Capítulo 2. Accidente

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—Bueno, señorita Swan —dijo el doctor Cullen con una voz marcadamente seductora—, ¿cómo se encuentra?

—Estoy Bien —se escuchó la voz de la joven Swan detrás de la cortina del lado derecho.

—Las radiografías son buenas —dijo Carlisle Cullen— ¿Le duele la cabeza? Edward me ha dicho que se dio un golpe bastante fuerte.

—Estoy perfectamente. —se escuchó del otro lado de la cortina.

— ¿Le duele? —preguntó el doctor Carlisle Cullen.

—No mucho. —se escuchó de la joven Swan.

Ambos escucharon una risita armoniosa pero varonil, era óbvio para la fanática que era del cobrizo.

—De acuerdo, su padre se encuentra en la sala de espera. Se puede ir a casa con él, pero debe regresar rápidamente si siente mareos o algún trastorno de visión. —comentó el doctor.

— ¿No puedo ir a la escuela? —preguntó la joven.

—Hoy debería tomarse las cosas con calma. —respondió el doctor con suavidad y comprensión.

— ¿Puede él ir a la escuela? —se escucho refutar a la voz de la joven.

—Alguien ha de darles la buena nueva de que hemos sobrevivido —dijo con
suficiencia.

—En realidad —le corrigió el doctor Cullen— parece que la mayoría de los estudiantes están en la sala de espera.

— ¡Oh, no! —se escuchó un gemido de vergüenza por parte de la joven.

— ¿Quiere quedarse aquí? —preguntó el doctor.

— ¡No, no! — se escuchó que exclamó al tiempo que sacaba las piernas por el borde de la camilla y se levantaba con prisa, con demasiada prisa, porque se escuchó un trastabeo.

—Me encuentro bien —se escuchó nuevamente de la joven.

—Tome unas pastillas de Tylenol contra el dolor —sugirió el doctor Cullen.

—No me duele mucho —insistió la joven con impaciencia.

—Parece que ha tenido muchísima suerte —dijo con una sonrisa tras los ligeros retazos que se escuchaban por el roce del bolígrafo contra el papel(informe).

Tras aquello, el cobrizo tuvo que ir a llamar con oficial Swan, mientras que el doctor Carlisle se disponía a seguir con su trabajo, que era atender a la pareja que había estado escuchando todo pero que el hombre joven y Moreno se encontraba aún con la mirada preocupada totalmente enfocado en su mujer que parecía estar mareada pero descansando en su hombro.

—Perdonen la demora. Ha habido un accidente de gran conmoción. —se disculpa el doctor rubio de piel palida.

—Descuide, solo... Solo quiero saber el estado de mi esposa, por favor. —dice respetuoso el hombre mientras que se encuentra inquieto.

Carlisle admira la calidez que desprende el hombre, junto al aroma del perro mojado; sin embargo, nunca antes había visto a la pareja por Forks. Pero sí estaban aquí era por algo, aunque la mujer olía a humana y cenizas, un aroma poco habitual.

—Permiso, veré que puedo hacer por ustedes. —dice tras ponerse los guantes en sus manos, y empezar a desvendar la mano derecha de la mujer que contenía sangre ya seca.

—Tenga cuidado... No soy fan del dolor, Doc. —gimió temerosa la mujer de cabellos cortos y de color negro; aunque hubiera apretado con nerviosismo la mano izquierda de su esposo, aunque pareciera miedo era más porque no le gustaba el toque de otra persona que no fuera su pareja.

Thomas intentando calmar empezó a trazar caricias en la mano izquierda, buscando llamar la atención de su mujer, tal vez no estaba entre los planes estar de nuevo en el ambiente de un hospital; más que nada porque de parte de su esposa los recuerdos de estar en uno no eran de los más buenos de recordar. Aumentando sus motivos de porque nunca le agradaría pisar suelo hospitalario.

—Tendré mucho cuidado, confíe en mí. —añadió comprensivo, parecía la mujer del joven muy débil en ese momento a tal punto que le dio un impulso de prometerle aquello—¿Me podría explicar como ha pasado esto? Mientras la curo.

La mujer de encontrarse muy pálida y nerviosa, cambiar a vergüenza ajena y ocultarse en el cuello del hombre, quien en ese momento se relaja al verla tan dulce refugiándose en él. Como tanto ama desde que la conoce.

—Estábamos viendo una casa para alquilar pero al finalizar y no concluir en tenerla, decidimos conocer el vecindario sin embargo, mi esposa escuchó un pitido de una cría de ave piar, quiso ayudar sin medir ninguna seguridad por el camino solo teniendo la misión de devolverlo al nido, pero no contó que la madre la viera como enemigo, la espantó, ambas he de decir, a tal punto que no se fijó cuando se soltó de la rama del cual estaba sujetándose ni cuando otra en la que posaba su mano se raspó a tal punto que en ese momento siseó de dolor y me asusté. La atrapé claramente, no nos hicimos daño grave pero le intenté vendar lo suficiente para llegar junto a un médico. —explica con muecas de preocupación, protección y cariño al relatar la situación.

Carlisle Cullen se conmueve por la situación e intención, y como terminó la historia, comprendiendo que la mujer quería demostrar fortaleza en todo momento pero en situaciones como estas, le costaba no sentirse avergonzada. Era una pareja de casados bastante tierna a su parecer. Se concentró en curar y sutura la herida con sumo cuidado, llevando unos cinco puntos en la mano.

—Listo. Dentro de una semana y media debería sanar, podría venir a quitárselo conmigo los puntos o con su médico de cabecera. No podrá usar la mano por precaución y asegurar la mejora más rápida. —finalizó al tomar cada algodón y solución que había utilizado para la curación.

—Muchas gracias, Doctor. —agradeció con una muestra pura el hombre de piel morena.

—Gracias, es usted un pan de Dios. Espero realmente nos volvamos a encontrar en mejores condiciones. —agradece la mujer con honestidad.

Carlisle los mira y por algún motivo creía que sería pronto aquello dicho pero tal vez solo era una sensación.

—No es nada, es parte de mi profesión. Espero que no sea por estos lares, no me gustaría tenerlos por aquí en gravedad. —admite con preocupación Carlisle.

La pareja se retira con gratitud en los ojos, perdiéndose de la vista de Carlisle Cullen. Sin embargo, se encuentra en el pasillo una escena no muy grata, su hijo y la castaña discutiendo, salvando los de la curiosidad pero debiendo de charlar con precaucion con sus hijos del accidente ocurrido.

[...]

Mientras que por el otro lado, el Sheriff nota como la pareja van abrazados a lo lejos, sentía que de algún lado los conocía pero captaba de dónde. Mientras que Isabella Swan se encontraba totalmente enfadada por la actitud de Edward Cullen.

Las cosas estaban sucediendo, y quierase o no, la pareja ya estaba bien encaminada en aquella historia que ya había comenzado, siendo así como que muy pronto deberían encontrar donde vivir para empezar con los planes de la mente traviesa de la mujer del joven Moreno.

¿Que será lo que pronto depararía a los Cullen? ¿A los Swan y a todo Forks?

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