Después de unos chequeos en el hospital, Harry Clearwater había sido de alta, sin embargo; Sue, la esposa del nativo quería devolver el favor que la pareja había hecho para salvar a su esposo, por lo que sin dudar, les ofreció una casa de alquiler que conocían en la zona de la reserva. Harry no se opuso ante la oferta, ninguno de sus chicos atacaría a la impronta del lobo, ya sabía del encuentro con ellos pero no sabían si tenían todos los detalles.
La cabaña que estaba en oferta era cerca de ellos, por lo que, mientras estuviera bajo su ala, Harry no permitiría que ni su gente ni los demás se atacaran entre ellos.
—La estabamos reservando para hospedaje de viajeros, así que, no os preocupéis... Tiene todo lo que uno nuevo tuviera, al menos lo necesario. —admite la nativa, Sue Clearwater.
—¡No se preocupe, señora Clearwater! Se nota que esta muy buena, además yo creo que mi esposa esta muy entusiasmada por entrar —dice de forma cálida el hombre de piel chocolatada, sin llegar a ser pesoca.
—¡Es... Es... ES HERMOSA! —admite totalmente enamorada la joven pálida, abriendo los brazos con total entusiasmo al quedar justo frente a la puerta de la cabaña de color mostaza pero se notaba que la madera era preciosa y que era muy acogedora.
Harry había estado mirando aquello aún sentado desde el auto de la pareja de guardabosques, no tenía apuro para bajarse, además que Sue estaba igual que la impronta del chico, emocionada por ayudar a la pareja.
—Es agradable ver la juventud en estos días, la pareja de nuestro alfa ya no será la única que lo demostrará. —admite a gusto ante la escena.
Sue no había perdido tiempo, había abierta la puerta pero no se había dado cuenta que la mujer de piel pálida la había llevado consigo para observar la casa por dentro. Sin embargo, Harry pudo ver como con una sonrisa nerviosa el varón se acercaba a él para ayudarlo, si bien había salido del hospital con buenos resultados pero debía tener cuidados con respecto a su salud.
—Venga, lo ayudaré. —dijo Thomas.
—Gracias jovencito, y para ustedes, pueden tutearnos. Aún no nos sentimos muy mayores —admite con cierta diversión en la mirada Harry Clearwater, tras la educación que guardaba el hombre.
—Lo entiendo, pero la educación nunca debería perderse. Los mayores también importan, al menos lo necesario. Ni yo me siento tan joven, hay días que mi cadera dice que ya no lo soy. —bromea el joven de ojos negros acastañados.
Harry acepta la ayuda, mientras nota como lo lleva hacia la reposera que hay en la parte frontal de la cabaña, mientras que ambos escuchan la emoción de ambas esposas.
—Por curiosidad, ¿cuánto años llevan ustedes en esta situación? —pregunta con delicadeza el nativo.
—Creo que si no me falla la memoria más de 10 siglos. No sabría exactamente decirlo, después de todo, sabemos lo que pasará ahora en más, pero no sabíamos lo que pasaba mucho antes. Nos tomó por sorpresa vivir tanto para llegar a este momento. Aunque nos quedamos varados en la edad de 21 y 25 años. —admite pensativo, aunque aún perdido en una sonrisa tonta al escuchar la risa de su mujer. —Muchas gracias por dejarnos quedar cerca de vosotros. Hace bastante tiempo que ella deseaba estar aquí.
Harry al ver la mirada perdida en una emoción tan profunda, cariñosa y especial tal cual o más especial de lo que era la milagrosa imprimación, aquel amor era mucho más de lo que su ley fuese. Por lo que, esperaba cosas buenas de esta pareja.
—¡Thom! La cama es enorme! Debes venir a ver, es... Es igual de suave que tu primera cama—exclamó emocionada la mujer de cabello punk.
Está se había quedado en el marco de la puerta con una sonrisa tan iluminada que no cabía en su rostro.
—¿Igual? —pregunta ingenuo, el brillo en el rostro de su mujer sin duda era para sacar foto y resguardar esa hermosa sonrisa. —Entonces no perdamos más tiempo.
Una vez Harry se encontraba en una silla, el había preferido relajarse allí, aún no quería entrar a su propia casa, quería un poco de aire tranquilo y juvenil para relajarse del susto de hace unas semanas. Gracias a esta pareja estaba vivo y está muy agradecido por ello.
Seguido de eso, el hombre ingresó a la cabaña con la mujer agarrando automaticamente la mano y llevándolo hacia donde había ido recorriendo con Sue, hablando de todo lo que pronto podrían hacer por la casa y demás. Emocionada y alegre, mientras que el metamorfo estaba perdido felizmente en esa escena y encanto de belleza que daba su esposa. Amaba tenerla feliz, si ella lo estaba, el siempre podría sentirse en paz, siempre era así de ambos lados, no podían estar en diferentes sintonia, porque siempre ambos buscaban estar a la misma par, triste o felices, seguirían allí, apoyándose.
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Crepúsculo diferente
Fiksi PenggemarFueron absorbidos al mundo de Crepúsculo, la historia escrita por Stephanie Meyer. Sus intenciones no son cambiar el orden, pero si salvar a quien perecieron injustamente. Existen muchas historias donde chicas, amigas fueron y conocieron este fandom...