Prólogo - Servir el cordero

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What if we all left together? Like we were supposed to, after he served the lamb. In some other world.

-No necesito un sacrificio.- Hannibal mantenía la mirada fija en el plato de Will, donde sólo quedaban los huesos roídos del cordero. Dentro, muy dentro de sí mismo, una voz desconocida intentaba abrirse paso entre la racionalidad y la fuerza y temía una respuesta equivocada. Podía ver las dudas en la mirada de Will. Se suponía que iba a ser una sorpresa, no un chantaje. No era así como había planeado que ocurriría, claro que tampoco había imaginado que llegaría a oler la traición en Will. El aroma de Freddie Lounds se le había incrustado en las fosas nasales como amoniaco y aún así le estaba dando una segunda oportunidad. -Espera.- dijo por fin -No digas nada. Espera aquí.

Will se quedó solo ante la mesa, ciertamente algo molesto por haber sido interrumpido de esa forma. Eso no era propio de Hannibal, había sido casi maleducado. Además, estar solo en aquella casa no podía ser señal de nada bueno. Hubo un momento de su vida, no hacía tanto, en el que iba allí con la sinceridad por delante y una botella de vino. Habían pasado tantas cosas. Ya no sabía a quién estaba mintiendo más, pero sí sabía quién le hacía sentir más culpable. Hannibal. El silencio dentro del comedor empezaba a hacerse cargante. Le pareció distinguir el estruendo de una puerta metálica en la lejanía, de un garaje o un sótano. No creyó que nada de lo que Hannibal dijera llegara a convencer al último resquicio de moral que quedaba en él. Debía hacer lo correcto. Ya había estado en la cárcel y sabía lo que se sentía al ser llamado asesino. No eran remordimientos, sino más bien decepción. Decepción por ver perdida su libertad. Había trabajado tan duro por salir del Hospital estatal de Baltimore, se había esforzado tantísimo por abrirle los ojos a Jack Crawford que no podía tirar todo por la borda ahora.

Los pasos sobre el suelo encerado de la cocina le alertaron de que Hannibal ya estaba de vuelta. Pestañeó varias veces seguidas intentando salir de su ensimismamiento y levantó la vista sólo para encontrarse con la mirada de Abigail instantes después. Viva. Hannibal de pie detrás de ella, henchido de orgullo, sabía que había dado en el clavo.

Will se levantó bruscamente de la silla y corrió alrededor de la mesa para abrazarla. Era ella. Era real. Podía sentir su miedo al sostenerla, como el de una liebre paralizada delante de un camión. Probablemente por culpa del agarre de Hannibal a su hombro que, aunque parecía gentil, por el color de sus nudillos se adivinaba fuerte y doloroso. -Dime Will, ¿necesitas un sacrificio?- le preguntó esta vez muy seguro de sí mismo. Las lágrimas empezaban a apelotonarse en los párpados de Abigail.

-¡No! ¡Oh Dios mío, no!- contestó Will aterrorizado. Sin embargo una felicidad culpable se apoderaba de él por dentro. Estaba feliz de tener a Abigail en sus brazos. Feliz de tener viva a la una excusa capaz de hacerle cambiar de opinión. Feliz de tener las ideas claras al fin. -Sólo déjame alimentar a mis perros. Debería dejarle una nota a Alana.- Ni siquiera la idea de abandonar a sus mascotas parecía persuadirlo. -Y... y Jack... tenemos que dar con la forma de que no nos encuentre.

-Eso déjamelo a mí.- Hannibal mantenía el semblante más sereno que nunca. Por fin tenía lo que quería. -En seguida vamos a Wolf Trap. Abigail, ayúdanos a recoger la mesa.- Soltó el hombro de la chica y ésta por fin pudo tomar aire y secarse las lágrimas que ya habían empezado a humedecer sus mejillas.

Recogieron los platos en silencio, e incluso pusieron el lavavajillas. Hannibal se encargó de llevar al coche su maleta y la de Abigail y antes de marcharse se cercioró de que no quedara ni rastro de ella dentro de la casa. De camino a Virginia tampoco hablaron. Llenaron el paisaje nocturno con el rumor de la ópera que llevaban puesta en el reproductor de música.

-¿A dónde iremos? Necesito saber qué llevarme.- le preguntó Will a Hannibal nada más llegar a la casa.

-No te preocupes por eso. Coge sólo lo indispensable.

Sólo Dios sabe qué sería de mí sin ti / Hannigram / +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora