brisa a sus espaldas.

—¡Mi teletubbie favorito era el verde! —comunicó Alejandro yendo tras ellos.

El baño se mantuvo en silencio, un silencio que Iván y Rodrigo disfrutaron. Sus amigos eran ruidosos, y todavía estaban avergonzados por la escena ocurrida aunque no lo pareciera. Angie le echaría en cara a Iván todo eso al día siguiente, y lo sabía más que bien. No tendría ninguna respuesta a dar, porque él tampoco sabía el por qué, pero solo era consciente de que los sentimientos hacia Rodrigo incrementaban día a día. La distancia no servía de nada.

—Gané tiempo para que nos dejaran solos. —Rodrigo se lavó la cara, viendo su reflejo en el gran espejo— Hablé antes con Alejandro y me dijo que estaba con Nicolás.

Iván estaba confundido, se suponía que Nicolás y Alejandro habían peleado y no hablaron durante estos días. ¿Qué pasaba con ellos realmente? Iván quería saberlo, sabía que si él no preguntaba nunca iba a enterarse del tema.

—Sobre lo ocurrido ahora, yo-

—Te llevaré a mi casa. —dijo agarrándole de la mano, decidido.

—¿Qué? ¿Ahora? —preguntó— No podemos.

—¿Por qué?

—Porque no podemos dejarlos solos.

—¿Eh? El "plan" principal era que nosotros dos nos encontráramos y pudiéramos solucionar el problema, y ya lo hemos hecho. ¿Por qué debería importarte el resto?

—Son mis amigos, también los tuyos. —Iván le dedicó a Rodrigo una mirada amarga.

—Vamos, y te curaré las heridas.

Rodrigo no iba a cambiar de opinión. Iván no tuvo otra opción que aceptar resentido.

Estarían solos, en casa de Rodrigo.

𝘀𝘄𝗲𝗲𝘁 𝗯𝗼𝘆 [pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora