La noche especial

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Luego de todo el escándalo de la mañana, mediodía... y parte de la tarde, Steve me llevó a cenar y de paseo. Primero fuimos al cine, y como buenos adultos que somos, vimos Los Pingüinos de Madagascar, luego cenamos unos ricos hotdogs en la calle y dimos una vuelta por el Central Park, que a la luz de la luna, era mil veces más lindo que de día.

Ya era tarde, y estaba por llover, así que decidimos volver, había que dormir en algún momento.

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Nuestras risas se escuchaban por todo el piso, al parecer no había nadie en casa, o el silencio absoluto del penthouse, hacía que pareciese eso.

Estaba por despedirme de Steve, cuando sentí sus manos en mi cintura y sus labios en mi boca.

-Buenas noches- beso —soñá con los angelitos- beso —te amo- beso -____-beso

Y ese "beso" "beso" fue volviéndose poco a poco en uno, un tanto apasionado, en el medio del pasillo

-____, creo que es mejor que vaya a mi cuarto- suspiró —No quiero llegar al punto en el que no me pueda ir-

-No... te vallas...- dije con dudas, no quería que se lo tome a mal.

-¿Estás segura?-

-Si- contesté con la mayor firmeza de mi vida.

-Tranquila que no vamos a hacer nada que no quieras- dijo acariciando mi mejilla, de otro hombre, lo hubiera tomado mal, pero sabía que él estaba siendo sincero, por eso cuando fue mi turno para responder, dije con seguridad

-El punto es que si voy a querer- recibiendo, a cambio, un dulce y tierno beso.

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Entramos al cuarto nerviosos, no había que leer mentes para saberlo, las manos de Steve sudaban como si estuviera en medio del Sahara, y yo temblaba ligeramente.

-_____, antes que nada quiero que me digas que querés esto, no que te sentís presionada o algo por el estilo, moriría antes de hacer algo de lo que no estás segura, yo se lo que me dijiste afuera, pero no quiero que sea un simple arrebato del momento-

-Steve- lo miré a los ojos y agarré firmemente sus mejillas con mis manos —Sos la única persona con la que querría hacer esto, te amo, y eso me da toda la seguridad que necesito en este momento- besé sus labios despacio.

-Creo que con eso me basta- me miró a los ojos —es... tu primera vez?-

Sentí mis mejillas ponerse de color rojo —En realidad... no- contesté avergonzada —no... te enojes por favor- bajé la vista

-____, los dos tuvimos una vida antes, y lo que me importa, es ser el último y único-

Sonreí de oreja a oreja —Tranquilo que va a ser así-

Después de eso solo se que terminé sobre la cama, con él encima mió, mientras nos besábamos, como nunca lo habíamos hecho.

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-¿Cerráste la puerta?- dije entre besos

-Si, y al que se le ocurra golpear, va a tener una hermosa caída desde el balcón- dijo serio, por lo que solté una pequeña risita.

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Poco a poco, la ropa comenzaba a molestar, primero desapareció su remera, luego la mía, nuestros zapatos ya eran historia para ese momento, y mi pollera estaba siendo retirada lentamente por sus manos. Me sentía vulnerable, pero segura, lo más segura que había estado en toda mi vida.

Sus manos eran el paraíso, acariciaban correctamente mi cuerpo, sin dejar lugar vacío, tratando de recordar toda mi figura. Por otro lado, yo no me quedé atrás, pasé mis manos desde sus abdominales hasta sus hombros, arañé un poco su espalda y besé su cuello.

-Sos hermosa- lo escuché susurrar en mi oído, dándole una descarga a todo mi cuerpo.

Apreté más mi agarre en sus hombros, y tiré mi cabeza hacia atrás cuando sentí sus labios subiendo desde mi clavícula hasta el lóbulo de mi oreja.

Solté un pequeño gemido, acto seguido, el broche del sostén fue abierto.

Sus manos le daban pequeños masajes a mis pechos, y yo aproveché para desabrocharle el pantalón, por lo que él se lo terminó de sacar empujándolo con las piernas.

Ahora estábamos en igualdad de condiciones, ambos con una sola pieza de ropa, y sin poder volver atrás.

-Te... amo- dije agitada y presioné mis caderas contra las de él, chocando con su mini -no, realmente no era mini- soldadito, él solo gimió y apretó más el agarre sobre mi trasero.

-Yo... mucho... más- esta vez fue el quien hizo presión, pero puse mi mano y acaricié la zona sobre su boxer, lo que provocó un gemido más fuerte de su parte.

Sus labios subían y bajaban, desde mi cuello hasta mis caderas, sin dejar lugar por explorar;  mis manos sostenían con fuerza sus brazos, espalda, y cada tanto volvían a bajar a su entrepierna, provocando varios gemidos en el proceso. Lentamente, las suyas fueron a parar al borde de la única prenda que tenía, retirándola con delicadeza.

-Buscá... en... la mesita de luz- dije entre jadeos

Steve encontró en el primer cajón de dicho mueble, el preservativo, que Natasha me había dado hacía un tiempo, todavía me acuerdo lo colorada que me había puesto cuando ella me lo dio.

-Voy... a ir despacio, ¿okay?-

-Ajá-

Luego de eso, se deshizo del boxer, y se colocó el protector látex, se acomodó entre mis piernas, entrando poco a poco.

El cielo, la tierra, las estrellas, y creo que hasta Asgard ví. Era la segunda persona con la que me acostaba, pero ahora, y en comparación, la única a la que realmente amaba, mi ex novio, acababa de desparecer en la nebulosa de placer en la que estaba.

Ambos jadeábamos, y gemíamos, mientras poco a poco, él aumentaba la velocidad de sus envestidas.

Fue cuestión de minutos, para que sintiera todo mi interior arder, incendiarse y explotar en éxtasis, haciéndome gritar su nombre, y dejándome rendida sobre la cama, segundos después ocurrió lo mismo con Steve.

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Estábamos abrazados tratando de recuperar el aire, respirando con dificultad, y sumamente transpirados por el ejercicio que acabábamos de hacer...

-Te amo- le escuché susurrar

-Yo te amo un millón de veces más Steve Rogers-

Luego de eso nos dormimos en los brazos del otro. 

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bueno señoritas, espero que les haya gustado el capítulo, se que no es la gran cosa, pero realmente me costó una eternidad escribirlo, se me complicó bastante, y jamás estaba conforme, este fue de todos el borrador que menos odié, espero que sea de su agrado, por cierto perdon por la demora, es que ayer llegué muy tarde a casa, fui a ver Avengers Age of Ultron, y es lo mejor que vi en mi vida, se los aseguro.

Eso es todo, saluditos, nos leemos el lunes (o martes, es que tengo pruebas), Barby

No juegues con mi mente (Steve Rogers y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora