Cuestión de valor

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Entré a mi cuarto y pegué un portazo. Otra vez. No podía ser tan idiota. Siempre caía en lo mismo, no había una vez en la que haga las cosas bien. Me metía donde no me llamaban, y me humillaba sola.

Lo peor de todo es que yo sabía que él no me soportaba, pero pensé que con lo de ayer... No pienso hacer nada, digo, ni me voy a regalar al primero que se me cruce, como hacen un 45% de las chicas, ni me voy a arrastras en busca de... algo, por parte de él, como hace el otro 45%.

Solo voy a ser como el 10% restante... algo así como una planta, un cactus, para ser más exacta. Mucha espina, poco relleno, una buena metáfora, para alguien a quien le habían roto el "relleno" en la última hora.

Bastante golpeada... sentimentalmente, por que sí lo asumo, siento algo por él, me fui a dormir.

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Me desperté a las 3 pm, sintiéndome 100 veces peor de cómo me había sentido al dormirme, al parecer lloré antes de caer en brazos de Morfeo, porque mis ojos estaban hinchados, rojos, y mi cabeza parecía un globo bajo presión.

Me lavé la cara varias veces, y una vez que consideré que estaba presentable, salí del cuarto, me había puesto mi ropa de deporte, así que planeaba ir directo al gimnasio.

Y lo hubiera hecho, de no ser por que me crucé con todos, absolutamente TODOS, en la sala.

-¡Por fin te despertás!- gritó Clint, me tapé los oídos

-Gracias por el desayuno, por cierto-

-De nada Nat, es lo menos que podía haces, la pasé... de maravilla ayer-

-Bueno, no recuerdo demasiado, pero supongo que yo también- reí por el comentario del arquero

-Me alegro-

Había vuelto a poner marcha hacia el ascensor, y en consecuencia el gym, cuando me llamaron

-_____, tus padres no pudieron venir- era una de las cosas que peor me tenía, aún cuando no lo había ni mencionado –pero, te enviaron esto- Pepper me extendió una cajita negra

Cuando la abrí, las lágrimas saltaron de mis ojos, incluso cuando había logrado mantenerlas a raya desde que salí de mi cuarto.

-Hey, ¿estás bien?- dijo Tony, y vino rápidamente a mi lado

-Si, si, es solo, que esto era de mi abuela- señalé la cadenita muy fina de oro, con un dije de un triángulo -ella se la dio a mis padres antes de morir, cuando tenía 7, y les dijo que me la dén solo cuando consideren que mis tres lados habían madurado-

Todos me miraban con un interrogante plasmado en sus caras, incluso Steve, que hasta ahora, se había empecinado en mirar el techo.

-Cuerpo, mente, alma. El último en madurar fue mi alma al parecer, digo, mi mente está desarrollada casi en su totalidad desde los nueve, mi cuerpo desde los trece, y deben considerar que tengo el alma completamente desarrollada ahora, con 18- solté un pequeño sollozo, se que mis padres se referían a que por fin pude estar en paz con mis poderes, los que había ocultado como el mayor y más grandioso tesoro de la Tierra.

-_____, no llores, por favor, lo odio- ese fue Bruce

-Estoy bien, al menos ese fue de felicidad- Steve clavó sus ojos en mí, se había dado cuenta –Yo... mejor me voy al gimnasio, gracias por todo-  mi gran bocota, la seguía cagando

-No hay de que, pero no terminamos, hay algo más- dicho esto, Nat me vendó los ojos.

Cuando por fin los pude abrir y ver algo, además de oscuridad, estábamos en el garaje.

-¿Qué demo...?- dije mirando un bonito convertible negro

-Es tuyo, lo compramos entre todos- dijeron orgullosos Jane y Thor

-Yo... esto es... demasiado, no puedo-

-Ni se te ocurra, es nuestro regalo, y no hay devolución posible- dijo Tony

-Creo que se queda corto, pero ¡gracias! Antes manejaba un Renó 12 modelo 1986, esto es un cambio... sutíl...-

Todos rieron, y yo abracé a uno por uno, solo que cuando llegué a Steve, le sonreí de lado, era lo más que podía hacer. Eso había dejado el ambiente tenso

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-¿Qué fue eso?, y ni trates de decir que no fue nada, ¿qué pasó?- Nat me había atracado en el ascensor

-Nada-

-Se besaron-

-¿CÓMO?- juro que mis ojos se desorbitaron

-Gracias por confirmarlo- sonrió triunfal

-Maldita rusa con sus trucos rusos...- mascullé entre dientes

-¿y?-

-Esta mañana me dijo que no había sido nada importante, le dije que tenía razón y me fui-

-¡сукин сын! Я предупредил его- *¡hijo de pu*ta! Yo le avisé*

-Nat, si querés hablá en alemán, pero ruso no. No te entiendo- traté de leerle la mente, pero esta era un torbellino de ideas, incluso ilegibles para mí

-¿Hablás alemán?-

-Si me enseñaban en el colegio, incluso... ESE NO ES EL PUNTO, no me distraigas-

-_____, no te preocupes por Steve, lo que pasa es que se le fue el valor, y si no le vuelve pronto me encrgo yo...- AY DIOS! Su sonrisa da miedo, ¿ya lo dije, no?

-¿Qué?- algo tiene que ser eso del valor, lo dijo ayer. Si si, lo sé.

Me dejó sola en el siguiente piso, al fin podía ir a descargar en el gimnasio.

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Una hora por reloj golpeando el saco de boxeo. Tenía los nudillos destrozados, incluso con la cantidad de vendas que me había puesto, pero que más podía hacer. Desde pequeña, cuando algo me molestaba o me entristecía hacía deporte, o cantaba, cualquiera de las dos cosas me calmaba, lograba poner todo en su lugar, pero como no había lugar en la torre en el que pudiera cantar sin ningún mirón, el saco de boxeo fue mi mejor aliado. Cerré los ojos.

Soy. Una. Idiota.

Solo demasiado inocente...

Ilusa.

De nuevo, solo demasiado inocente...

Idiota.

Bah, para que me gasto.

Idiota.

Idio... le herré al saco. Pero a algo le pegué. Abrí los ojos.

-Va a ser costumbre que cada vez que le pego a algo va a ser tu pecho, o solo te divierte- dije tajante, Steve sonrió –Creo haberte dicho que no hagas eso-

-¿A qué te referís?-

-Ni se te ocurra. Ayer empezaste así y terminamos mal- bajé la vista, pero recuperé la compostura y me fui a buscar agua.

Tomé sin decir una palabra, como él tampoco dijo nada, me dispuse a irme.

-¡NI UN PASO MÁS ____!- un escalofrío recorrió mi columna vertebral, fue lo suficientemente profundo como para que me resultara imposible disimularlo. El descarado se rió

-Ni se te ocurra decir que te tengo miedo, por que en este momento, lo que menos siento es miedo, aún que si tengo ganas de patearte- mentí, estaba aterrada, no quería que me humille, no dos veces en un día.

-______. Si no hablamos ahora, no voy a tener valor nunca más- hizo una pausa -Me gustás-

Y por fin entendí el "por ahí te da valor y todo" de Nat, cuando tomó de la botellita mágica. Luego de eso, volví a sentir sus maravillosos labios.

No juegues con mi mente (Steve Rogers y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora