Neben tomó el trago de champagne y sintió que su mandíbula se tensaba cuando el adorable mocoso de 20 años le servía tragos a un viejo imbécil y este le sonreía.
Era el segundo evento en el que se encontraban en menos de 2 semanas ¿por qué Carter había comenzado a esquivar sus encuentros? ¿De pronto se cansó de él? Un gran problema, Neben no tenía pensado dejar de acostarse con él pronto. Era como una adicción.
—Sabemos que tu hermano se encuentra en Aruba. Es una alegría que esté retomando sus actividades luego de lo sucedido con Joel Sambrizzi.
Neben observó al hombre a su lado quien parloteaba y no sabía como callarlo.
«Cierra la maldita boca».
Se imaginó diciéndolo una y otra vez, pero el pobre tipo no tenía la culpa de sus celos y mucho menos que fuera él quien había planteado la idea de «sexo y nada más que sexo» Con Carter.
El muchacho dejó la barra un segundo y se dirigió a los baños, Neben no esperó demasiado a seguirlo. Tenían que hablar.
Llegó al lugar y Carter estaba afirmado en el lavabo, cruzado de brazos y con su mirándolo de frente.
—Buenas noches, Sr. Petrich.
—¿Te crees muy gracioso? —indagó molesto y Carter sonrió para luego humedecerse los labios. Cielos, Neben había soñado con esa mueca.
—Me parece que se te olvida que ambos somos libres, ¿recuerdas?
—¿Es así? —. Neben dio pasos seguros hacia el hombre, llegando a su lado y apoyando sus manos a ambos lados del muchacho.
—¿Qué pasa Neben? ¿Extrañas mi verga en tu culo?
—Si te digo sí ¿qué me dirías? —. Carter tragó saliva, no quería tener esta conversación porque saldría perdiendo.
—No estoy interesado en seguir de mismo contigo.
—¿Por qué? ¿La pasas mal?
—No—replicó—. La paso muy bien y lo sabes, pero no estoy seguro de querer brindar mi cuerpo a una relación vacía.
—Tan romántico, Carter—ironizó—. Eres así como un Romeo con su propia liana para trepar por Julieta.
Carter dio un suspiro, no estaba listo para abandonar ese acuerdo. No quería dejar de besar y pasear su lengua por cada rincón de ese bastardo boquiflojo, pero esto terminaría mal para él. Su corazón daba un vuelco cada vez que Neben se acercaba, esto no era sexo, no lo fue desde el primer instante.
—Terminamos aquí, Neben. Buena suerte—. Carter intentó pasar y Neben lo sujetó, sus bocas chocando en un beso descarnado. Rapidamente Neben buscó el pene del muchacho entre sus pantalones y este gimió.
—A mi nadie me deja, mocoso. Y no serás tú el primero.
—Déjame en paz.
—¿Qué te pasa?
—Nada—dijo enojado—. Quiero algo más que esto.
—¿Qué hay de malo en esto?
—Me resulta insignificante.
—¿Quieres más de mí? —indagó Neben y sujetó el rostro del muchacho para que lo observara—. Contesta.
—¿Qué importa lo que yo quiera?
Neben se quedó sin habla, Carter deslizó las manos del hombre fuera de su cara y le dio una sonrisa.
—¿Lo ves amigo? Ambos estamos de acuerdo. Ninguno de los 2 nos merecemos algo sin futuro.
—No me conoces, no sabes lo que quiero.
—Exacto—replicó Carter con algo de tristeza—Y dudo que estés dispuesto a decirme quién eres en verdad.
***
—¿Quién te pagó para hacerlo?—. Andreas tenía frente a él a uno de los responsables de la compra de materiales. Un hombre de unos 60 años con los ojos llenos de lágrimas.
—No me dijo el nombre, solo me envió dinero para que concretara la operación.
El rubio se rascó la barbilla, sus ojos buscando algún vestigio de falsedad en el semblante del hombre.
—Tendrás problemas legales, ¿eres consciente de ello? Davo te demandará.
El hombre se derrumbó en lágrimas, tenía un pañuelo en la mano y constantemente se limpiaba los ojos cuyos párpados estaban rojos e hinchados.
—Debía hacerlo, era mucho dinero.
Andreas negó, había confiado tanto en ese hombre. En parte, él era también responsable de lo ocurrido. Si se hubiera percatado que entre los antecedentes laborales del hombre estaba la empresa de Joel las cosas habrían tomado otro rumbo.
Davo llegó junto a Will y su asistente, Matthias y Günter.
Davo se sentó al lado de Andreas mientras que el resto de los hombres se mantuvieron de pie.
—Voy a dejarte a la calle—dijo Davo en un tono despiadado—. Has arruinado el trabajo de muchos meses y además has causado una enorme pérdida.
—Por favor, Sr.
—Tú has tomado una decisión—replicó—. No busques piedad porque no vas a encontrarla, excepto que me des el nombre de tu jefe.
—Yo no lo sé, ya le dije.
—Vamos—gruñó—. Has trabajado para Sambrizzi, ¿lo sigues haciendo?
El tipo se mantuvo con la vista en el piso, lucía avergonzado, pero, Davo no creía demasiado en la vergüenza y tampoco el arrepentimiento.
—El dinero viene de una mujer—dijo finalmente—. Ella me buscó, pero no la conozco.
Davo frunció el ceño y miró a Matthias, ¿qué carajo estaba ocurriendo? ¿qué pieza se les había escapado en ese rompecabezas?
—Necesito que nos muestres tu cuenta de banco.
—¿Para qué?
—Para conocer la cuenta desde donde recibiste el dinero.
—¿Y van a denunciarme? —. Davo hizo una mueca, Matthias un poco más allá le pedía que no lo hiciera.
—Por ahora no, depende de si cooperas con nosotros.
—Lo haré—contestó el hombre aliviado, y paso siguiente les mostró su celular para buscar la banca online donde había recibido el dinero.
Davo buscó junto a Matthias y encontraron el monto. Una suculenta cifra, pero que no le ayudaría si tenía que enfrentar una demanda. Hicieron clic para verificar los detalles de la operación y Davo sintió que la sangre se le helaba en ese momento.
—¿Qué sucede? —indagó Matthias poniendo la mano en el hombro de su jefe.
—El titular de la cuenta.
—¿Qué hay con él?
—Es Antonella Petri—. Matthias negó sin entender cómo era posible tanta maldad, el daño que esa mujer le hacía a un ser que debía amar.
—¿Su madre?—. Davo se hizo atrás en la silla oscura, en su rostro se dibujó la decepción una vez más.
—Sí, amor. Mi madre es quien está detrás de esto junto a Joel.
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¿Un nuevo amor? ¡Ni loco! Libro 1 T. L.A (+18)
RomanceUno no se enamora de su verdugo y mucho menos de los imbéciles que te complican la vida, ¿verdad? Porque eso solo les pasa a los idiotas ¿cierto? Al menos, eso es lo que Mathias Freeman quiere creer. Mathias es un joven de 20 años que ingresa como a...