La torre

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-Wow- era lo único que pude decir durante un par de minutos.

Una vez que llegamos a la torre, el propietario del 88% de la misma, ya que el 12% restante era de su novia Pepper, me mostró el edificio. Era impresionante, mucho mas tecnológico que S.H.I.E.L.D y eso de por sí era un milagro, incluso conocí a JARVIS la IA de la torre, y debo aclarar que para ser un conjunto de cables era un millar de veces más amable que el capitancito; es más, creo que ya lo odio y todo.

-Wow- volví a decir

-¿Te gusta?- dijo Tony, con una falsa modestia que hasta un ciego y sordo notaría

-¡Claro que si! ¡Es impresionante!-

-Como todo lo que hago, querida ______-rodé los ojos ante el comentario- ahora acompáñame al laboratorio, que Bruce debe hacerte unas pruebas-

-¿Pruebas de que tipo?-

-Un chequeo médico simple, sangre, orina, un electrocardiograma, y una tomografía cerebral-

-Si, sencillo...- luego caí en cuenta y los abrí los ojos de forma casi inhumana- ¿Un estudio de sangre? No, no y ¡no! Me reuso, jamás- dije totalmente histérica

-¿Que pasa Houdini? ¿Te dan miedo las agujas?- lanzó una risotada

-Primero que nada, no me llames Houdini, lo mío no es magia, es mutación. Y segundo, no es que les tema... solo las detesto- le resté importancia.

-Como digas- abrió la puerta- ya llegamos-

Tony habló rápidamente con Bruce y por el orden en el que me hicieron los estudios, el bastardo le había dicho que me "haga sufrir" con el tema de la sangre. Para ponerlo de una forma mas sencilla, cada vez que Banner iba a pincharme cambiaba repentinamente a otro estudio, en pocas palabras eran dos desgraciados que jugaban con el miedo de una pobre niña... si en este caso me considero una bebe si es necesario.

El problema en sí, no era que me sacaran sangre, o las agujas, solo que al verlas, me baja la presión, es como un acto reflejo que tengo desde pequeña, algo que siempre traté de controlar pero me resulta imposible. Dicho y echo, ni bien Bruce se acercó con la jeringa comencé a sentirme mal, pero no dije nada y permanecí estoica hasta que terminó. Pero claro, ni bien volvió con la bandita para poner sobre la zona del pinchazo, yo estaba pálida como un papel, y con los labios blancos. ¡Pobre hombre, el susto que se pegó! Traté de decirle que era normal en mí y que en unos minutos se me pasaría pero automáticamente me obligó a recostarme en la camilla y a tomar lentamente agua.

-Demonios Tony, ¿¡porque te hice caso!?-  el pobre estaba altamente asustado, creo que temía que me desmayara o algo.

- Ya Bruce, calmate, que va a salir el bicho verde- me miró mal- y ya estoy mejor- sonreí un poco, era la verdad, por lo que luego de mucho insistir me pude ir a buscar al excéntrico millonario, para que me habilite una habitación.

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Hacía media hora que subía y bajaba por los pisos tratando de encontrarlo, viendo que eso no iba a pasar, fui hasta el penthouse, donde estaba la sala de descanso, y me senté en un cómodo sofá.

Al parecer estaba realmente cansada, porque me desperté sobresaltada debido a una carraspera.

-Oh, en verdad lo siento- dije sin mirar al propietario de la tos, notoriamente falsa, ya que estaba un poco avergonzada – sentate cómodo, yo me retiro- y traté de levantarme, lo juro. Pero tan torpe y adormilada estaba, que tropecé y casi caigo al piso. Y lo hubiera hecho de no ser por dos grandes manos-brazos que me sostuvieron.

No juegues con mi mente (Steve Rogers y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora