46 Nunca fuiste un buen ejemplo

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La ciudad de Los Ángeles era hermosa desde el aire, a Davo le encantaba perderse en esa inmensidad y entender, a su vez, lo diminutos que somos.

Un ruidito similar a un suspiro vino de su acompañante quien dormía entre sus brazos, lo había hecho desde que habían salido 9 horas atrás. Había prometido volver lo antes posible, no solo porque había demasiadas cosas que ver todavía en ese enorme proyecto sino que adoraba la idea de estar más tiempo a solas con Matthias. Solo el mar, la playa, el sol y su adorable novio asistente.

Neben podía ser un imbécil, sin embargo, Davo nunca le agradecería lo suficiente haber llevado a ese muchacho rubio de hermosos ojos azules a la puerta de su despacho. Agradecía al destino que le había dado una segunda oportunidad la cual tomaría y jamás dejaría escapar esta vez.

—Amor, estamos llegando—susurró y besó la mejilla de su asistente quien apenas abrió un ojo.

—¿Tan pronto?

—¿Te ha parecido corto el viaje?

—Cortísimo—dijo acomodándose una vez más en ese agradable calor, mientras su jefe le acariciaba el cabello.

—Vamos, flojo. Tenemos mucho trabajo atrasado, así que, más te vale que hayas recuperado energía.

—Me has dado poco respiro toda la semana, ¿eres consciente de eso?

—Tú también a mí, ¿me ves quejándome?

—Bueno, ya—interrumpió y se acomodó en el cómodo asiento de primera clase—. Vaya, el dinero vale el esfuerzo.

—Me alegro de que lo entiendas—dijo sonriendo su jefe. Ambos se besaron, Matthias acercó el cuerpo de Davo y se perdió en sus labios, el hombre lo agarró de la cintura, conteniéndolo.

—Tranquilo.

—Me encanta tu sabor.

—Y a mi el tuyo, pero no quiero que nos denuncien por indecentes.

—Envidiosos, quisiera tener lo nuestro.

—Creo que esa no es buena publicidad—dijo Davo con una sonrisa tierna.

Los hombres descendieron del avión media hora después, recogieron las maletas y buscaron la camioneta.

—Te dejo en tu departamento.

—¿Y tú?

—Ya te dije que hay cuestiones que ver en la oficina y ahora debo reunirme con mi abogado.

—Entonces vamos juntos.

—Acabas de decir que no te doy respiro.

—Era una broma, estoy perfecto. Ahora, vamos a patear traseros—. Davo volvió a besarlo y le acomodó el cinturón de seguridad.

—Bien, hagámoslo.

Llegaron a las oficinas que el abogado tenía en el centro. En realidad, era un enorme complejo en donde varios profesionales estaban agrupados bajo una misma firma.

—Jeremy—dijo Davo acercándose al joven abogado.

—Aruba te ha sentado bien—respondió el joven hombre sonriendo.

—¿Tu padre?

—Imbécil y viejo, mala combinación—dijo el muchacho y se detuvo en Matthias.

—El es mi novio Matthias Freeman, y también mi asistente—. Jeremy le dio un guiño de ojo a Davo.

—Y lo tenías bien guardado.

—No—respondió avergonzado—. Hemos formalizado hace muy poco.

Matthias tenía esa cara de enamorada similar a la de los animé, solo le faltaban los corazones en las pupilas. Davo lo seguía sorprendiendo.

¿Un nuevo amor? ¡Ni loco! Libro 1 T. L.A (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora