9 - Pastel de sobras

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Los dos suspiraron aliviados al entrar en casa, seguros de que nadie los había visto. Cometer ese tipo de crímenes en la ciudad, en plena calle, era un lujo que tenían que dejar de permitirse. Pero ya estaba hecho, y ahora sólo les quedaba esconderlo lo mejor que pudieran. Hannibal llevaba una bolsa de papel debajo del brazo, si no se daba prisa la sangre podía empezar a filtrarse y a dejar un incómodo rastro en el suelo. Se dirigió a la cocina en lo que Will revisaba los zapatos de ambos y frotaba hasta la mas mínima mancha en la que se pudiera encontrar ADN. La trampilla que daba paso a la alacena privada de Hannibal se abrió con un estruendo metálico que les encogió el corazón por unos instantes.

Will se giró para descubir una silueta femenina, lejos, en el pasillo. La boca del estómago se le contrajo y le faltó el aliento, hasta que reconoció a Abigail en ella. Tenía el pelo desordenado y sujetaba la abertura de su bata a la altura del pecho.

-¿Puedo ayudaros en algo?- susurró somnolienta.

Will cruzó la estancia dirigiéndose hacia ella, con sumo cuidado de no rozar ni un mueble con la ropa ensangrentada. La luz tenue de su lamparita de noche era lo único que arrojaba luz a la escena. –Shhhh. Todo esta bajo control.- Le dio un beso paternal en la frente. –Vuelve a la cama.

Ella asintió con confianza, regresó a su cuarto y cerró la puerta tras de sí. El corredor volvía a estar a oscuras.

-Will, vamos.- Hannibal volvía de su escondite. –Tenemos que ser metódicos ¿Recuerdas?

Cierto. Todavía quedaban muchas pruebas de las que deshacerse. Will prestó atención al timbre grave de la voz de Hannibal para orientarse y seguirlo hasta su habitación. Una vez allí, encendieron la luz del baño y procedieron a revisar sus piezas de ropa una a una. Hannibal abrió un par de sacos negros de basura dentro de la bañera y comenzó a untar detergente sobre las manchas. –Es mucho más rápido entre dos.- comentó a la vez que echaba la chaqueta del esmoquin dentro de una de las bolsas.

-Tienes suerte de que el FBI no decidiera registrar tu armario con luz negra en su momento.- Will se desabotonaba la camisa con dificultad, luchando contra los ojales.

-En realidad deberías saber que soy mucho mas sofisticado que todo esto. Pero hoy... me ha podido la impulsividad. La próxima vez llevaré el atuendo adecuado.

Will no contestó. Estaba ocupado midiendo sus miradas y sus movimientos para que el hecho de estar desnudándose juntos no se conviertiera en nada demasiado incómodo.

-Quizá debería buscarte uno a ti también.- Le sugirió Hannibal.

-Si lo consideras necesario...- Will terminó de aplicar el detergente a los bajos de sus pantalones y los arrojó rápidamente a la bolsa. El siguiente paso era echarlo todo a la lavadora con agua fría y asegurarse de que estuviera presentable para llevar ambos trajes a la tintorería como si nada hubiera pasado. Tenían que ducharse y dormir aunque sólo fueran unas pocas horas. Por la mañana volverían a revisar las escaleras y, en algún momento, llevar el coche a lavar.

Hannibal se paró delante de él con ademán firme, buscando el contacto visual. -¿Ha sido como lo esperabas?- le preguntó.

Will se llenó los pulmones. No se había parado a pensar en ello desde que se habían subido al coche y la carrera por aparentar tener una coartada había empezado. Pero había sido intenso, dulce, gratificante cómo el pulso de aquel hombre se había detenido ante ellos. La adrenalina. El beso. –Ha sido... lo que necesitaba.

-Siento que no hayamos tenido más tiempo para ser creativos. Sé que habrías hecho algo precioso con el cuerpo si hubiéramos tenido más tiempo y más privacidad.- Hannibal hizo una pausa en su discurso. Si movía la lengua en su boca y sentía su paladar y la cara interna de sus dientes, podía trazar el camino que Will había recorrido en ella. –La próxima vez me aseguraré de que sea en algún sitio mas resguardado. Quiero ver qué eres capaz de hacer.

Sólo Dios sabe qué sería de mí sin ti / Hannigram / +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora