CAPÍTULO 5

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- Estás pillada por él.

- ¿Qué? ¿Por qué coño iba a estarlo?

Rosa me miró con una cara muy amenazante.

- No te hagas la tonta.

- No sé por qué iba a enamorarme de él.

- No dije que estuvieras enamorada. Pero sí te gustó desde el primer momento, tuvisteis la oportunidad de besaros, se os jodió, te frustraste, bailaste con Rubén para que te hiciera caso pero solo te faltó que te mandara a la mierda y acabaste en el baño llorando. Pero no, no estás pillada. Para nada.

- Nadie se pilla en un día.

- Que no te hubiera pasado nunca no significa que no existiese.

Rosa 1 Mar 0.

- No tiene nada de malo que te gustara.

- Dijimos que íbamos a pasarlo bien en la uni.

- Sí, pero eso no significa follarse a diestra y siniestra. Si te gusta Ismael ¿qué hay de malo? Puede salir algo bonito de ahí, no solo un calentón. Vi cómo te miraba.

- ¿Cómo me miraba?

- Como si fueras el último caramelo en el bote.

No pude evitar soltar una carcajada.

- Hablo en serio.

- Pues hablame serio. La verdad... Se nos pasará el mal rollo y seremos amigos.

- Ya, pero cuando pase un tiempo quién sabe.

Suspiré y dejé mi taza vacía en el fregadero.

- Espero que cuando te pida ser su novia sea la primera persona a quien se lo cuentes.

- ¡Rosa!

Mi móvil empezó a vibrar. Miré la pantalla y...

- Me cago en la puta.

- ¿Qué?

- Ismael -dije girando la pantalla hacia mi amiga.

Se incorporó de golpe y empezó a chillar.

- Cállate -descolgué y pegué el móvil a mi oreja-. ¿Sí?

- Hola...

- Hola.

- No sabía si llamarte... Necesitaba hablar contigo, pero no sabía cuándo ni qué decirte.

Tragué saliva. Rosa estaba caminando en círculos por el pasillo. En otra situación habría sido gracioso, pero estaba demasiado nerviosa.

- Pues habla.

- No. No así. ¿Podemos vernos?

- Bueno... -lo consideré un momento- ¿Dónde?

- Mira por la ventana.

- ¿Cómo?

Me asomé al cristal de la cocina. No podía creerme lo que estaba pasando.

Vi a Ismael saludándome desde abajo.

- Ábreme... Por favor.

- Está bien...

Colgué sin dar tiempo a más y abrí la puerta de la entrada pulsando el botón del telefonillo.

- ¿ESTÁ AQUÍ?

- Sí...

- DIOS, ESTÁ COLADISIMO. ME VOY A ESCONDER A MI HABITACIÓN.

Rosa salió corriendo y en menos de treinta segundos el timbre del piso sonó. Abrí la puerta y me encontré con la persona que menos quería ver y a la vez a la que más necesitaba.

- Hola -sonrió-. ¿Puedo abrazarte?

Asentí y dejé que sus brazos me cubrieran la espalda, sintiendo su calor por todo el cuerpo. Correspondi el abrazo y cerrando los ojos inhale su perfume. La última vez había sido cuando habíamos discutido.

- Lo siento -dijo sin apartarse de mí-. Lo siento tanto, fui un gilipollas.

Sí, la verdad es que sí, pero también...

- Dijiste la verdad. No te conozco.

- Mar... -se separó un poco, pero solo lo justo para poder mirarnos a los ojos- Estaba muy enfadado, no entiendo qué me pasa. Es verdad que casi no nos conocemos, pero al mismo tiempo es como si siempre hubiésemos sido amigos. Yo... No sé qué siento.

- A mí también me da esa sensación...

- Álvaro me lo contó.

Lo miré fijamente esperando una respuesta, y solo esperé que no se estuviera refiriendo a cuando lloré en el baño.

- Que estuviste... Mal.

Mierda.

- Te fuiste -cambié de tema.

- Sí... No sé... Hice cosas sin sentido, me arrepiento de verdad pero... No puedo explicarlo. No lo entiendo ni yo.

- Bueno, no pasa nada.

Lo volví a abrazar lo más fuerte que pude.

- Podemos hablar de ello.

- Sí, por favor.

- Vamos -lo cogí de la mano y lo llevé al salón.

Tomó asiento en el sofá.

- ¿Quieres tomar algo?

- No, gracias.

Me senté a su lado y esperé a que él empezará primero.

- Es verdad que me puse celoso. Tenías razón y no lo soporté, no quería aceptarlo. Y en realidad esos celos no tenían ningún sentido. No estabas haciendo nada malo y tampoco es que seas nada mío. Por eso me fui, no podía soportar verte y a él menos... Cuando fuiste al baño aproveché para irme, pero él... Hablé con Rubén... Discutimos. Mucho.

- ¿Qué?

- Estaba súper confuso, no entendía a qué venía mi arrebato, pero le dije unas cuantas cosas. Y sin más me fui. Soy un idiota...

- No, no lo eres.

- Sí lo soy.

- No. Y por mi parte está todo aclarado. Me sentí fatal cuando me dijiste todo eso, pero tuve la misma reacción que tú. No quería aceptar la realidad.

Nos quedamos mirando unos segundos más sin decir nada.

Entonces todo pareció volver a aquella noche. El coche, la noche, las luces, el calor, su cara cerca de la mía, sus ojos hundidos en los míos, el brillo de sus pupilas en las que me reflejaba, su respiración caliente, mi corazón desbocado...

Pero ahora sus labios y los míos eran uno.

ANIMALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora